domingo, 24 de septiembre de 2017

Medio siglo de The Velvet Underground & Nico

Pocos discos en la historia del rock han sido tan influyentes como éste. A pesar de que durante largo tiempo pasó prácticamente desapercibido y en un principio fue sólo un álbum de culto, para iniciados, a partir de finales de los setenta –es decir, diez años después de haber sido grabado– se convirtió en la piedra de toque para el surgimiento de diversos movimientos dentro del rock, notoriamente el punk, el glam, el new wave, el noise, el garage e incluso el oscuro rock gótico. Aun hoy dia, la luz paradójicamente opaca que emana The Velvet Underground & Nico (Verve, 1967) alcanza a grupos que han clonado casi descaradamente su estilo. ¿A qué se debe esta sorprendente repercusión? ¿Cuáles son las virtudes de una obra que surgió más como la idea de un artista plástico que de un grupo de músicos? ¿Por qué se le ha llegado a definir como “una maravilla de feroz elocuencia, cruda majestad expansiva y talento subversivo”?
  La historia de este trabajo discográfico es muy peculiar. En primer lugar, parecía fuera de lugar que alguien como Andy Warhol quisiera producir un disco. En realidad esa producción fue más simbólica que otra cosa, ya que el genio del arte pop tuvo el buen sentido de dejar a los músicos en la más completa libertad para trabajar. De hecho, en esencia el disco es el conjunto de canciones que sirvieron para musicalizar el espectáculo The Exploding Plastic Inevitable del propio Warhol –el cual se presentó en The Factory de Nueva York a lo largo de 1966 y hasta principios de 1967– y fue grabado en su mayor parte en directo, en el estudio, en escasas ocho horas (qué contraste con las setecientas horas que ocuparon los Beatles para grabar, ese mismo año, el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band). No obstante, la calidad de los temas, escritos en su mayor parte por Lou Reed, trascendió la puesta teatral y convirtió a The Velvet Underground & Nico en una obra de arte por sí misma.
  La bizarrísima fauna neoyorquina que solía acudir a The Factory, con su pose intelectualoide y snob, sirvió a Reed para escribir varias de las letras del disco, en especial “All Tomorrow Parties”, por cierto la canción favorita de Warhol.
  Nico no pertenecía a The Velvet Underground. Fue Andy Warhol quien quiso que la extraña y etérea cantante alemana participara en el álbum. Hubo al principio una fuerte resistencia por parte de Lou Reed, John Cale, Maureen Tucker y Sterling Morrison, pero terminaron por ceder y aceptarla.
  El verdadero nombre de Nico era Christa Päffgen y había nacido en Colonia. De impactante belleza, la rubia vocalista había realizado un pequeño papel en La Dolce Vita de Federico Fellini en 1960. En 1965 grabó en Inglaterra el tema folk “I’m Not Saying”, producido por Jimmy Page. Warhol convenció finalmente a Lou Reed de que escribiera algunas canciones para Nico y así surgieron “Femme Fatale” y “I’ll Be Your Mirror”.
  The Velvet Underground & Nico fue en su momento un disco de muy pocas posibilidades comerciales, sobre todo si tomamos en cuenta que se vivía la beatlemanía en pleno. Por eso Andy Warhol decidió financiarlo y realizarlo por completo, portada incluida, como un producto terminado y no como un demo, para así ofrecerlo a alguna compañía disquera grande.
  El álbum abre con la tranquila “Sunday Morning”, armonizada por el sonido de la celesta y la viola, tocadas ambas por John Cale. La letra habla sobre la manera como se siente uno el domingo por la mañana, después de una juerga de sábado por la noche. Una letra irónica disfrazada con una música en apariencia dulce y tranquila. “I’m Waiting for the Man” es el primer contraste, un tema absolutamente reediano, un rock de garage minimalista y austero pero duro y ferozmente rocanrolero. “Femme Fatale”, la primera melodía con la voz de Nico, refleja el ambiente sensual y cabaretero de la Alemania de los treinta y da paso a la hipnótica “Venus in Furs”, una joya psicodélica que nada le pide a los Beatles o a Jefferson Airplane. Por su parte, “Run Run Run” (nada que ver con la pieza homónima de The Who aparecida en el Magic Bus de 1965)) tiene algo de Bo Diddley pasado por ácido.
  La ya mencionada “All Tomorrow Parties” es uno de los cortes emblemáticos de esta obra. Un himno (¿o sería mejor llamarlo un antihimno?) que celebra las fiestas warholianas con una rítmica cercana a lo marcial y una repetitiva armonización minimalista que Nico supo complementar vocalmente de manera única y hoy ya legendaria. Prosigue otra composición clásica de Reed, la impactante “Heroin”, una larga y virulenta plegaria sobre las drogas (“And I guess that I just don’t know”), una tonada épica basada en dos acordes que va subiendo de intensidad hasta estallar en medio de un caos instrumental en el cual el feedback de la guitarra, la viola y los tambores chocan violentamente y producen un ruido discordante (he aquí la probable fundación del noise rock) tan sobrecogedor como el sentido mismo de la canción (“Heroin is my wife and is my life”).
  “There She Goes Again” es quizás el único coqueteo con el pop en todo el disco y posiblemente el tema menos brillante del mismo, mientras “I’ll Be Your Mirror” es una bonita canción de amor. “The Black Angel’s Death Song” es otra pieza compuesta dentro de lo que con los años sería el inconfundible estilo de Lou Reed. El álbum culmina con la experimental “European Son”, en la cual se incluyen el sonido chirriante de una silla arrastrada por el piso (John Cale arrastrixit) y el de una pila de platos de aluminio dejada caer al suelo. Caótica, con un extraño manejo instrumental, es el final perfecto para un trabajo tan bizarro como profético.
  Respecto a la famosa carátula fálica del plátano pelable, diseñada obviamente por Andy Warhol, se trató también de una propuesta revolucionaria (cuya idea sería retomada por el propio artista en la portada del Sticky Fingers de los Rolling Stones) y la irrupción del arte pop en el rock, un matrimonio que muchas veces resultaría muy bien avenido.
  Diverso, vanguardista, provocativo, cínico, sensual, contrario a la ideología hippie del “amor y paz” imperante en la antípoda Costa Oeste norteamericana, The Velvet Underground & Nico es el disco neoyorquino por antonomasia, uno de los álbumes primogénitos más importantes de todos los tiempos. O como alguien dijo por ahí: “Mucho de lo que hoy consideramos como intrínseco en el rock no habría existido sin esta banda de Nueva York y su debut seminal”.

(Texto que escribí esta semana para "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

1 comentario:

Unknown dijo...

Un álbum de culto. La genialidad de Lou Reed y John Cale hicieron de este álbum algo maravilloso. Muy atinado el homenaje.