sábado, 8 de abril de 2017

La tómbola de los senadores ex perredistas

“La vida es una tómbola, tom-tom-tómbola”, cantaba hace 50 años Mona Bell (¿habrá quién se acuerde de ella?) en una canción cuya letra no ha perdido vigencia después de medio siglo.
  La vida es una tómbola y la política mexicana lo es todavía más. Qué mayor prueba de ello que el salto triple con tres maromas y dos mortales que acaban de dar nueve senadores de nuestra atinada izquierda, al brincar del Partido de la Revolución Democrática al Partido del Trabajo sin la menor pudicia (vieja palabra hoy en franco desuso).
  Siguiendo un guión dictado desde las oficinas de Morena (porque supongo que Morena tiene oficinas, a las que no sé por qué imagino medio siniestras), los patricios republicanos (ajá) Miguel Barbosa, Humberto Fernández, Fidel Demédicis, Lorena Cuéllar, Luz María Beristáin, Zoé Robledo, Rabindranath Salazar, Mario Delgado y Benjamín Robles no sólo dieron un golpe tremendo a su antiguo partido, sino que vinieron a brindarle respiración de boca a boca a otro, el PT, que no hace mucho estuvo a punto de perder su registro (de lo cual, en extraña maniobra, lo salvó de última hora el INE) y que ahora se convierte en la cuarta fuerza política del Senado de la República, a pesar de ser un mero apéndice de Morena (el partido de las oficinas siniestras, sobre todo si ahí despacha un señor de apellido Ackerman al que la televisora Rusia Today –el principal aparato de propaganda del gobierno de Vladimir Putin en el exterior– llama “nuestro hombre en México”, a decir del columnista Fernando García Ramírez de El Financiero).
  Podrá acusárseme de sospechosista o de que ya me dio por la teoría del complot, pero intuyo que lo del paso de Barbosa y compañía a Morena es parte de un plan –que aún no culmina– para desmantelar al PRD. No en balde, incondicionales que debieron irse con Andrés Manuel López Obrador, cuando este abandonó al partido del sol azteca, se quedaron extrañamente en este. ¿Para dinamitarlo desde dentro? Quizá más temprano que tarde lo sabremos.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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