sábado, 15 de abril de 2017

¡AMLO 2018!

AMLO 2018... y 2024 y 2030 y así, ad infinitum; porque si lo vemos con detenimiento y fuera de las pasiones partidistas de uno u otro signo, amemos o aborrezcamos a tan singular personaje, la verdad es que la verdadera vocación de Andrés Manuel López Obrador (“uta, ya vas a hablar otra vez de él, ¿qué harías si no existiera?”, empezarán a gritonearme los pejelovers), la verdadera vocación de este hombre, decía, parecería ser la de eterno opositor y perpetuo aspirante a la presidencia de la república.
  No sólo es su vocación, sino –lo digo con absoluta sinceridad– lo que a Andrés Manuel más le conviene. Porque la silla presidencial desgasta, acaba con las personas, las hace envejecer. ¿Para qué querría el famoso Peje, también conocido como Liopez, encerrarse a despachar en Palacio Nacional, llenarse de graves responsabilidades, empezar a lidiar con políticos de toda catadura, dejar de dormir las ocho horas de rigor, asistir a aburridas sesiones y juntas de trabajo, pronunciar discursos de temas que no le interesan, en fin, para qué someterse a un infierno si como opositor ad æternum puede continuar viajando por el país y, lo más importante, seguir recibiendo los extraordinarios beneficios y emolumentos que por ley le corresponden al partido del cual es dueño, amo y señor indiscutible, es decir, el inefable Morena?
  En verdad, señor López Obrador, que usted no tiene necesidad de meterse en tamañas broncas, cuando puede darse el lujo de seguir en lo suyo y hacer y deshacer según lo dicte su real y regalada gana, sin tener que rendir cuentas a nadie y –acéptelo sin rubor– divirtiéndose de lo lindo con todo lo que hace y dice (incluidos esos chistoretes con sabor tropical que de pronto nos regala). Porque de que la goza en su papel de gran opositor nacional, la goza.
  Así pues, lo conmino de la manera más respetuosa a seguir en su papel y no meterse en honduras. Si no, ¿a qué se va a dedicar usted a partir de 2024? Porque acuérdese que la reelección no existe. No se le vaya a olvidar eso, eh.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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