sábado, 18 de marzo de 2017

El Peje y la maldición de la chachalaca

Hay maldiciones que te persiguen y aunque parezcan haberse ido, regresan en el momento menos pensado para atacarte sin la menor piedad.
  La maldición de la chachalaca determinó en buena parte que, en la campaña por la presidencia de 2006, Andrés Manuel López Obrador perdiera la amplia ventaja que llevaba sobre su más cercano oponente y que éste no sólo le diera alcance, sino que lo derrotara en un cierre de fotografía que los pejeadictos siguen sin digerir.
  Aquella vez, soltó como gracejada (con ese su sentido del humor tan peculiar del cual sólo él mismo se ríe) un “¡cállate, chachalaca!” contra el presidente Vicente Fox que le restó cientos de miles de votos. Esta semana, un nuevo “¡cállate!” llenó su boca y no lo dirigió a un adversario político, sino contra Antonio Tizapa, padre de uno de los desaparecidos normalistas de Ayotzinapa.
  El video es ya ampliamente conocido y se grabó en una calle de Nueva York. Lo más grave no es la expresión que exige guardar silencio, sino la manera altanera, intolerante, caciquil y hasta clasista como la pronuncia López, luego de descalificar a Tizapa al tildarlo de provocador. Esto es muy preocupante y peligroso, porque refleja el talante dictatorial del ahora precandidato y nos muestra cómo podría ser, de llegar a la presidencia, un individuo que hace a un lado, con manoteos agresivos y de desprecio, a un ciudadano que le exige explicaciones y justicia.
  Trasládese esta conducta hacia los millones de opositores que tendría el virtual primer mandatario y no parecería esperarnos un clima de libertades democráticas, sino todo lo contrario. Eso dice el lenguaje corporal, pero también el lenguaje hablado del de Macuspana, quien todavía tuvo la cachaza de decir que el reclamo sobre Ayotzinapa “tiene que ser a Peña, a las fuerzas armadas, a quienes intervinieron en ese crimen, no a nosotros”. Acusaciones lanzadas a lo loco, sin fundamentos o pruebas. Porque además, ¿de quién era amigui José Luis Abarca? No del presidente Peña, por cierto.
  ¿El pejelagarto por su boca muere?
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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