sábado, 12 de agosto de 2017

El tal Rius

Pocas personas resultaron tan importantes en mi formación personal, sobre todo a partir de mi adolescencia y hasta mis primeros 30 años, como Eduardo del Río, el gran caricaturista mejor conocido como Rius.
  Me topé con su obra y sus ideas a fines de los años 60, cuando yo tenía 13 años y mi hermano mayor comenzó a comprar una revista mexicana de historietas absolutamente diferente a las que yo había leído antes. No sólo era diferente por el dibujo de sus personajes, sino por el contenido. Se trataba de un comic que hablaba de política, que ejercía una fuerte crítica social y que además era divertidísimo. Hablo de Los Supermachos de Rius, revista de la que se publicó un centenar de números en pleno gobierno del priista de ultraderecha Gustavo Díaz Ordaz.
  Al lado de publicaciones como Siempre! o la casi clandestina ¿Por qué?, Los Supermachos era de lo muy poco que se podía comprar en los puestos de periódicos con señalamientos al régimen.
  Más tarde vinieron Los Agachados, editados por Posada, empresa dirigida por don Guillermo Mendizábal Lizalde (donde trabajé y conocí a Rius, en los años 80) y en la que el caricaturista comenzó a publicar sus primeros libros, como los clásicos Cuba para principiantes y La panza es primero. Debido a aquél, terminé por transformarme en un convencido socialista pro soviético y antiimperialista y gracias al segundo, me convertí en vegetariano.
   Con el paso de los años, mis ideas empezaron a bifurcarse respecto a las del dibujante. Comencé a volverme cada vez más crítico del llamado socialismo real, incluido el gobierno de Fidel Castro en Cuba. Rius, en cambio, se mantuvo dentro de la ortodoxia y ahí permaneció hasta su muerte.
  Guardo un cariño muy especial por aquellas de sus obras que más me tocaron la mente y que en su momento me la abrieron hacia nuevos horizontes.
  Ah, también dejé de ser vegetariano.

PD: Nunca dejaré de agradecer a Rius el haber dibujado la portada de mi primer libro: Más allá de Laguna Verde (Editorial Posada, 1988).

(Publicado el día de hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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