domingo, 17 de diciembre de 2017

De regreso con Agatha Christie

No he visto la versión cinematográfica dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh (las críticas no la han tratado muy bien  que digamos), pero al saber que la habían estrenado me di cuenta de que una de las novelas de Agatha Christie que no había yo leído aún era justamente Asesinato en el Orient Express, publicada originalmente en 1934. Me puse a buscar en mi biblioteca para ver si la tenía entre mis libros de la gran autora inglesa de misterio y helas!: ahí estaba. Así que me dispuse a leerla.
  Aunque me gusta más la novela negra que los relatos de misterio de deducción, la verdad es que disfruto mucho con Christie y su gran detective, el belga Hercules Poirot, a quien en esta novela le toca resolver un caso cuyo final resulta francamente sorprendente.
  Poirot quiere abordar el Expreso de Oriente para viajar de Siria a Francia y aunque todos los lugares están comprados, un directivo de la compañía tranviaria que admira mucho al investigador le consigue un camarote compartido en un vagón en el que viaja gente de las más diversas nacionalidades, algo que de principio llama la atención del nacido en Bélgica.
  En un punto del viaje, mientras cruzan las montañas de la entonces Yugoeslavia, una tormenta de nieve impide que el expreso siga su marcha y debe detenerse sin saber si el inconveniente durará horas o días. Justo en ese momento, uno de los pasajeros es asesinado por la noche y de ahí parte todo la intriga que deberá resolver el buen Hércules.
  No contaré más acerca de la trama, para no venderla, pero aparte de lo ingenioso y casi matemático que siempre resulta el final de las novelas de doña Agatha, lo que más se disfruta en esta es su singular y agudo sentido del humor, en especial cuando caracteriza a los diversos personajes de la novela. Realmente es algo muy divertido.
  Como ya dije, el desenlace del libro es lo que uno menos se espera, a pesar de que la autora nos hace sospechar de todos y cada uno de los viajeros, hombres y mujeres. Es un juego y ella se divierte con el mismo, al tiempo que hace trabajar nuestro cerebro con los más diversas especulaciones. ¿Mero divertimento? Sí y no, porque la escritura es excelente y es, a final de cuentas, magnífica literatura.

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