sábado, 31 de marzo de 2018

Polarizado arranque

Azucena Uresti: ¿Todos son de la mafia del poder, menos usted?
AMLO: Sí, fíjese.


Además de un gran logro periodístico del cual se sigue hablando, el debate-entrevista que organizó Milenio Televisión entre Andrés Manuel López Obrador y varios colaboradores de esta casa editorial resultó altamente significativo por diversas razones. Quiero centrarme en una, posterior a la propia transmisión.
  Me refiero a las reacciones que suscitó el debate entre los no tan diversos televidentes. Digo no tan diversos, porque prácticamente se formaron dos bandos con dos lecturas muy distintas, antagónicas entre sí. Por un lado, los seguidores del candidato de Morena festejaron la manera como López Obrador “arrasó” con los periodistas que dialogaron con él. Como si se tratara de una lucha a tres caídas, en la que Andrés Manuel era el técnico y los demás sus contrincantes rudos, los pejefans tomaron la emisión como un ajuste de cuentas con “los voceros de la mafia del poder”, personificados por Carlos Marín, Héctor Aguilar Camín, Jesús Silva-Herzog Márquez, Carlos Puig, Azucena Uresti y Juan Pablo Becerra Acosta. “¡Qué arrastrada les puso AMLO”, gritaron con histérica arrogancia en las redes sociales, mientras llenaban de insultos infamantes a nuestros compañeros.
  Como parte de la otra parcialidad, yo atestigüé un debate muy distinto. En primer lugar, no lo vi como un combate, sino como un ejercicio de periodismo crítico, con preguntas agudas y precisas, la mayoría de las cuales fueron evadidas por López Obrador, en su afán por no comprometerse, con frases ya típicas como “tengo que consultar a los ciudadanos” o la choteadísima “me pueden llamar Peje, pero no soy lagarto”.
  Más allá de eso, las reacciones de los espectadores muestran que la polarización de la sociedad mexicana está en un alto punto de ebullición y que si algo se encuentra arriba en las encuestas es el odio entre connacionales.
  Ayer viernes iniciaron oficialmente las campañas. No sabemos lo que nos espera, pero todo indica que serán una guerra. Una guerra sucia y campal. Estamos en su polarizado arranque.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

viernes, 30 de marzo de 2018

Para dártelas de entendido en rock (54)

El cantante de country Waylon Jennings era en 1959 el bajista del grupo de Buddy Holly. La noche del 3 de febrero de ese año, al salir del concierto que acababan de dar y en medio de un clima frío y nevado en Clear Lake, Iowa, había un solo lugar disponible en la avioneta de cuatro plazas que los llevaría al hotel para descansar. Además del lugar del piloto, los otros ya estaban ocupados por dos de las estrellas de la gira: Richie Valens y The Big Bopper. Holly y Jennings decidieron lanzar una moneda al aire para ver quién de los dos ocuparía el sitio disponible en la nave. El perdedor del volado tendría que viajar varias horas en un autobús sin  calefacción junto con el resto de los músicos. Buddy ganó y dijo en broma a Waylon: "Espero que te congeles en el camión", a lo que el otro respondió: "Y yo espero que te estrelles en la avioneta". Una hora después, Holly, Valens y Bopper morirían en el accidente aéreo que aún hoy muchos seguimos llorando.

jueves, 29 de marzo de 2018

La izquierda idiota


A fines del siglo pasado, publiqué en la revista La Mosca en la Pared (No. 118) el texto “La izquierda idiota”, en referencia a la izquierda zapatista nice que nos abrumaba con su corrección política. Tres lustros después, en 2012, publiqué (ya en la red) una segunda versión, levemente adecuada a las nuevas circunstancias que no eran demasiado distintas (sólo hubo un cambio de ídolo falso). Como en los más recientes seis años las cosas no han cambiado un ápice, republico aquí esa segunda versión, con algunos leves añadidos. Por cierto, lo de idiota no está dicho como insulto sino a manera de estricto diagnóstico psicoterapéutico.

1. La izquierda idiota se disfraza de progresista y es esencialmente reaccionaria.
2. La izquierda idiota no ve las cosas como son sino como quisiera que fuesen.
3. La izquierda idiota se deja deslumbrar por la mitomanía egocéntrica de un iluminado de pocas luces.
4. La izquierda idiota ha expulsado de sus filas a la izquierda inteligente.
5. La izquierda idiota cambió al viejo turismo revolucionario a Chiapas por la comodidad de las redes sociales.
6. La izquierda idiota es maniquea.
7. La izquierda idiota es cursi.
8. La izquierda idiota es ciega.
9. La izquierda idiota es caudillista.
10. La izquierda idiota es prejuiciosa.
11. La izquierda idiota es intolerante.
12. La izquierda idiota es políticamente correcta.
13. La izquierda idiota es políticamente torpe.
14. La izquierda idiota no cree que la política sea el arte de la negociación.
15. La izquierda idiota convierte en dogmas repetitivos y efectistas todos los infundios y mentiras lanzados por su líder máximo.
16. La izquierda idiota dice ser antipriista pero adopta los peores vicios del priismo.
17. La izquierda idiota únicamente lee un diario y una revista y sólo escucha un noticiario en la radio por internet.
18. La izquierda idiota sólo lee a columnistas que simpatizan con el mal llamado movimiento progresista.
19. La izquierda idiota acusa de vendidos y corruptos a todos los columnistas que no lanzan loas y ponen incienso a su Mesías.
20. La izquierda idiota exige el derecho a la libertad de expresión pero trata de acallar el derecho de expresión de quienes no piensan como ella.
21. La izquierda idiota rechaza a Televisa por manipular la información y permite que sus medios de prensa afines hagan exactamente lo mismo (aunque en sentido contrario).
22. La izquierda idiota fomenta el linchamiento de quienes no comunican lo que ella quiere.
23. La izquierda idiota ha hecho del insulto anónimo un estilo de vida.
24. La izquierda idiota es terriblemente crítica con quienes considera sus enemigos y terriblemente complaciente con quienes considera sus aliados.
25. La izquierda idiota desconoce la palabra autocrítica.
26. La izquierda idiota es extraordinariamente manipulable.
27. La izquierda idiota sigue pensando que el asambleísmo, las consultas “populares” y las votaciones de manos alzadas son sinónimo de democracia.
28. La izquierda idiota afirma que las masas siempre tienen la razón, menos cuando están en contra de los dogmas de la izquierda idiota.
29. La izquierda idiota siente nostalgia del nacionalismo revolucionario.
30. La izquierda idiota desconfía de la clase obrera y de las organizaciones de la llamada sociedad civil.
31. La izquierda idiota abomina de las instituciones pero las utiliza a su conveniencia, para luego volver a abominarlas.
32. La izquierda idiota manipula a su conveniencia la historia de México.
33. La izquierda idiota pide que tengamos memoria, pero extravía la memoria sobre su propio pasado.
34. La izquierda idiota es victimista.
35. La izquierda idiota sigue inventando complots en su contra.
36. La izquierda idiota es esencialmente antidemocrática.
37. La izquierda idiota aún cree en la efectividad de las marchas y las plazas llenas.
38. La izquierda idiota ha cambiado el razonamiento por la consigna y ha hecho de ésta un mantra dogmático.
39. La izquierda idiota sabe vociferar.
40. La izquierda idiota no sabe reflexionar.
41. La izquierda idiota cree que el retroceso histórico significa progreso.
42. La izquierda idiota hizo todo por destruir al único verdadero partido político con que contaba y se adscribió a una secta religiosa manejada por la voluntad de un iluminado que exige obediencia absoluta.
43. La izquierda idiota depende de la voluntad de una cabeza delirante.
44. La izquierda idiota cree que no hay mas verdad que la suya.
45. La izquierda idiota cree que no hay mas dialogo que el dialogo de sordos.
46. La izquierda idiota reacciona como el perro de Pavlov.
47. La izquierda idiota ha opacado masivamente a la izquierda inteligente.
48. La izquierda idiota es hoy por hoy la izquierda dominante.
49. La izquierda idiota cree que los demás somos idiotas.
50. La izquierda idiota... es idiota.

miércoles, 28 de marzo de 2018

10 influencias decisivas en el rockcito

¿Cuáles son las grandes influencias de nuestro petit rock nacional? No el blues o el soul. Tampoco el rock sesentero o el brit pop. Mucho menos el punk o el grunge. No: las grandes influencias del rockcito mexicano salieron casi todas ellas de Siempre en Domingo y otras emisiones similares. He aquí una decena de ejemplos, en orden decreciente.

10.- Camilo Sesto. El españolito con cara de nalga de bebé es una notable influencia para ese supuesto rock nacional que solemos escuchar a diario y que tanto gusta de los lloriqueos cursis y las baladas ñoñas. Un padrino emblemático de nuestros roquerines.

9.- Sandro de América. Papá musical de vocalistas como Saúl Hernández o León Larregui, con más energía pero idéntica chabacanería y la misma tendencia al melodrama barato. Gran influencer este argentino.

8.- La Tigresa de Oriente. Llegó y arrasó, con su estrambótico estilo e inenarrable presencia. La peruana logró cambiar el estilo de intérpretes y grupos mexicanos como Natalia Lafourcade o Café Tacuba. Lo que Janis Joplin nunca pudo influir en estos lares lo consiguió esta indina andina.

7.- Los Bukis. Uno de los combos fundadores de la música grupera, padres putativos de cosas como Enjambre o Los Románticos de Zacatecas. A decir verdad, en el fondo, resultan más rocanroleros que muchas insignes estrellitas que se jactan de serlo.

6.- Los Ángeles Negros. Más o menos lo mismo que los Bukis, pero en versión chilena. Padres de los también andinos Manuel García o Los Tres que a su vez tanto emboban a los rockers (ajá) de Mexicalpan de las Tunas.

5.- Rigo Tovar. Lo llegaron a llamar el Jim Morrison mexicano y parece que le gustaba el rock, aun cuando le dio por la cumbia, esa misma cumbia que ya tiene patente de corso en el Vive Latino.

4.- Leo Dan. Otro argentino, tan influyente en el rockcito mexicano como el propio Gustavo Cerati, aunque menos pretensioso. También más afinado que el 99 por ciento de nuestros cantantes del género.

3.- Microchips. Creado por los hermanos De Llano Macedo (Luis y Julissa), este conjunto de chavitos fue contemporáneo de Caifanes, Fobia y La Maldita, aunque su música era mucho más rocanrolera que la de los tres mencionados y hasta resultaban más simpáticos.

2.- Menudo. Los hechizos puertorriqueños marcaron de por vida a muchos de los actuales exponentes del rockcito, sobre todo a los que sustituyen la falta de calidad musical con una hiperquinesis escénica tipo Víctimas del Dr. Cerebro o Los Abominables (nunca un nombre más certero).

1.- Timbiriche. Los padres definitivos del rockcito y quienes merecen —¡a la de ya!— ser estelares absolutos del próximo Vive Latino. Obra también de los hermanos De Llano, Timbiriche merece un reconocimiento nacional y la pleitesía eterna por parte de sus cientos de discípulos (quienes, no obstante, son mil veces menos roqueros que Sasha, Eric, Diego, Mariana y compañía).

martes, 27 de marzo de 2018

Otro Jack White

Desconcertante. Es la primera palabra que me viene a la mente luego de escuchar el más reciente disco de Jack White, aparecido apenas este viernes 23 de marzo.
  Pero desconcertante no quiere decir malo ni mucho menos. Es cierto que Boarding House Reach (Third Man Records, 2018) nada tiene que ver con sus dos anteriores esfuerzos como solista, los sensacionales Blunderbuss (2012) y Lazaretto (2014). Mientras estos dos álbumes se alimentaban en general del blues, el folk y la roots music, el nuevo plato apuesta por la experimentación más ecléctica. Hay aquí elementos del avant-garde y la electrónica, del hip-hop y el jazz-funk psicodélico. Escúchense piezas como “Corporation”, “Abulia and Akrasia”, “Hypermisophoniac” o “Ice Station Zebra” para comprobarlo.
  Esta vez, los sintetizadores y las múltiples posibilidades que brinda el estudio de grabación han sustituido casi por completo a las guitarras de White, a sus pianos retro o a sus baterías clásicas.
  Tomemos como ejemplo un corte: “Over and Over and Over”. Hay ahí una mezcla de elementos instrumentales y una serie de cambios rítmicos tan drásticos que recuerdan a Frank Zappa. Los coros, los teclados, los sonidos electrónicos, las enloquecidas percusiones son totalmente zappianas, aunque no dejan de sonar a Jack White.
  ¿Estamos frente a un trabajo meramente experimental o ante un cambio radical en la ruta musical del fundador de los White Stripes y los Raconteurs? Habrá que esperar a su siguiente disco para saberlo. Por lo pronto, a pesar de que algunos de los seguidores más heterodoxos de White ya empezaron a repudiar este álbum, calificándolo como basura, me parece que hay que escucharlo con atención y descubrir una propuesta no sólo osada sino muy interesante y propositiva. Composiciones como “Connected by Love”, “Why Walk a Dog”, “Everything You’ve Ever Learned”, “Respect Commander”, “Humoresque” o “What’s Done Is Done” (la pieza más tradicional del disco) merecen que nos fijemos en ellas.
  Lo invito a adentrarse en Boarding House Reach. Vale la pena.

(Mi columna "Gajes del orificio" de hoy en la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 26 de marzo de 2018

63 años

Esos son los que cumplo hoy, justo al mediodía. Como que no me lo creo. Como que no me siento de esa edad. Quizás si le diéramos vuelta a los números se ajustarían más a los años que tengo en mi ánimo. Pero no me quejo por esos 63 que no son 36 y sí lo son. De hecho, me siento orgulloso de estar viviendo ya seis décadas y tres años, en medio de proyectos en pleno desarrollo (como mi disco, como algunos libros en preparación), de amistades maravillosas (en especial femeninas) y con el amor incondicional de mis seres más cercanos y amados. Ojalá que el país no se venga abajo y no caiga en la oscuridad a partir de los resultados electorales. Es lo único que pido. Voy por mis beatlescos sixty four... y luego por muchos más.

domingo, 25 de marzo de 2018

Shades of Deep Purple

A pesar de que se trata de un álbum muy variado y que en su momento hacía complicado adivinar hacia dónde se dirigía la música del grupo, estamos ante un gran disco. Estas sombras del púrpura profundo están conformadas por ocho temas estupendos que coquetean mucho más con el pop sesentero, la psicodelia y el apenas en ciernes rock progresivo de aquellos años que con el rock duro y casi metalero que caracterizaría a Deep Purple a partir de la siguientre década.
  Con su primera formación (la Mark I), el quinteto arrancaba una larguísima carrera que rendiría frutos musicales extraordinarios. Shades of Deep Purple –grabado en escasos tres días– inicia con “And the Address” una interesante pieza instrumental muy cercana al progresivo que da paso al primer gran golpe del grupo, su versión a “Hush”, una canción country de la autoría de Joe South y que en manos de Jon Lord, Ritchie Blackmore y compañía recibió un fenomenal arreglo y se convirtió en uno de las grandes y más memorables temas del rock de los sesenta. Por su parte “One More Rainy Days” es una clásica canción pop de aquellos días, con la voz de Rod Evans en su plenitud melódica. El primer lado del larga duración original concluye con otro cover que en manos de esta agrupación se convirtió en clásico. Me refiero a ese gran blues de Skip James que es “I’m So Glad” y del cual Cream también hizo una versión excelente. Deep Purple, sin embargo, lo hizo crecer a niveles astrales, sobre todo con la fastuosa introducción (“Prelude: Hapiness”), inolvidable.
  El lado B comienza con el corte más premetalero del disco. “Mandrake Root” seduce desde que inicia, aunque el riff de Blackmore no deja de recordar a “Foxy Lady” de Jimi Hendrix. Un nuevo tema ajeno, en este caso “Help” de Lennon y McCartney, recibe un tratamiento magnífico hasta convertirlo en una canción de pausada psicodelia. Tal vez el corte menos brillante sea “Love Help Me”, composición propia que casi transcurre inadvertida.
  Shades of Deep Purple concluye con el postrer tema ajeno, el tradicional “Hey Joe” que aquí cobra aires un poco grandilocuentes al querer darle un toque pretenciosamente españolizado (como la “Spanish Caravan” de los Doors). Con todo, un álbum más que disfrutable en su esencia sesentera.

(Reseña que escribí para el Especial No. 34 de La Mosca en la Pared, dedicado a Deep Purple y publicado en octubre de 2006)

sábado, 24 de marzo de 2018

Obsesión por el poder

Ese era su ideal, ese era su sueño. Lo fue desde muchos años antes, décadas enteras, desde que se unió al partido todopoderoso para aproximarse al poder y saber qué se sentía estar cerca del mismo. Adoctrinado bajo la aplastante influencia de aquel partido único y omnipotente, al que una oposición ridícula no le hacía la menor sombra, su única visión de lo que debía ser un primer mandatario es la que había conocido desde su infancia: un jefe supremo al que nadie se atrevía a contradecir, un mandamás absoluto que decidía lo que era bueno y lo que era malo para el país y para sus millones de habitantes.
  Así creció y su idea del poder jamás cambió. Por el contrario, se acrecentó. Por eso desde muy joven tuvo una sola ambición que no tardó en convertirse en obsesión: un día el sería ese hombre grande del poder, ese mandamás, ese jefe supremo. Nada, ni siquiera una hoja de árbol, se movería sin su autorización. Él lo determinaría todo. Desde las grandes decisiones de Estado, hasta la moralidad que debería imperar entre la sociedad, desde las actividades macro económicas, hasta lo que cada miembro del pueblo pensara. Mandaría al diablo a toda institución que le estorbara. Barrería con los opositores. Los compraría, los corrompería, los encarcelaría o los eliminaría del mapa. Sólo se rodearía de una camarilla de su entera confianza, preferentemente formada por sus familiares más cercanos, sus hijos tal vez.
  Porfió durante años. Terca, neciamente. Las cosas no siempre le fueron fáciles. Debió luchar contra viento y marea. Traicionó, mintió, mercó voluntades, acabó con sus enemigos. Pero fue acercándose poco a poco al Poder, a ese ansiado Poder con mayúscula que tanto ansiaba, porque sólo él y nadie más sabía lo que el país necesitaba. Arrogante, manipulador, agresivo, pero también amoroso, sonriente, dicharachero, se ganó a millones de personas que sucumbían ante su dudoso pero efectivo carisma. Y así estaba, con grandes posibilidades de ganar las elecciones y de ser el Jefe Máximo de la nación.
  Así estaba Vladimir Putin hasta hace poco más de una semana, en vísperas de ganar las elecciones en Rusia.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

viernes, 23 de marzo de 2018

Para dártelas de entendido en rock (53)

Los ejecutivos de MTV sacaron la idea de su serie Unplugged después de ver a Ian Anderson, de Jethro Tull, hacer un set acústico. Pero cuando más adelante Anderson solicitó que se incluyera a Jethro Tull en el programa, MTV se negó, con el pretexto de que el grupo era demasiado viejo y no tenía el suficiente atractivo para el público de la estación.

jueves, 22 de marzo de 2018

Preguntas de un lector moscoso

(Ilustración de Erich Obed)
Un antiguo lector de La Mosca en la Pared me hizo llegar este cuestionario con algunas inquietudes suyas con respecto a la revista que dirigí de 1994 a 2008. No recuerdo el nombre del lector, por lo cual me disculpo, pero publico aquí mis respuestas por si las ve y para que las vean otros lectores de la querida Mosquita.

1.- ¿Quién era el autor de aquella caricatura publicada en uno de los primeros números llamada “La Caja”? ¿La puedes publicar aquí?
No la recuerdo, prometo buscarla y, de dar con ella, publicarla.

2.- ¿Alguna vez se publicó la aventura de Botellita en Fresnillo (cuando haciendo playback se les fue parando la grabadora lentamente?
No que yo me acuerde, habría que revisarlo.

3.- ¿Todas las “Confesiones íntimas de un guacarrócker” eran ciertas?
Eso se lo tienes que preguntar al autor de la sección, Armando Vega-Gil.

4.- ¿Quién o quiénes escribían los “Numerotes?
La primera vez que apareció, lo hicimos entre Fernando Rivera y yo. Los siguientes los elaboré yo solo.

5.- ¿Quién era realmente Hamlet Ultrapeluche?
Su nombre real era Gabriel Feijoo, nos mandaba sus colaboraciones desde Chicago.

6.- ¿Y la Maga? ¿Por qué La Maga?
Tendrías que preguntárselo a él, aunque supongo que tiene que ver con el personaje de Rayuela de Cortázar.

7.- ¿La carta de aquellos fanáticos de Caifanes que se hacían pasar por españoles fue cierta?

Absolutamente cierta.

8.- Entiendo que a veces hay que darle una pequeña ayuda a tus amigos, pero, neta, ¿te parecían tan buenos los discos de Los Humanos o el de Julieta Venegas?
Me siguen pareciendo dos buenos discos, sobre todo el de Los Humanos. Nada tiene que ver que sean conocidos míos. De hecho, los discos posteriores de Julieta no me gustaron.

9.- Cuando se hizo lo de Mujeres en el penthouse/ Machos en la azotea (o algo así), ¿por que Rafael Tonatiuh, cuando están en el lavadero, trae en la mano... una mano? ¿Era de un maniquí o qué?
Te refieres a los “Diálogos de la verguiña”. Hasta donde me acuerdo, la mano era un adorno en la casa de Fernando Rivera. La entrevista se hizo ahí y las fotos (de Isadora Hastings) en la azotea del edificio, en la calle de Londres, colonia Juárez.

10.- ¿Qué fue de Buba?
Se fue con su papá. Desconozco su paradero.

11.- De todos los números impresos de La Mosca en la Pared me faltaron cuatro. ¿Hay forma de conseguir números viejos?
Tengo entendido que en el tianguis del Chopo hay puestos donde los venden.

12.- ¿Te has practicado el cuestionario de “El soundtrack de mi vida”?

No, pero recientemente me lo aplicaron durante una entrevista en Ensenada, Baja California; para un videoblog, me parece. Hasta ahora no lo he visto.

miércoles, 21 de marzo de 2018

The Breeders: puro nervio

Los noventa del siglo pasado fueron años en los cuales surgieron muchos grupos que con el tiempo se volvieron de culto. Neutral Milk Hotel o Blind Melon, por ejemplo. Throwing Muses y los Pixies también.
  Como una derivación de estas dos últimas agrupaciones, The Breeders fue otro proyecto que alcanzó ese estatus cultista y lo hizo básicamente con un par de discos sin los cuales no se podría entender la historia del llamado alt-rock de aquel decenio. Pod (1990) y Last Splash (1993) son dos álbumes que marcaron a toda una generación y crearon un sello propio, muy alejado del sonido de Pixies y Throwing Muses. Sus dos liderezas, Kim Deal y Tanya Donnely, pertenecían respectivamente a cada una de esas dos agrupaciones y lograron escribir la serie de canciones que conformaron el Pod y que gracias también al trabajo en el estudio del productor Steve Albini, derivó en aquel peculiar estilo que caracterizaría a los Breeders y que se consolidó tres años después con la aparición de Last Splash y el éxito tremebundo que logró su tema “Cannonball”.
  A 25 años de distancia de aquel disco, el grupo ha retornado a las grabaciones y acaba de poner en circulación el flamante All Nerve (4AD, 2018). Ya sin Tanya Donnely, pero sí con su hermana Kelley (quien también perteneció al The Breeders originario), más la bajista Josephine Wiggs y el baterista Jim McPherson, Kim Deal ha vuelto a unir fuerzas con Albini y el resultado es un álbum impecable, un trabajo que recoge todo el sonido primigenio de sus dos primeros discos (especialmente del Pod), pero actualizándolo a este tiempo de millenialls con una oncena de canciones en verdad alucinantes.
Quinto opus de su discografía en estudio (porque hay que mencionar también el Title TK de 2002 y el Mountain Battles de 2008), All Nerve tiene algo de conceptual en cuanto al tema de los nervios, con temas como el inicial “Nervous Mary” o el homónimo “All Nerve”. Las letras de esas y otras canciones transcurren por cuestiones que implican el nerviosismo del ser femenino (“Walking with a Killer” habla sobre el miedo a la violación y la muerte: “I’m walking with a killer and I’m gonna need that ride / We rolled through the night / Through the cornfields of East 35 / I didn’t know I should have / I didn’t know it was my night to die / But it really was”), aunque también hay humor en la forma como Kim  Deal se burla de esos temores y terrores (sobre todo en la ya mencionada “Nervous Mary”).
  En lo estrictamente musical, el disco es una joya. Sin perder el estilo (me refiero al estilo musical del grupo, pero también a la elegancia y la prestancia de sus interpretaciones), el grupo suena preciso, con esos acordes de guitarra secos y grungeros que lo caracterizan, pero se da el espacio suficiente para intercalar cortes de ritmo lento y acompasado (incluso de belleza plena, como “Dawn: Making an Effort” y “Spacewoman” o de intención más hipnótica, como “MetaGoth” y “Blues at the Acropolis”) con otros más machacantes y afilados (“Skinhead #2”, “Wait in the Car”, “Howl at the Summit”) .
  Un álbum a la vez rudo y vulnerable, sensible y poderoso. Gran regreso de las entrañables Breeders.

(Reseña que escribí para el sitio Sugar & Spice y que acaba de ser publicado en el mismo)

martes, 20 de marzo de 2018

La entrañable música de The Decemberists

Hay sonidos entrañables. Música tan cálida y hermosa que es capaz de tocar nuestra sensibilidad de una manera especial. No todos los compositores poseen el envidiable don de crearla. Sea en el género que sea.
  Colin Meloy es uno de ellos. Desde Portland, Oregon, y al frente del quinteto The Decemberists, lleva más de tres lustros de escribir e interpretar canciones llenas de calidez, alma, inteligencia y ese extra que no se puede explicar con palabras y que sólo es posible captar con el sentimiento y las entrañas.
  Desde su disco Castaways and Cutouts de 2002, pasando por joyas como Her Majesty (2003), Picaresque (2005), The Crane Wife (2006), The Hazards of Love (2009), The King Is Dead (2011) y What a Terrible World, What a Beautiful World (2015), su sofisticado y fino sonido, dentro del alt-rock y el alt-folk, ha logrado trascender artísticamente, a pesar de no ser la suya una agrupación mainstream o dedicada a complacer los gustos masivos.
  Este mes de marzo ve llegar el octavo larga duración en estudio de los Decemberists: I’ll Be Your Girl (Capitol, 2018). Se trata de un álbum ligeramente distinto a sus siete predecesores, en el sentido de que por primera vez han añadido a su música, únicamente en algunas canciones, algo tan poco usual en ella como los sintetizadores. Podría parecer una locura, dado el estilo digamos tradicional del grupo, pero la verdad es que gracias a los buenos oficios de su nuevo productor, John Congleton, todo el disco suena espléndidamente bien.
  Son once las canciones que conforman I’ll Be Your Girl y no hay una sola que sobre. Todo lo contrario. Sin ser un disco conceptual como The Crane Wife o The King Is Dead, los temas se funden de manera perfecta, a pesar de ser tan diferentes unos de otros. El talento autoral de Meloy no deja de sorprender (qué capacidad la suya para crear melodías memorables). Cada composición es una joya llena de belleza y también –otra virtud– de buen humor.
  Uno de los mejores discos en lo que va del año.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 19 de marzo de 2018

Cinco aforismos sobre mis amigas

-Paradojas de la vida: enamorarse de todas pero sin enamorarse de alguna.

-Veo una contradicción en el hecho de que mis amigas más progresistas sean las más conservadoras en cuestión de relaciones sentimentales.

-Amigas que se hacen de novios, amigas que se desprenden de ellos: el eterno carrusel de la vida (y la ventaja de tener muchas amigas).

-Qué fortuna tener amigas que hagan que valga (aún más) la pena vivir.

-Tengo varias amigas que siguen pensando, con ingenua ternura, en que algún día, tarde o temprano, aparecerá su príncipe azul.

domingo, 18 de marzo de 2018

The Lamb Lies Down on Broadway

Séptimo disco de Genesis y el primero plenamente conceptual, The Lamb Lies Down on Broadway (1974) es una obra monumental, bombástica, monstruosa, grandilocuente, prácticamente una ópera rock, pero –eso sí– una ópera rock progresiva.
  En la misma, se cuenta la historia de un puertorriqueño de nombre Rael, quien se dedica a la prostitución masculina en la ciudad de Nueva York, Si bien la narración es confusa e inconexa y en ocasiones absurda (en el sentido del teatro del absurdo), la música resulta excelente.
  Se trata de un álbum doble, con cada disco perfectamente definido: el primero con diez canciones y el segundo con piezas instrumentales atmosféricas. A destacar, cortes como “Back in NYC”, “In the Cage”, “The Carpet Crawlers” y la homónima “The Lamb Lies Down on Broadway”.
  Este es posiblemente el Genesis favorito de sus seguidores, con Peter Gabriel como líder y cantante principal, Steve Hackett y Mike Rutherford en las guitarras, Brian Eno y Tony Banks en los teclados y Phil Collins en la batería. Un absoluto dream team para un álbum de excepción, el último de Gabriel con el grupo.

(Reseña publicada originalmente en el especial de La Mosca en la Pared No. 46, editado en febrero de 2008 y dedicado al rock progresivo; fue el último número de la serie –¡snif!– en aparecer)

sábado, 17 de marzo de 2018

AMLO y el petate del tigre

A decir del sitio Tigrepedia (juro que existe), hay seis subespecies de tigres en el planeta, casi todas en peligro de extinción: el tigre de Bengala, el tigre siberiano, el tigre de Sumatra, el tigre malayo, el tigre de Indochina y el tigre del sur de China. En México se le suele llamar tigre al jaguar, pero se trata de especies diferentes. Los únicos tigres mexicanos, sobre todo en nuestra política, son el tigre de la rifa y el tigre de papel.
  Ahora que Andrés Manuel López Obrador quiso asustar a los banqueros (y de paso a los ciudadanos) con el petate del tigre (“Si se atreven a hacer un fraude electoral, yo me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar al tigre; el que suelte el tigre que lo amarre, ya no voy a estar yo deteniendo a la gente luego de un fraude electoral. Así de claro”), habría que dilucidar si su tigre es de papel o si de plano los mexicanos nos podríamos sacar el tigre de la rifa.
  Dice López Obrador que no quiso decir lo que dijo y que se le ha malinterpretado. No obstante, si nos fijamos en su lenguaje corporal al momento de pronunciar su implacable sentencia felina –tal como señalara J. Jesús Rangel M. en su columna de Milenio–, su actitud es soberbia y, sí, amenazante. Ese dedo que va de un lado a otro y señala a su auditorio no deja muchas dudas.
  ¿Debemos preocuparnos ante la posibilidad de que el candidato presidencial de Morena suelte al tigre si no gana las elecciones y considera que hubo un fraude o se trata de una mera baladronada del tabasqueño para meternos miedo? Creo que cuando menos deberíamos tomar precauciones y estar atentos ante el riesgo (ya hay por ahí una “Brigada Urbana” en las redes sociales que habla sobre futuros “ajusticiamientos”).
  Lo real es que esa declaración puede restarle los votos de mucha gente que lo que menos quiere es vivir un conflicto postelectoral como el de 2006.
  Los animales no parecen ser buenos amigos de López Obrador. Hace doce años, fue una chachalaca la que le arruinó buena parte de lo que había logrado; esta vez podría ser un tigre.
  Así de claro.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy, publicada en Milenio Diario)

viernes, 16 de marzo de 2018

Para dártelas de entendido en rock (52)

Se cuenta (puede ser una mera leyenda urbana, pero también puede no serlo) que cuando Led Zeppelin estaba grabando su cuarto álbum (el que todos conocemos como Led Zeppelin IV aunque no sea su nombre oficial, ya que el título real está conformado por cuatro símbolos esotéricos), el grupo necesitaba una o dos canciones más para llenar los ocho minutos que aún podían utilizar. Jimmy Page y Robert Plant se pusieron a trabajar a todo tren y así surgió el corte de relleno que necesitaban. ¿El título de aquella canción hecha más o menos al vapor? "Stairway to Heaven".

miércoles, 14 de marzo de 2018

Something Else

De algún modo, Something Else (1967), el quinto disco de los Kinks, es como la continuación estilística de Face to Face, pero una continuación en la cual la música y las letras se hacen más finas y sofisticadas, como en la magnífica “David Watts” y su clásico “Fa fa fa fa”, con una estructura armónica nunca antes escuchada en un tema del cuarteto y un arreglo impecable, con el piano del gran Nicky Hopkins siempre presente. Lo mismo puede decirse de esa otra belleza que es la triste y poética “Death of a Clown”, de Dave Davies, con la voz etérea de Rosa Davies, la esposa de Ray, y su misterioso “la la la”, más el piano –otra vez– de Hopkins. Todo en Something Else resulta extrañamente elegante y atemporal, como la nostálgica “Two Sisters”, la sensual y bossanovesca“No Return” (hay quien dice que en la voz de Astrud Gilberto hubiese sido una maravilla), la muy simpática y como de music hall “Tin Soldier Man”, la inesperadamente soulera “Situation Vacant” (órgano Hammond incluido, cortesía –claro– de Nicky Hopkins), el aparente homenaje a los Beach Boys que es “Funny Face”, la vaudevillesca “End of the Season” y ese otro gran tema clásico de los Kinks que es la entrañable “Waterloo Sunset”.
  Un gran disco.

(Reseña que escribí para el Especial de La Mosca en la Pared No. 43, publicado en octubre de 2007)

martes, 13 de marzo de 2018

Los 40 años de Ritmo Peligroso

Ritmo Peligroso, el grupo liderado desde sus orígenes por el cantante y compositor cubano-mexicano Piro Pendas, está cumpliendo 40 años (se formó en agosto de 1978, con el nombre de Dangerous Ryhthm, y en 1985, con la aparición del disco En la mira, castellanizó su nombre tal como lo conocemos hoy).
  Recuerdo bien sus primeros tiempos como grupo de punk, cuando se presentaba en el legendario Hip 70 de Insurgentes Sur, cerca del extinto Núcleo Radio Mil (sede de estaciones radiofónicas como La Pantera 590 y Rock 101), por allá de 1979 y hasta 1982. Ya como Ritmo Peligroso, la agrupación se inclinó más hacia un rock con toques afrocaribeños (mal llamados latinos) que le dio un sabor muy contagioso y especial a sus canciones, entre las cuales destacaron “Déjala tranquila”, “Contaminado”, “Pa qué violencia” y la controvertida, valiente y espléndida “Marielito” (rechazada por algunos sectores de izquierda que simpatizaban con Fidel Castro y la revolución cubana).
  Conozco a Piro desde hace unos veinte años y tengo la mejor opinión de él como persona generosa y músico profesional y honesto (su grupo noventero, Los Humanos, también me gustó mucho). Por ello me alegra que su proyecto cumpla cuatro décadas, acontecimiento que celebra con la aparición del álbum conmemorativo Pa’lante hasta que tu body aguante (Dragora Records).
  Se trata de una recopilación de sus canciones más célebres, en nuevas versiones con músicos invitados, entre los que podemos mencionar a Héctor Infanzón, Alex Lora, Sergio Arau, Rubén Albarrán, Rafael Salgado, Sabo Romo, Leonardo de Lozanne, Dr. Shenka, Paco Familiar y el Colectivo Nahuatl, con el que Piro interpreta la única pieza nueva del disco: “Las calles de mi continente”, una especie de huapango-rock muy bien fusionado (nunca deja de sonar a rock) cuya letra habla acerca de la pobreza y la corrupción en los países de Iberoamérica. En una entrevista, Pendas la define como una canción de protesta y anuncia que la presentará en concierto (“en estreno universal”) durante la presentación de Ritmo Peligroso en el próximo Vive Latino.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 12 de marzo de 2018

Atom Heart Mother

En esta grabación de 1970, muchas veces menospreciada y subvalorada, Pink Floyd comenzó a adentrarse en una música de tendencias sinfónicas, con orquestaciones (arregladas por Ron Greesin) que, ciertamente, de pronto pueden sonar pomposas y llenas de pretenciones grandilocuentes, pero que tomando en cuenta el momento en que se grabó –es decir, el contexto particular del disco– adquieren otra dimensión.
  El famoso álbum de las vacas (cuya portada sería parodiada por KLF en su disco Chill Out) contiene composiciones larguísimas (la suite orquestal “Atom Heart Mother”, con sus seis movimientos, ocupa todo el lado A en la versión en vinil) y ambiciosas que daban al rock una característica "seria" que se alejaba del espontaneísmo que le era (y le sigue siendo, por supuesto) característico.
  Sin embargo, hay aquí también hallazgos notables, como la célebre “Allan’s Psychedelic Breakfast”, composición colectiva que sigue guardando un gran interés a casi cincuenta años de distancia, además de tres temas individuales: “If” de Roger Waters (bella melodía nostálgica en arreglo semiacústico), “Summer 68” de Rick Wright (suave tonada con algunos interesantes cambios armónicos) y “Fat Old Sun” de David Gilmour (otra pieza tranquila aunque un tanto intrascendente).
  Atom Heart Mother es una obra que prefigura y anuncia lo que el cuarteto habría de ser durante la siguiente e importantísima década: la de los setenta.

(Reseña que escribí para el Especial No. 7 de La Mosca en la Pared, dedicado a Pink Floyd y publicado en enero de 2004)

domingo, 11 de marzo de 2018

¿Quién es Margarita Dolcevita?

El estilo recuerda al de Italo Calvino. En especial al Calvino de Marcovaldo (1963). También hay un aire de las novelas para adolescentes de Roald Dahl –¿como no pensar en Matilda (1988), aunque la trama sea muy otra. Sólo que Margarita Dolcevita (2017) no es exactamente un libro para adolescentes. Aunque lo parezca. En el fondo, se trata de un relato... digamos... adulto, cuyo personaje principal es una jovencita de 14 años que mira al mundo y a la vida con los ojos y la mente de una persona más madura y... No, pero las personas adultas que retrata Stefano Benni en su novela son todo menos maduras, por lo que... A ver, volvamos a empezar...
  Margarita Dolcevita (el personaje) es una adolescente llena de inteligencia; una joven que sabe observar lo que la rodea y a quienes la rodean con ojos agudos y llenos de humor, un humor irónico y burlón pero siempre noble y certero; una niña que aún no cumple los 15 y reflexiona críticamente acerca de lo mal que están el mundo y la sociedad, de la manera absurda como sobrellevamos la vida y nos la complicamos, cuando todo podría ser tan bueno y sencillo. Es una Holden Caulfield italiana, porque al igual que el personaje de J. D. Salinger en El guardián entre el centeno (1951), nos hace ver las cosas a través de la visión de la adolescencia, esa edad que conserva mucho de la niñez, aunque la adultez amenaza con hacerse presente y romper con el encanto. Pero Margarita no quiere romper con el encanto y sigue siendo dulce. Por eso su abuelo, quien está un poco deschavetado, la bautizó justamente como Margarita Dolcevita.
  La editorial española Blackie Books acaba de publicar esta, la más reciente novela del escritor italiano Stefano Benni, un libro que lleva vendidos decenas de miles de ejemplares en su país y en varias partes de Europa y que consagra a Benni, a sus 71 años, como uno de los mejores literatos en su idioma, a la altura de Alberto Moravia, Dino Buzzati, Alessandro Barico y el ya mencionado Italo Calvino, aunque también hay similitudes con Federico Fellini, pues muchas de las atmósferas narrativas remiten a las películas del realizador de La dolce vita y Amarcord.
  Margarita Dolcevita nos cuenta, en primera persona y en voz de esta jovencita excepcional, la historia de una familia que vive en los suburbios de una ciudad italiana cada vez más afectada por la urbanización y el daño ecológico. Otra familia, la de los Del Bene, se muda a un lado de su casa y el contraste no puede ser mayor entre ambas. Los Del Bene son el exacto retrato de la familia consumista, conservadora y adaptada al sistema establecido, lo que rompe con todo lo que Margarita concibe como ideal para ser feliz. Ella, tan llena de imaginación y de creatividad, de aprecio por las imperfecciones que nos hacen humanos, de pronto se topa con estas personas “perfectas”, algunas incluso de su edad, con quienes sin embargo ha de convivir y nos describe, por medio de ellas, con una delicia cómica que nos hace reír todo el tiempo, el absurdo de sus existencias, de sus nimias preocupaciones, de sus ridículos intereses, de sus mezquinas metas (Labella, la vecina de su propia edad, le asegura en algún momento, por ejemplo, que “jamás podría yo tener un novio sin un coche de gran cilindrada”).
  Aunque hay un trasfondo de amargura (más por parte del autor que del personaje de Margarita), la novela es optimista y deja un sabor muy grato mientras se le lee y una hermosa nostalgia cuando se le termina.

(Reseña que me publicó hoy el sitio Sugar & Spice)

sábado, 10 de marzo de 2018

¿Existe el PRIMOR?

Llevamos años con la cansina y cursi cantaleta solovina del “PRIAN” como causa de todos los males. Dados como son a modificar nombres de personas e instituciones con un dudoso ingenio que ellos creen cosa genial, los chairos cantores pergeñan expresiones tan “ingeniosas” como “Peña Miento”, “El Meados”, “Canaya” y otras finezas. Igual lo del famoso PRIAN.
  Pero he aquí que la política nacional da giros inesperados y en lo que parecería una pugna personal de grandes proporciones entre el presidente Enrique Peña Nieto y el candidato de Por México al Frente, Ricardo Anaya, empieza a correr la delirante especie de que el actual jefe de todos los priistas ha pactado nada menos que con el jefe de todos los morenistas, a fin de hundir a Anaya y dejarle la presidencia en bandeja a López Obrador, lo que habría dado origen nada menos que a la fusión de facto entre el PRI y Morena: el PRIMOR.
  Suena demasiado fantasioso, fruto de alguna mente enloquecida. Es como uno de esos rumores a los que nadie podría otorgar la menor verosimilitud, de esas ocurrencias que alguien lanza en las redes sociales y van creciendo como una surreal bola de nieve. Y sin embargo...
  En esta loca polaca nuestra, cualquier cosa puede suceder. Si el PAN se unió al PRD y Morena al PES, ¿por qué no podría suceder que los actuales priistas se juntaran de pronto con los viejos priistas que hoy conforman el morenismo? De hecho, hasta habría mayor dosis de congruencia partidaria que en los otros casos.
  Y si dentro de este proceloso mar de especulaciones el gobierno parecería trabajar para AMLO, también pudiera ser que en realidad estuviese trabajando –voluntaria o involuntariamente-– para Anaya, a fin de convertirlo en mártir y darle una mayor fuerza de cara a las elecciones del próximo 1 de julio.
  En fin, sólo menciono los runrunes que corren de aquí para allá. En cuanto empiecen las campañas, quizá todo vaya quedando en su lugar y tengamos una idea más clara de lo que hoy está sucediendo.
  La cosa está entretenida, pero no muy PRIMORosa. 

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

viernes, 9 de marzo de 2018

Para dártelas de entendido en rock (51)

Un dato escueto pero que muy pocos conocen: Stevie Ray Vaughan fue el guitarrista en el álbum Let's Dance de David Bowie, en 1983. Hoy, ambos tocan juntos en el paraíso de los roqueros.

jueves, 8 de marzo de 2018

Pete Townshend y dos curiosidades musicales

De pronto uno se topa con curiosidades discográficas verdaderamente sorprendentes. La tarde de ayer exploraba en Spotify y al poner en el buscador el nombre de Pete Townshend, su discografía me mostró un par de álbumes cuya existencia desconocía y que involucra a sus dos óperas rock: Tommy (1968) y Quadrophenia (1973).
  En el primer caso, se trata de una muy peculiar versión en alemán de la historia de Tommy Walker, el niño ciego y sordomudo que protagoniza la clásica rockópera de The Who escrita por Townshend y de la cual existen varias versiones en disco; las mejores, la original de 1968 y la sinfónica de 1972 (ésta con invitados de primer orden como Steve Winwood, Merry Clayton, Rod Stewart, Ringo Starr y Maggie Bell).
  Hay muy poca información acerca de la versión germana (intitulada The Who’s Tommy –Das Rockmusical– Deutschsprachige Gesamtaufnahme Live, grabada en 2015), cuya fascinación estriba tanto en las diversas voces cantando en alemán como en los arreglos que se permiten algunas libertades y cambios (no sé si autorizados o no por el propio Townshend). Se trata de una escenificación teatral de la obra y de ahí surge este disco altamente recomendable, no sólo para los seguidores de The Who sino para cualquier melómano, dada la alta calidad de la adaptación.
  Por lo que respecta a Pete Townshend’s Classic Quadrophenia (Deutsche Grammophon, 2015), estamos ante una exquisita y perfecta adaptación orquestal de esta otra obra maestra del guitarrista y compositor inglés. Orquestada por su pareja, la arreglista y cantautora Rachel Fuller, Quadrophenia adquiere una atmósfera más adulta, sin que suene solemne o pomposa. Todo lo contrario: hay un muy buen gusto en los arreglos y un punto clave: la voz principal no la llevan Roger Daltrey o Pete Townshend sino Alfie Boe, un afamado cantante de ópera británico, quien le otorga a su interpretación aires que transforman las canciones –como bien apunta el crítico estadounidense Stephen Thomas Erlewine– de lo que era originalmente un muestrario de la angustia juvenil de principios de los años setenta, a una honda y agridulce reflexión existencial que toca al ser humano de cualquier edad.
  Dos discos poco comunes pero altamente recomendables. Ambos se encuentran en Spotify.

miércoles, 7 de marzo de 2018

La crisis de los 30 es como un saco de pulgas

“I’m not obsessed with sex,
I just can’t stop thinking about”.

Fleabag.

Las series inglesas suelen ser otra cosa. Si en los Estados Unidos tienen Girls, una estupenda emisión de HBO que completó nueve temporadas para decirnos lo que viven, lo que sienten, lo que piensan, lo que aman, lo que odian las mujeres de la llamada generación milleniall, en el Reino Unido les bastó con una temporada de seis escasos aunque magníficos capítulos de Fleabag para mostrarnos exactamente lo mismo, pero con una visión y un lenguaje por entero distintos.
  ¿Es entonces Fleabag mejor que Girls? No necesariamente. Se trata tan sólo de una propuesta muy diferente y con ese toque tan singular y característico del humor británico.
  Escrita y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge y producida por BBC 3, Fleabag (“Saco de pulgas”) cuenta –en tono de comedia negra, cruda y hasta guarra– la historia de una mujer que acaba de cumplir los 30 años y vive una crisis que abarca lo existencial, lo laboral, lo familiar, lo sexual y, por supuesto, lo amoroso. ¿Que estos son lugares comunes de muchísimas series? Cierto. Pero aquí no existe el glamour y los problemas cotidianos se cuentan con una naturalidad y un desenfado pasmosos, incluso en sus instantes más patéticos, con lo que se logra provocar la sonrisa a la vez cómplice y nerviosa del espectador.
  Sin temor a caer en la incorrección política –de hecho es esa una de sus principales virtudes–, la serie nos muestra la vida diaria de Fleabag y de los personajes que la rodean, en especial su lamentable familia (limitada a un padre mediocre y apocado, una madrastra déspota y odiosa, una hermana neurótica y aprensiva y un cuñado mórbido y acosador), su mejor amiga (a la que vemos sólo en flashbacks, ya que murió de la manera más absurda, en una loca circunstancia que involucra a un novio infiel y a una mascota: un conejillo de Indias) y sus diferentes amantes y pretendientes (a cuál más oligofrénico y patán).
  Dueña de una cafetería que es un fracaso, casi siempre sin dinero y sin una relación estable, Fleabag sin embargo trata de ser optimista (¿o resignada?) y sus miradas hacia la cámara, cada vez que le sucede algo comprometedor o incómodo, hacen que nos sintamos muy cerca de ella. El manejo gestual de Phoebe Waller-Bridge es tan bueno que nos involucra con su personaje y nos hace sonreírle (cuando no carcajearnos) frente a las muchas ridículas circunstancias que afronta en el día a día, ya sea un mal encuentro sexual o un enfrentamiento con su madrastra (interpretada por otra actriz sensacional: Olivia Colman, la Sophie Chapman de la delirante serie The Peep Show).
  Los seis capítulos de Fleabag (de escasos 26 minutos cada uno) no tienen desperdicio (una mujer que se masturba mientras ve discursos de Barack Obama algo debe tener de interesante) y su sentido del humor resulta tan poco convencional que ciertamente no es apto para sensibilidades convencionales.
  Puede ver la serie en Amazon Prime Video y disfrutar el peculiar talento de Phoebe Waller-Bridge quien, por cierto, ya anunció que habrá una segunda temporada.

(Texto que escribí para el sitio Sugar & Spice)

martes, 6 de marzo de 2018

Chico Che no tiene la culpa

No es algo que extrañe, a estas alturas del partido. El rock que se deshace en México vuela tan bajo, está tan descolorido, carece de tal manera de identidad y su estado resulta tan lastimero que el hecho de que aparezca un disco “tributo” a Chico Che termina por dar ternura.
  Tampoco es que los discos de homenaje a determinados “artistas” populacheros sean una novedad. Recuerdo cuando en los noventa apareció el tributo a José José y cómo removió al mundo del rockcito nacional. Muchos lo criticamos, pero muchos otros –y sobre todo ese público mexicano que todo lo acepta y todo lo aplaude sin chistar– lo aceptaron de muy buena gana. Fue un éxito de ventas y las disqueras descubrieron un filón de oro para hacer nuevos compactos con música de los Tigres del Norte, Tin Tan, ¡los Babys! o quien se pudiera (extrañamente y hasta donde sé, no existe un solo álbum tributo a los Teen Tops, los Locos del Ritmo o incluso a Enrique Guzmán en su etapa de solista. Pienso que sería más congruente. Pero si algo reina en el submundo de nuestros pequeños rockerines es la incongruencia más descomunal).
  Apareció pues este Chicocheísmo, larga duración con canciones del músico tabasqueño (por cierto, el favorito de don Peje, quien suele citar aquello de “Quién pompó”, aunque extrañamente esta canción no fue incluida en el disco).
  Tal vez la música de Chico Che sea simpática y buena para amenizar fiestas y borracheras, no lo dudo. Sin embargo, sus composiciones no son precisamente un dechado de calidad artística. Y por supuesto: nada tienen que ver con el rock (aunque se cuente que a Chico Che le hubiese encantado ser roquero). El hecho es que ahí están, felices en su promiscuidad musical, Kenny y los Electricos, Jessy Bulbo, Pato Machete (sic), Rocko Pachucote (resic), Triciclo Circus Band y otros más, dándole vuelo a su vertiente cumbianchera con versiones que suenan tan lamentables como poco auténticas.
  Pero, ¿qué le vamos a hacer? Esto ya no tiene remedio. Finalmente, Chico Che no tiene la culpa.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 5 de marzo de 2018

Para el libro de Luis González de Alba

Hoy le envié a Rogelio Villarreal el texto que le preparé para el libro que en homenaje a Luis González de Alba va a publicar una editorial de Guadalajara. Fusioné tres textos míos que saqué originalmente en Milenio y Nexos. Espero que le sirvan y así poder estar en ese tributo al grande y admirado (y extrañado) Luis. Será todo un honor.

domingo, 4 de marzo de 2018

El banquete de limosneros de los Rolling Stones

Las cosas no iban bien en el seno de la agrupación. El ambiente resultaba pesado y las relaciones entre algunos de sus integrantes no eran las mejores. El espíritu de grupo se había deteriorado. En especial, Brian Jones se presentaba como el negrito en el arroz, como la parte más conflictiva del quinteto, sobre todo por sus desavenencias musicales y personales con Mick Jagger y Keith Richards, en ese entonces un dueto extraordinario y muy unido de compositores.
  Jones se alejaba cada vez más de los Stones y su complicada personalidad no era su mejor aliada. Su dependencia de las drogas y sus problemas con la policía (circunstancias ambas que compartía con Jagger y Richards) lo mantenían en un ostracismo cada vez más notorio. Para colmo, 1967 había sido un mal año para el conjunto y la grabación de su disco Their Satanic Majesty’s Request había resultado lenta y accidentada. Tanto que los resultados artísticos del álbum no fueron precisamente los mejores. A esto habría que sumarle la ruptura del grupo con su manager, Andrew Loog Oldham, con quien los Stones tenían ya muy serias diferencias, situación que terminó con el despido del representante.
  ¿Qué iba a suceder con la agrupación? ¿Estaba condenada a desaparecer? ¿De dónde sacaría fuerza y talento para reinventarse? Los sacó de un personaje impensado: el productor Jimmy Miller.
  Miller había producido los magníficos dos primeros discos del grupo Traffic y Mick Jagger le pidió que trabajara con los Rolling Stones en su siguiente sencillo. Lo que sobrevino fue una bomba y se llamó “Jumpin’ Jack Flash”. Aquella explosiva canción de 1968, tan sensacional como había sido “I Can’t Get No (Satisfaction)” tres años antes, devolvió a la agrupación a sus orígenes más rocanroleros y la alejó de la falsa y pretensiosa seudo psicodelía del Sus satánicas majestadas.
  Jimmy Miller era sin duda el indicado para producir el siguiente larga duración del quinteto. Propuso hacer un disco más apegado a los raíces del blues y Keith Richards aceptó encantado de la vida, sobre todo porque durante su anterior gira por los Estados Unidos había aprendido algo altamente revelador: la afinación abierta de la guitarra en sol mayor, lo que le abrió todo un mundo de posibilidades para componer nueva música y dotar al grupo de lo que hoy conocemos como el clásico sonido stone.
  Beggars Banquet (1968) se llamó el nuevo álbum, séptimo del grupo en el Reino Unido. Sería la última obra discográfica en la que participaría Brian Jones y eso es un decir, ya que tocó en muy pocas canciones y se involucró escasamente en la grabación del acetato. Si somos estrictos, podríamos decir que el disco lo grabó un cuarteto conformado por Mick Jagger, Keith Richards, Bill Wyman y Charlie Watts, más algunos músicos invitados, entre ellos Nicky Hopkins, Ric Grech, Dave Mason... y el propio Brian Jones, quien parecía un fantasma en el estudio.
  Este Banquete de limosneros representa el inicio de una nueva era en la música de los Rolling Stones, una era que se extendería a lo largo de varios años y que incluiría los tres álbumes siguientes: Let It Bleed (1969), Sticky Fingers (1971) y Exile on Main Street (1972, aunque yo añadiría el Goat’s Head Soup de 1973 y el It’s Only Rock ’n’ Roll de 1974).
  El disco de 1968 es un trabajo de muy limpia producción y canciones tan sencillas como extraordinarias. El rock sólido se hizo presente, en especial con un par de controvertidas piezas que hoy son verdaderos clásicos: la épica “Sympathy for the Devil” (mal traducida como “Simpatía por el diablo”, cuando el sentido real de la palabra inglesa sympathy es el de compasión) y la desafiante “Street Fighting Man”, ambas con una fuerte carga de crítica política y social. Sin embargo, el resto del material es igualmente notable, sobre todo en los cortes más sensibles y delicados. Ahí están composiciones tan bellas como la emotiva y (con)movedora “Salt of the Earth”, todo un himno a la humanidad (“Bebamos por la gente que trabaja duro / Bebamos por los humildes de nacimiento / Levanten su copa por el bueno y el malo / Bebamos por la sal de la Tierra”); la maravillosamente melancólica “No Expectations” (con la guitarra slide de Brian Jones en plenitud y el piano de Nicky Hopkins en toda su sutileza) y la preciosa y grácil “Factory Girl”, las cuales alcanzan momentos sublimes, mientras la ironía campea en la extrañamente bluesera “Parachute Woman”, la provocadora y mordaz “Stray Cat Blues” (sin duda la letra más osada del disco y quizá de toda la obra de los Stones, una letra que causaría escándalo en estos tiempos de exacerbada corrección política y sexual) y la sardónica “Dear Doctor”. Incluso temas “menores” como el blues campirano “Prodigal Son” o el peculiar “Jigsaw Puzzle” son grandes pequeñas obras y completan la perfecta redondez letrística y musical de este álbum fundamental que en 2018 está cumpliendo 50 años de vida.

(Texto que me publicó el día de hoy la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario)

sábado, 3 de marzo de 2018

El tío Peje y el escribidor

Gran alharaca se armó en la república pejista luego de que Mario Vargas Llosa advirtiera, durante la presentación en Madrid de su libro La llamada de la tribu, sobre “el suicidio democrático” al que se arriesgaría nuestro país si el próximo 1 de julio triunfara la tendencia populista, si bien dijo tener la esperanza de que “haya lucidez en México ante el populismo, la demagogia y las recetas fracasadas, como en el caso de Venezuela, donde ahora 90 por ciento quisiera salir de esa sociedad frustrada y fracasada”. No mencionó a Andrés Manuel López Obrador por su nombre, pero éste se dio por aludido y aun cuando respondió con cierta condescendencia (“Es buen escritor pero mal político”), sus allegados se arrojaron furibundos contra el autor de La ciudad y los perros. Incluso la esposa de Andrés Manuel, Beatriz Gutiérrez Müller, cayó en la tentación descalificatoria y dijo que la declaración del peruano “es una vergüenza y una intrusión, viniendo de un extranjero, y es una muestra de ignorancia, viniendo de un dogmático” (sic).
  En lo personal, no pienso que sea una intrusión, pues las declaraciones de Vargas Llosa se realizaron en España y no en México. De otra manera, no podríamos opinar de cualquier cosa que suceda más allá de nuestras fronteras.¿Si expreso que Donald Trump me parece un loco delirante estoy violando la soberanía de los Estados Unidos? Obvio, no.
  Muchos mexicanos coincidimos plenamente con las palabras del escritor, como coincidimos cuando en 1990 expresó que en México había “una dictadura perfecta”, en referencia al gobierno priista, esa misma dictadura perfecta que tanto añora el viejo PRI, hoy representado por Morena y sus reaccionarias propuestas de retroceso económico, político y social.
  Si el tío Peje se enojó por lo que dijo el escribidor, está en su derecho a manifestarlo. Aunque no estaría mal que se deslindara del gobierno venezolano o cuando menos ejerciera alguna crítica a la monstruosa farsa electoral que Maduro y sus esbirros están preparando para matar a la democracia en su martirizado país.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

viernes, 2 de marzo de 2018

Para dártelas de entendido en rock (50)

En cierta ocasión, una preciosa y preciada guitarra Les Paul Standard que originalmente había pertenecido al guitarrista Joe Perry, de Aerosmith (quien se dice la había robado a su ex esposa), por azares del destino cayó en manos de un comerciante, mismo que se la ofreció a otro guitarrista famoso: Slash, de Guns n' Roses. Este la compró sin pensarlo, ya que simbolizaba para él la influencia que Aerosmith había tenido en su formación como músico. Cuando Perry se enteró, buscó a Slash y le pidió que se la revendiera, pero éste se negó terminantemente. Sin embargo, la historia tuvo un final feliz, ya que cuando Joe Perry cumplió 50 años de edad (justo en el año 2000), Slash se la dio como regalo por su onomástico.
  

jueves, 1 de marzo de 2018

Kinda Kinks

Con sólo dos títulos que no son originales de Ray Davies (entre ellos una versión poco afortunada de “Dancing in the Street”), Kinda Kinks (1965) es uno de los álbumes menos conocidos y menos apreciados de los Kinks, sobre todo porque ese mismo año de 1965 aparecería su tercer opus y el mismo se encargaría de opacar a su inmediato predecesor.
  Con todo, este segundo disco de los londinenses iba mostrando el estilo que los caracterizaría, con canciones tan notables como la archiconocida balada “Tired of Waiting for You” (todo un hito en el historial kink), la melodiosa “Something Better Beginning”, las rocanroleras “Wonder Where My Baby Is Tonight” y “Come On Now”, la bluesera “Naggin’ Girl” y una de las primeras incursiones del grupo en el rock acustico, la tranquila “So Long”. Sin embargo, a mi modo de ver la mejor composición de Kinda Kinks es la maravillosa “Nothin’ in the World Can Stop Me Worrying’ Bout That Girl”, un tema semiacústico de gran ternura y sensibilidad.
  Un buen disco, aunque ciertamente nada extraordinario.

(Reseña que escribí para el Especial de La Mosca en la Pared No. 43, publicado en octubre de 2007)