martes, 31 de enero de 2017

La Generación Timbirruca (I)

El apelativo no es mío, sino de mi incisivo amigo Óscar Aparicio. Porque así como existen la generación de los baby boomers, la Generación X, la de los millenials y otros tipos de generaciones y degeneraciones, del mismo modo resulta imposible negar la existencia, en México y en diversos países de habla española, de la singular Generación Timbirruca.
  Se trata de gente que hoy anda entre los 30 y los 50 años. Personas que fueron plenamente formadas por la televisión mexicana en su etapa más siniestra, autoritaria y paternalista, aquella de los años 70, 80 y 90, cuando el PRI era amo y señor de la política y la actual Televisa, sin competencia a la vista, moldeaba con absoluta impunidad y sin contrapeso alguno la mentalidad de las masas.
  Es la era del noticiario 24 Horas de Jacobo Zabludovsky y de Siempre en domingo de Raúl Velasco. Centrémonos en el último personaje, ya que es esta una columna de música. El autor de la frase “¡Aún hay más!” fue durante cerca de 30 años (de 1969 a 1998) quien dictó y estragó los gustos musicales de millones de personas, mismas que nacieron, crecieron y se reprodujeron en la inopia cultural más lamentable. Velasco fabricó desde el artificio a una serie de “artistas”, para conformar el más cursi y patético firmamento de estrellas de la farándula. Gracias a este hombre, el público mexicano (e hispanoamericano, porque sus alcances llegaron a todo el continente) prostituyó sus gustos y mansamente aceptó todas las propuestas que provenían del larguísimo programa dominical.
  Las consecuencias hoy día son obvias y se notan en la bajísima calidad de la música que se escucha en los medios masivos de comunicación y en las “estrellas” actuales (aún peores que las de las décadas del raulvelasquismo rampante). Por ello, por ejemplo, los roqueros nacionales rinden tributo a tantos baladistas y grupitos consagrados y bendecidos por Raúl Velasco. Pero de esto hablaremos en un segundo artículo.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 30 de enero de 2017

Los 30 de Jan

Hoy mi adorado Jan cumple 30 años de edad. Apenas puedo creer que haya pasado tanto tiempo desde aquella mañana de 1987 en que lo vi llegar al mundo, en un parto natural, psicoprofiláctico, de la misma manera en que vi nacer a su hermano Alain, casi cinco años atrás, en noviembre de 1982, en la sala de partos del hospital San José.
  Ahora mi hermoso chilpayate cumple tres décadas de vida y me siento tan orgulloso de él como de su carnal, como ellos se dicen. Ambos son dos hombres magníficos a quienes amo con toda mi alma.
  Felicidades, mi Jano. Ya nos veremos para celebrarlo en estos días. Hoy pásala muy bien con tu amada Liza.

domingo, 29 de enero de 2017

Hunky Dory

Después de las densas atmósferas de The Man Who Sold the World, David Bowie retornó a los terrenos en los cuales había incursionado en Space Oddity, es decir, aquellos de las canciones más sencillas, con mayor sentido armónico y melódico.    Hunky Dory (1970) es una obra más apegada al pop, sin que ello signifique un sentido negativo. Por el contrario, se trata de una magnífica colección de temas sólo en apariencia sencillos. Si en su segundo disco había caído en ciertas tentaciones metaleras, quizá debido a la presencia de Mick Ronson, esta vez la guitarra del peculiar instrumentista pasó a un plano más discreto y son los teclados de Rick Wakeman los que van marcando la pauta a lo largo de los once cortes del álbum.
  Hay aquí composiciones soberbias, empezando por la contagiosa “Changes” y siguiendo con pequeñas joyas como “Oh! You Pretty Things”, “Song for Bob Dylan”, “Kooks”, “Quicksand” (lejanamente neilyoungiana), “Queen Bitch” (claro homenaje a Lou Reed y The Velvet Underground) y la maravillosa “Life On Mars”.
  Un trabajo lleno de frescura e inventiva, de variedad y colorido, Honky Dory es un gran disco de Bowie.

(Reseña que escribí para el Especial No. 10 de La Mosca en la Pared, dedicado a David Bowie y aparecido en abril de 2004)

sábado, 28 de enero de 2017

No quiero hablar de Donald Trump

En serio, el tipo lleva una semana en la Casa Blanca y tanto leer y oír de él ya me tiene hasta el copete. Desde el primer día, Donaldo empezó a dar de qué hablar, con una hiperactividad digna de mejores causas y todo mundo se ha hecho eco de esas famosas órdenes ejecutivas que dispara con la velocidad de Usain Bolt (con todo y medalla de oro arrebatada).
  Por eso no quiero hablar de Trump, porque políticos, analistas, periodistas, conductores de radio y televisión, más el público en general parecen no tener otro tema. Que si va a levantar el muro en la frontera, que si va a expulsar a millones de inmigrantes, que si cada que lanza un exabrupto el peso mexicano se devalúa, que si se pelea con la prensa gringa, que si está desarmando el Obamacare, que si ya autorizó la construcción de dos peligrosos oleoductos, que si dice que el cambio global no existe, etcétera, etcétera, etcétera.
  Todos hablan de Donald Trump y yo me niego a hacerlo. Me niego a decir que su lenguaje corporal es terrible, que tiene un pésimo gusto al vestir, que su peinado es una cosa inenarrable, que su opinión sobre las mujeres es vergonzosa, que en cada conferencia de prensa dice dos mentiras por minuto, que es un sujeto la mar de desagradable, que sigo sin entender cómo carajos llegó a la primera magistratura del país más poderoso del orbe.
  Por eso, hoy no quiero hablar de él o de la manera como canceló la entrevista que iba a tener el próximo martes con el presidente de México (con lo cual la bizantina polémica sobre si Peña Nieto debía o no ir a dicha entrevista quedó finiquitada... por Donald Trump).
  Que quede claro entonces: esta vez no hablaré de ese señor.

* * * * *

¿Y si antes de que los gringos empiecen a construir su muro, nosotros construimos otro de este lado? Se generaría empleo, la industria de la construcción volvería a florecer (digo, son 3 mil kilómetros de frontera), los servicios también entrarían en boga...). En fin, es sólo una ideota.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 27 de enero de 2017

Candlebox / Candlebox (1993)

¿Grunge? ¿Rock duro? ¿Blues rock con riffs cercanos al heavy metal? Todo ello encaja en el estilo de Candlebox, sobre todo en este su álbum debut, un disco que fue rechazado por los puristas grungeros pero que contiene temas irresitibles. No es Nirvana o Alice in Chains; es, simplemente, Candlebox.

Mejor tema: “You”





jueves, 26 de enero de 2017

Déjà Vu: cuando lo que mal empieza bien acaba

Cuando uno escucha un álbum tan espléndido como este, lejos está de imaginar las condiciones en las cuales fue grabado. La impresión que da Déjà Vu (Atlantic, 1970) es la de ser una obra diáfana, hecha con amoroso cuidado y en plena armonía. Craso error. Porque si vemos las circunstancias en las cuales fue producido, descubrimos que tenía todo para ser un fracaso.
  Luego del magnífico y muy exitoso Crosby, Stills & Nash de 1969, el segundo trabajo discográfico de aquel grupo de solistas era esperado con ansiedad, más aun cuando se sabía que Neil Young se había incorporado a ellos. Young era un músico muy respetado desde sus épocas con Buffalo Springfield, en el cual había sido compañero de Stephen Stills, pero sobre todo como solista. Ya tenía un par de álbumes en su haber, ambos de 1969 –Neil Young y Everybody Knows This Is Nowhere–, y su actitud siempre circunspecta e incluso hosca lo revestía de un halo misterioso y fascinante. No dejaba de extrañar que hubiese aceptado entrar a la agrupación, ya que precisamente desde Buffalo Springfield había tenido serias rencillas con Stills. Sin embargo, ahí estaba, listo para contribuir con un par de composiciones para el nuevo disco.
  Desde el principio las cosas caminaron mal. Apenas unos meses antes de entrar a grabar a los estudios Wally Heider de San Francisco, la novia de David Crosby, Christine Hinton, la mujer que lo inspiró a escribir la bellísima “Guinnevere” del primer álbum, se estrelló de frente contra un autobús escolar, mientras conducía el Volkswagen de su pareja. Murió instantáneamente. Era el 30 de septiembre de 1969 y la gira que estaba efectuando la agrupación se suspendió de inmediato. Las cenizas de Christine fueron arrojadas al agua desde el Golden Gate y Crosby entró en una profunda depresión que lo llevó a consumir alcohol y heroína en cantidades industriales. Temiendo que tratara de suicidarse, Graham Nash no se separó de él un solo instante.
  Cuando algunas semanas después al fin se iniciaron las sesiones, las cosas estaban tensas y complicadas. David Crosby debió hacer un enorme esfuerzo para recobrar cierta serenidad, algo a lo cual no ayudaba demasiado la actitud poco sociable y hasta áspera de Neil Young. Nash, por su parte, había asumido el papel de pacificador y trataba de crear, sin mucho éxito, un ambiente de trabajo agradable, mientras que Stills desesperaba a los ingenieros de sonido con sus obsesiones perfeccionistas.
  Había cocaína por todas partes: en la cabina, en las salas de descanso, en la consola. John Sebastian, uno de los pocos músicos invitados al disco cuenta que “la cocaína me daba miedo. Era una droga que apenas se conocía y que lejos de relajar ponía a todos tensos y agitados. Ciertamente no era una droga que ayudara a socializar”.
  Rara vez hubo más de dos integrantes del grupo al mismo tiempo en la cabina de grabación y prácticamente cada uno grabó sus partes por separado. En ello tuvieron que ver también sus problemas sentimentales. Si Crosby había perdido irreparablemente a su novia y buscaba consolarse llegando cada día al estudio con dos jovencitas diferentes, Nash tenía diferencias con su pareja (la cantautora Joni Mitchell), Stills no lograba conciliar su relación con la suya (la también cantautora Judy Collins) y hasta Young veía tambalear su matrimonio con Susan Acevedo.
  Dallas Taylor, el baterista de Crosby, Stills, Nash & Young, recuerda que “la grabación de Déjà Vu fue como una pesadilla. Tardamos cerca de un año en concluirlo y fue desgastante. Los conflictos entre ellos eran tantos que Neil prefirió llevarse las cintas de sus canciones a otro estudio para trabajarlas solo. Greg Reeves (bajo) y yo teníamos que andar de un lado a otro, según las exigencias de cada uno de ellos. Veía aquel sueño derrumbarse ante mis propios ojos”. Y Nash rememora: “Nos odiábamos. Estábamos todos listos para saltar a la garganta del otro”.
  Neil Young se encontraba grabando al mismo tiempo su álbum After the Gold Rush y no ocultaba la prisa por terminar con su parte en Déjà Vu y largarse cuanto antes. Fue por ello que produjo sus dos canciones (“Helpless” y “Country Girl”) en muy breve tiempo y no volvieron a saber de él. Casi no participó en los temas de sus compañeros (es un decir). El resto del disco puede considerarse como de Crosby, Stills y Nash. Al final, las sesiones de Déjà Vu alcanzaron las setecientas horas de grabación.
  No obstante todo lo aquí mencionado, el álbum es una completa maravilla y refleja una paradójica armonía no sólo musical sino emocional. ¿Cómo fue posible que se alcanzara un resultado tan asombroso? Sólo hay una explicación y la ofrece Dallas Taylor: “No importaba lo que estuviera sucediendo. A final de cuentas éramos una banda. Cuando tienes la combinación correcta de músicos, la magia surge a pesar de los pesares”. Le faltó decir algo más: que las cuatro cabezas del grupo eran (y siguen siendo) verdaderos talentos cercanos al genio.
  Musicalmente, Déjà Vu no presenta una sola fisura, un solo momento de debilidad. Desde la inicial “Carry On” de Stephen Stills, nos topamos con algo diferente. Las guitarras acústicas iniciales, tocadas con un beat hechizante; los celestiales coros (sólo los Beatles y los Beach Boys alcanzaron tan perfectas combinaciones vocales), todo se conjuga para crear un tema aplastante. Y lo que sigue es una serie de joyas que hoy son ya clásicas. Las otras dos composiciones de Stills (la austera “4 + 20” y la final “Everybody I Love You”, a la que muchos consideran como la mejor canción de Buffalo Springfield que este grupo jamás grabó), las dos bellezas melódicas de Graham Nash (la muy inglesa y beatlesca tonada "Our House" –no olvidemos que Nash nació en Gran Bretaña y fue miembro del grupo de Manchester The Hollies– y la preciosa balada de optimista ideología hippie “Teach Your Children”), las intrincadas composiciones del ex-Byrd David Crosby (la increíble “Déjà Vu” –que se llevó cien horas de grabación y revolucionó muchos aspectos de la armonía y el ritmo, debido al manejo muy poco convencional de los mismos– y la dura, potente y paranoica “Almost Cut My Hair”, con sus secos guitarreos eléctricos) más la solitaria pieza ajena “Woodstock”, escrita por Joni Mitchell y el único corte, tal vez junto con “Carry On”, en que Crosby, Stills, Nash & Young realmente suena como un grupo compacto. Claro, sin olvidar los dos temas de Neil Young ya referidos atrás.
  Déjà Vu es no sólo una obra cumbre del rock sesentero de la costa oeste estadounidense, sino un símbolo y un testimonio de lo que fueron capaces de hacer cuatro sensibilidades tan distintas que al chocar con violencia, como aerolitos en el espacio, provocaron una explosión de música que sigue resultando asombrosa y conmovedora a casi cincuenta años de distancia.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

miércoles, 25 de enero de 2017

Emiliano nació

Ayer en la tarde me entregaron los primeros ejemplares de Emiliano, mi inicial experiencia como editor independiente. Dado que yo quería que la novela apareciera antes del próximo 5 de febrero, fecha en que se celebra el primer centenario de la promulgación de la actual Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y que ninguna editorial podía sacarla en estos días, me aventuré a publicarla por mis propios medios, para lo cual recurrí a los servicios de Libro a la Carta, a cuya cabeza está mi querida amiga Jocelyn Pantoja, quien me entregó un libro realmente bello, con el diseño de portada de mi hijo Jan García Hellion.
  Emiliano es mi incursión en la novela de la Revolución Mexicana y está basada en la vida de mi abuelo, el diputado constituyente por Sinaloa Emiliano García Estrella. Sin embargo, quise que fuera más allá de la mera biografía y traté de hacer un retrato no sólo del movimiento revolucionario, sino de lo que era la Ciudad de México en los años veinte del siglo pasado. Dado que la edición es personal, no estará a la venta en librerías sino por medio de las redes sociales y de una página dedicada a la novela que pronto estará lista. Ojalá a muchos les interese leerla. Creo que su lectura no los defraudará.

martes, 24 de enero de 2017

Un Vive Latino grupero y tropical

En medio de la tormenta que significa la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, el mundo con todas sus particularidades sigue su marcha y entre esas particularidades se encuentra la música. Así pues, vayamos a nuestro campo habitual y hablemos de nuestra materia.
  A mediados de este mes se anunció el elenco que participará en la versión 2017 del Vive Latino y aunque ya no sorprende, no deja de resultar significativo que entre las cabezas del cartel se anuncie a Bronco y a la Sonora Santanera. La música grupera y la música tropical (con sus diferentes géneros: el danzón, el mambo, el bolero, la guaracha, la cumbia) como estelares en un festival que en sus inicios era exclusivamente de rock.
  Se dice que los tiempos cambian, que el rock ya es indefinible, que los crossovers (eufemismo de promiscuidad) son lo de hoy, que debemos ser abiertos y eclécticos, que el Vive Latino es “un evento de cultura musical” y que por eso ha de abrirse a todas las expresiones, etcétera. Son buenas excusas, sin duda, y justifican la presencia de las dos agrupaciones mencionadas y de los Tigres del Norte, Los Ángeles Azules o Paquita la del Barrio en ediciones anteriores. Todo ello para no decir la verdad: que el rockcito que se hace hoy en México es un híbrido con un público cada vez más escaso que no garantiza el negocio y que por ello se recurre a grupos y solistas de raigambre populachera.
  Entiéndase: nada tengo en contra, por ejemplo, de la Sonora Santanera y su larga y admirable trayectoria dentro de lo suyo. Pero afirmar que se le incluye en el Vive Latino por cuestiones culturales es un mal chiste que ni siquiera se cuenta solo. Lo cierto es que en México el rock se encuentra en estado de coma, confinado en lo subterráneo (como en los tiempos post Avándaro) y ya no rinde suficientes dividendos.
  Así pues: todos a cantar “La boa”, “El ladrón”, “Perfume de gardenias” y “Bómboro quiñá quiñá”.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 23 de enero de 2017

El huelepiés

Al término del ensayo, Pánfilo se despojó de su bajo, lo colocó cuidadosamente a un lado del amplificador y se alejó de sus compañeros para refugiarse en un rincón del cuarto. Ya tenía en su mano el iPhone y marcó un número. Aguardó con cierta impaciencia, hasta que escuchó la voz femenina que le contestaba desde el otro lado de la línea.
  —¿Qué onda, guapa? ¿Cómo estás? ¿Siempre sí vas a poder?
  La jovencita rio nerviosa y divertida y le respondió que aún no sabía si su mamá la dejaría salir esa noche.
  —Bueno, yo te llamo más tarde o nos ponemos de acuerdo por el inbox, ¿vale? Para que me digas qué te preparo de cenar.
  Pánfilo colgó y se dio cuenta de que sus camaradas lo miraban con sonrisas sarcásticas.
  —¿Qué? —les espetó molesto.
  —Nada, güey —le respondió Eulalio, el vocalista y líder de la banda.
  No hubo mayor intercambio de palabras al respecto, aunque todos y cada uno de los integrantes de Como Santo Tomás, aquel más o menos famoso grupo mexicano de cumbia-rock, conocían a la perfección las mañas de su bajista.
  Pánfilo se despidió y se dirigió a su casa. Vivía en un departamento cercano al metro Coyoacán y en cuanto llegó a su hogar, se instaló en la computadora y entró a Facebook. Varias de sus amigas estaban conectadas al chat, aunque no Vanessa, la joven de diecisiete años con quien hablara por teléfono al término del ensayo.
  Como lo abrumaba charlar con varias personas a la vez, optó por saludar a una sola de ellas. La elegida fue Macaria, con quien desde semanas atrás solía sostener charlas de doble sentido.
  —Hola, linda —escribió en el teclado.
  —hola!!!!!!! —respondió la joven.
  —¿Qué ondita? ¿Ya te decidiste?
  —Jijijijijij xD
  —¿Eso quiere decir que sí?
  —no c, es ke mi mamá igual no me deja.
  —Pues no le digas que vienes aquí, invéntale que vas con alguna amiga.
  —jajaja sí, podría ser xP.
  —Se me hace que la que no quiere venir eres tú.
  —Noooooo!!!!! Kómo krees… Si ya muero x konocerte.
  —Ahí está, ¿cómo ves este sábado?
  —Chance… Tengo ke ir al gym, igual saliendo de ahí.
  —Oye, ¿pero te pido una cosa?
  —Klaro.
  —Cuando termines en el gimnasio, no te bañes.
  —jijijiji xq?
  —Ya te he dicho que me encantan tus pies, ya ves que fue lo primero que me llamó la atención de ti cuando te vi en Facebook.
  —Sí, pero kómo krees que voy a ir con las patas todas sudadas y apestosas y luego con los tenis, jajajajaj
  —Justo eso quiero, ¿me prometes que lo harás?
  —Bueno, aunke c me hace raro.
  —La vamos a pasar increíble, ya lo verás.
  —Sí, me imagino… Oye, me tengo que ir, tengo que hacer tarea.
  —Sale, confirmamos el viernes. Chau!
  —Besitos, chau! u.u
  Se sintió contento pero insatisfecho. Tenía libre la noche del sábado y no podía pasarla solo. Optó por dejar abierta otra posibilidad y saludó a una más de sus amigas conectadas al chat. Se saludaron, platicaron de boberías y por fin él fue directo a lo que quería. Sólo que Mireya ya sabía de qué se trataba y en un principio se mostró esquiva.
  —Es que no sé si eso me gusta —le dijo.
  La primera vez, se había visto sorprendida y no atinó a reaccionar cuando él se puso de rodillas ante ella, la despojó de una de sus zapatillas de tacón, le acarició el pie con manos temblorosas y comenzó a olisquearlo con fruición. “Me haces cosquillas”, le espetó entre risas nerviosas, pero él no hizo caso y empezó a chupar su dedo gordo. El tipo sudaba y se mostraba excitadísimo, mientras ella lo contemplaba atónita y sin saber qué hacer, qué decir. Finalmente se dejó y él repitió la operación con el otro pie. No le pidió que se desnudara o que se acostara con él. Se limitó a oler y lamer los tobillos, las plantas y sobre todo cada uno de los deditos inferiores de la joven.
  —Si vienes, te preparo un espagueti al roquefort y te regalo el nuevo disco de la banda. Autografiado.
  Mireya terminó por ceder y le dijo que el sábado en la mañana confirmaban.
  Más tranquilo, con la seguridad de que si una de las chicas fallaba, la otra casi seguramente asistiría, abrió un archivo en el que guardaba, literalmente, cientos de fotografías descargadas de los álbumes de amigas, conocidas y admiradoras. Sin embargo, no eran imágenes de ellas, sólo de sus pies: descalzos, con zapatos de tacón, con tenis. Se llevó la mano a la bragueta, bajó el cierre y comenzó a masturbarse ruidosamente mientras iba pasando las fotos.
  Al poco rato, recostado en la cama, luego de beberse un whisky con agua mineral y dar dos fumadas a un cigarro de marihuana, su rostro se llenó de sombras. Quien hubiese visto sus ojos de cerca, además de lo rojo de su esclerótica, habría advertido que algunas lágrimas porfiaban por salir.
  Se sentía mal. Más que mal. Pensaba en Aurora, su ex novia, quien apenas un par de semanas antes lo había cortado, cuando todo estaba listo para que se casaran. Las familias de ambos estaban felices con aquella inminente boda y todo parecía perfectamente encaminado hacia la unión matrimonial de la pareja, hasta que cierto infausto día, alguien contó a Aurora sobre las infidelidades pedicuristas de su prometido. Ese alguien era una de las muchas mujeres que habían padecido la manía olfatoria de Pánfilo y le dio nombres de otras jóvenes que podrían confirmarle aquello. “Todas lo conocemos como ‘El Huelepiés’, así le decimos”, concluyó.
  Aurora habló con él, lo hizo confesar y lo cortó sin dudarlo. Paradójicamente, a ella jamás le había hecho eso. Nunca mostró alguna preferencia por sus blanquísimos pies de niña bien. De hecho, cuando le preguntó por qué con ella no había mostrado "su desviación", el tipo sólo atinó a balbucear que eso jamás, que a ella la quería y la respetaba mucho, que sólo lo hacía con chavas que no le importaban.
  Se quedó profundamente dormido.
  Ese sábado, Mireya fue a visitarlo y le advirtió que era la última vez que lo haría. Él le dijo que estaba bien, pero que se quitara los zapatos rápido, por favor. Pocas veces olisqueó unos pies con tanta desesperación.
  Dos semanas más tarde, un hombre de veintitantos años descendía de un vagón del metrobús en la estación Campeche de la Línea 1, con dirección a Indios Verdes. Eran las siete y media de la noche. Caminó hacia la salida y al acercarse a las entradas donde aguardaban los pasajeros que se dirigían al sur de la ciudad, lo vio. Ahí estaba el hijo de su puta madre. El mismo musiquete pendejo que había hecho que su novia lo fuera a ver para olerle y chuparle los pies. Lo había descubierto todo al meterse al Inbox de su chava y leer una conversación suya con Pánfilo. Luego de una agria discusión, su relación de tres años había terminado bruscamente. Su sentimiento de odio fue tal que pensó en ir a buscar al bajista para romperle la cara. No obstante, en aquel momento había logrado controlarse.
  Pero ahora era distinto. Ahí estaba el galancete, distraído, con la mirada extraviada, en espera del metrobús que lo llevaría a su casa. El hombre perdió toda calma. El rencor se apoderó de él y sus manos se engarrotaron, mientras empezaban a temblar incontrolables. Estaban a cuatro metros de distancia. Algunas personas se interponían entre ellos, pero pudo ver que Pánfilo estaba parado justo en la orilla para abordar primero. En eso, se escuchó la bocina preventiva del convoy que se acercaba a toda velocidad. No tuvo dudas sobre lo que tenía que hacer. Fue directo hacia el Huelepiés, para llegar momentos antes de que el vagón pasara a su lado. Aquello sería tan sencillo que parecería un accidente. Cuando lo tuvo a su alcance, contó los segundos que faltaban. Cinco, cuatro, tres, dos…
  Todavía alcanzó a ver que el rojo vehículo llevaba rumbo a El Caminero.

Publicado originalmente en el sitio Café con Letras (http://cafeconletras.mx/)

domingo, 22 de enero de 2017

Antoine Doinel

Uno de mis cinco actores favoritos de todos los tiempos, Jean Pierre Léaud, en tres tiempos (mis otros cuatro actores preferidos son James Cagney, James Stewart, Cary Grant y Marcello Mastroianni).



sábado, 21 de enero de 2017

El decálogo de Donald Trump

Empecemos con un lugar común: no hay fecha que no se cumpla o plazo que no se venza. Desde ayer, 20 de enero de 2017, nuevo presidente gringo habemus y en la Casa Blanca (la de Washington) ya está cómodamente instalado el inefable, burdo e impresentable Donald Trump.
  El mundo entero tiembla y México se estremece ante la amenaza que tamaño individuo representa para la paz y la economía globales. ¿Cómo nos irá con el hombre anaranjado a la cabeza del que sigue siendo el país más poderoso del planeta? Muy mal, si el tipo sigue al pie de la letra el siguiente decálogo, tomado de algunos de sus dichos más sonados.
  1.- Las mujeres son en esencia objetos estéticamente agradables. La belleza y la elegancia, en una mujer o en un edificio, sólo es algo superficial y lindo.
  2.- México nos envía a gente que tiene muchos problemas, que trae drogas, crimen y que son violadores.
  3.- Construiré un gran muro y voy a hacer que México pague por él.
  4.- Cuando eres una estrella, las mujeres te dejan hacerles de todo. Agarrarles el sexo..., ¡puedes hacer lo que se te antoje con ellas!
  5.- El calentamiento global fue creado por los chinos para perjudicar a la industria manufacturera de Estados Unidos.
  6.- El Ejército Islámico honra al presidente Obama. Él es el fundador del Ejército Islámico. Es el fundador, ¿entienden? ¡Él lo fundó!
  7.- Este es un país en el que hablamos inglés, no español.
  8.- Hay 26 mil agresiones sexuales sin denunciar en el ejército. ¿Qué esperaban si colocan a hombres y mujeres juntos?
  9.- Poner a una mujer a trabajar es algo muy peligroso.
  10.- Si Hillary no pudo satisfacer a su esposo, ¿cómo va a satisfacer a Estados Unidos?
  Misógino, antimexicano, antichino, antieuropeo, antidemócrata, anti tantas cosas, al menos durante los próximos cuatro años la humanidad se las verá de cara, día con día, con semejante barbaján. Ya veremos cómo nos va.

PD: Mera curiosidad ingenua: ¿la sorpresiva extradición del Chapo Guzmán, justo un día antes de la ascensión de Trump, fue mera casualidad?

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 20 de enero de 2017

Screaming Headless Torsos / Screaming Headless Torsos (1995)

El jazz-rock-funk de este grupo neoyorquino no deja de sorprender por su originalidad, su potencia rítmica y su esquizofrénica capacidad armónica. Encabezado por el excepcional guitarrista David Fiuczynski, el quinteto debutó con este disco que admiraría el propio Miles Davis, a quien rinde homenaje con el tema “Blue in Green”. Un disco que sacude desde la primera escucha.

Mejor tema: “Smile in a Wave”


jueves, 19 de enero de 2017

La oscura calma de The xx

La música de The xx podría parecer demasiado millenial. En especial la de sus dos primeros discos, los excelentes The xx (2009) y Coexist (2012). El grupo británico liderado por Jamie xx y en el que siempre han destacado las voces de Romy Madley Croft y Oliver Sim abre el nuevo año con su tercer larga duración, el sorprendente I See You (Young Turks, 2017). Digo sorprendente porque en este su opus No. 3, la agrupación se arriesga a ser más experimental e incluso más rítmica, con guiños musicales que nos recuerdan a proyectos como Lamb, Autour de Lucie e incluso Morcheeba. Por supuesto, sin olvidar su clásico estilo sosegado, sensual y pleno de angst.
  I See You es una obra sosegadamente apasionada y calladamente intensa. Sólo que a diferencia de los dos álbumes anteriores, la producción ha dejado de ser austera y juega más con la producción y las instrumentaciones; tanto así que se atreven incluso a introducir impensables referencias a Hall & Oats en el tema “On Hold”.
  Esta vez no todas las canciones apuestan por la melancolía y las atmósferas neblinosas. Hay, sí, canciones alegres. Tan alegres como pueden ser proviniendo de The xx, claro. Pero ahí están preciosos cortes como “Say Something Loving” o “I Dare You” para demostrarlo, como hay composiciones en las que la voz de Croft luce en toda su plenitud (escúchense “Lips” y “Performance”). Otras piezas imperdibles son “A Violent Noise”, “Replica” y “Brave for You”.
  I See You no será dentro de doce meses el disco del año, pero no cabe duda de que es una muy buena forma de iniciarlo.

(Reseña que escribí hoy para "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

miércoles, 18 de enero de 2017

Una mujer casada

¿Cómo es que nunca antes había yo visto esta maravilla? Había escuchado hablar de ella como una obra "menor" de Jean-Luc Godard que nada tenía que hacer frente a filmes como Sin aliento, Vivir su vida, Masculino-femenino o Pierrot, el loco. Sin embargo, Una mujer casada (Une femme mariée), filmada en 1964 (el mismo año en que realizó la también muy célebre Bande à part que vi hace algunos días), es una película perfecta: en la puesta en escena, en cada encuadre, en los diálogos, en el ritmo, en el montaje, en las actuaciones, en la maravillosa fotografía en blanco y negro. Es arte cinematográfico en su máxima expresión.
  La anécdota que se narra es muy sencilla: 24 horas en la vida de una mujer que lidia consigo misma para estar con su marido y con su amante. No es un drama, tampoco una comedia. Es la simple existencia de una parisina de la clase media alta a mediados de los años sesenta del siglo pasado. Lo que vale es la estructura, el preciosismo, la distancia que toma Godard para retratar sin moralismos a sus personajes, los finos detalles de humor, la genuina profundidad filosófica e intelectual (en el mejor sentido del término) de varios de los diálogos que contrastan a propósito con otros vacuos y cotidianos.
  En cuanto a las actuaciones, destaca sobremanera la frágil belleza de Macha Méril en el papel de la inquieta Charlotte, una mujer que parece flotar y vagar como una pluma al viento, mientras se debate en su conflicto entre el placer sexual y al amor. Su marido, un piloto aviador con quien tiene un hijo pequeño, y su amante, un actor de teatro clásico que ama a Racine, carecen de personalidad y aunque son inteligentes y más o menos cultos, no parecen suficiente para ella y quizá por ello necesita de ambos.
  Realmente una cinta esplendorosa en la que por cierto se ve mucho de lo que sería años después el cine de Woody Allen. Una obra de arte de la nouvelle vague.

martes, 17 de enero de 2017

Canciones para Donald Trump

“Al principio tenía miedo, estaba petrificado. / Seguía pensando que nunca podría vivir sin ti a mi lado. / Pero luego pasé tantas noches solamente pensando en cómo me habías herido / y me volví fuerte, aprendí a sobrellevarlo... / Sobreviviré. / Mientras sepa cómo amar, sé que estaré vivo. / Tengo toda mi vida para vivir, tengo todo mi amor para dar. / Sobreviviré. / Sobreviviré”.
  Son fragmentos del viejo y célebre tema “Sobreviré” (“I Will Survive”) de Gloria Gaynor que hace algunos días una veintena de estrellas de Hollywood interpretó en un divertido video, a manera de ingeniosa y desafiante protesta contra la inminente llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos.
  El mensaje es claro y lo podríamos cantar millones de habitantes del planeta: a pesar de ti, sobreviviremos.
  No es la única canción que se me ocurre podemos cantarle al hombre de la piel anaranjada. La primera que me viene a le mente es, por supuesto, “Another Brick on the Wall” de Pink Floyd, básicamente por la relación que se le dio con la caída del muro de Berlín (aunque la canción es de origen una dura crítica al sistema escolarizado) y que ahora implica a otro muro: el que Trump quiere construir a lo largo de la frontera con México.
  Otra composición que podemos relacionar con este sujeto es “It’s the End of the World As We Know It” de R.E.M, porque podríamos estar ante el final del mundo que conocemos para entrar a una aterradora dimensión desconocida (por cierto que durante su campaña, el terrible Donald empezó a utilizar esta canción en sus mítines, pero los integrantes de R.E. M. lo demandaron –el vocalista Michael Stype lo llamó “payaso anaranjado”– y tuvo que dejar de usarla).
  Sin embargo, la canción que mejor puede definir a tan detestable y burdo personaje se la debemos a Bob Dylan y lleva por título “The Idiot Wind” que en dos de sus versos dice: “Viento idiota que sopla cada vez que mueves la boca”. No creo que haya que agregar mayores comentarios.
 
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 16 de enero de 2017

Magical Mystery Tour

Más que un álbum en sí, este Viaje Mágico y Misterioso (1967) es en realidad, en su primera parte –o lado A del vinil original–, la banda sonora de la película homónima para la televisión, mientras que en su segunda mitad –o lado B– es una recopilación de los tres más recientes y exitosos sencillos, con dos nuevos temas añadidos.
  Lo que salva a este disco es la gran calidad de la mayoría de sus cortes, algunos de ellos sin duda entre los mejores de los Beatles, sobre todo –entre los que conforman el soundtrack– la lennoniana “I Am the Walrus” y la mccartiana “The Fool on the Hill”. La primera es una de las composiciones más bizarras de John Lennon, cumbre del surrealismo letrístico y con uno de los más arriesgados arreglos instrumentales que haya tenido cualquier canción del cuarteto. Sin las pretenciones avant garde que pudiera tener por ejemplo “Revolution 9” del Álbum Blanco, “Soy la morsa” posee la cualidad de inquietar al escucha con su sardónico y provocativo sonido y sus casi lewiscarrollescos juegos de palabras, extraordinariamente logrados (empezando por su ya clásica frase “I am he/  As you are he / As you are me / And we are all together”). En contraparte, “The Fool on the Hill” es una canción dulcísima, típica del estilo melódico de Paul McCartney, aunque con una letra más propositiva que las de algunas composiciones anteriores del propio Paul.
  Los otros temas del lado A del Magical Mystery Tour son interesantes si bien menores, como el que da nombre al disco (pieza introductoria que sirve para presentar el periplo supuestamente lleno de magia y misterio), la nostálgica “Your Mother Should Know”, la vaporosa “Blue Jay Way” de George Harrison y la curiosa instrumental “Flying”, única canción de los Beatles firmada por sus cuatro integrantes.
  En cuanto al segundo lado del disco, al menos en la versión estadounidense que luego se extendió por el mundo, contiene una tercia de temas fuera de serie aparecidos anteriormente en EP: “Strawberry Fields Forever”, “Penny Lane” y “All You Need Is Love”, así como las novedosas y encantadoras “Hello Goodbye” y “Baby You’re a Rich Man”.

(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 8 de La Mosca en la Pared, publicado en febrero de 2004)

domingo, 15 de enero de 2017

¡Aguas con las cucarachas!

Con obvias influencias de los Red Hot Chili Peppers (en ocasiones demasiado obvias), el cuarteto tapatío Cuca acaba de publicar su primera grabación, una obra irreverente y divertida que sorprende desde la primera impresión por su frescura y antisolemnidad rampantes.
  Con un sonido compacto y más que aceptable, Jorge Fors (excelente vocalista; sobre todo en un medio donde los buenos cantantes brillan por su ausencia), Galileo Ochoa (guitarra), Carlos Avilez (bajo) y Nacho González (batería) presentan un disco con pocos altibajos, con un nivel musical que combina ritmos desaforados en una mezcla de funk, punk y rock pesado con algunos ligeros elementos mexicanistas (esto resulta particularmente claro en piezas como “El son del dolor” y “Qué chingaos”). Si bien sus melodías son elementales y sus armonías poco cambiantes, la fuerza del grupo estriba en su manera de interpretar y en sus letras jocosamente léperas e ingeniosamente provocadoras.
  Lejos de pretender dar "mensajes", los integrantes de la Cuca se burlan de todo y de todos, incluso de ellos mismos, en una actitud antisolemne altamente saludable y agradecible.
  Sus letras sin duda pondrían de punta los cabellos de la senadora Gore, esposa del vicepresidente electo de los Estados Unidos, y quien se ha distinguido por su persecución implacable de los rocanroleros gringos a los que ha tratado de censurar y callar sin demasiado éxito. Tan sólo los títulos son más que explícitos: “El mamón de la pistola”, “Me vale madre”, “Hijo del lechero”, la sensacional “La pucha asesina” ("se te ve divina / pero quién adivina / si tú tienes la pucha asesina") y otras.
  Entre las canciones más destacables se encuentran  “Don Goyo", la ya mencionada “El mamón de la pistola” (ambas muy redhotchilipepperas o como se diga), la demencial “Necesito cirugía”, la muy chistosa “Hijo del lechero” ("Ay mamá, ¿qué es lo que pasa? / ¿Por qué me siento como un invitado en esta casa / Ay mamá, papá me maltrata / Dime por qué me trata como rata / Ay mamá, no siento el parentesco / en esta casa a nadie me parezco / Ay mamá, soy el único güero / ¿Por qué es tan bueno conmigo el lechero?”) y la divertidísima “Cara de pizza”. Quizá la pieza menos afortunada sea “El moralizador”, con una letra demasiado plana y superficialmente crítica y una música que desmerece al lado de otras mucho mejores.
  La Cuca tiene una mega ventaja frente a otros grupos nacionales: gracias a sus letras y su actitud, jamás va a ser invitada de Raúl Velasco, Paco Stanley y la Vero. Eso ya habla muy bien de la agrupación y la honra sobremanera.
  Descendientes indirectos de Frank Zappa, estos guadalajareños suenan como hubiera sonado La Maldita Vecindad si se hubiese dedicado a tocar rock en lugar de música  tropical y con eso queda dicho todo.

Cuca, La invasión de los blátidos. Discos Culebra, BMG, 1992.


(Reseña que publiqué en mi columna "Bajo presupuesto" de la sección cultural del diario El Financiero, el 10 de diciembre de 1992)

sábado, 14 de enero de 2017

El mundo antes de Trump

Hoy es el último sábado antes de que el inefable Donald Trump se convierta en nuevo presidente de los Estados Unidos de América. La mayor parte del mundo, con excepción de quienes votaron por él y del gobierno ruso, espera lo peor para los días, los meses, los años venideros. No parece haber razón para un mínimo optimismo ante la arrogancia, la prepotencia y la burda estupidez rampante de quien todavía parece increíble que pueda estar a la cabeza de la mayor potencia económica y militar del planeta. Es como un mal sueño del que todos querríamos despertar sin poder hacerlo. Como una serie televisiva de política ficción en la que malamente se entremezclaran elementos de House of Cards, Breaking Bad, The Walking Dead, 24, Los Soprano y El aprendiz, con un toque del humor negro de Saturday Night Live. Sin embargo, estamos ante algo real, frente a un hecho consumado, y es así como debemos asumirlo.
  ¿Cómo serán los próximos cuatro años (bendito sea que allá no son sexenios)? ¿Permitirán los distintos poderes estadounidenses –los fácticos y los institucionales– que el hombre anaranjado maneje las cosas a su antojo o serán capaces de oponerle trabas a sus delirios? ¿Logrará llevar a cabo sus planes contra viento y marea o la fuerza de la realidad terminará por contenerlo? Pronto lo iremos sabiendo.
  En cuanto a México, parece haber consenso en cuanto a que con él nos irá –para decirlo sin tapujos– de la chingada y que ni con Luis Videgaray en Relaciones Exteriores se podrá evitar que el ciclón nos arrase. ¿Será? Tal vez sí, tal vez no... o quizá no tanto como tememos.
  No quiero pecar de ingenuidad, pero guardo una pequeña reserva de esperanza acerca de que la situación termine por resultar menos dañina para nuestro país. Una nación inestable y en ruinas al sur de la frontera es algo que no le conviene a los gringos y son precisamente los republicanos quienes mejor lo han entendido siempre. Así, puede que al final Trump no logré decirnos: You’re fired!

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 13 de enero de 2017

Jon Spencer Blues Explosion / Now I Got Worry (1996)

Uno de los discos más salvajes de este peculiarísmo trío que, a pesar de su nombre, toca todo menos blues, cuando menos en su formato clásico. Con una postura más bien neopunk (aunque musicalmente nada tenga que ver con dicha corriente), el grupo encabezado por Jon Spencer es intenso, ruidoso, vertiginoso y divertido, como podemos atestiguar en este plato.

Mejor tema: “Wail”


jueves, 12 de enero de 2017

Bande à part

Nunca había visto completa esta divertida cinta de Jean-Luc Godard. Sólo conocía sus tres escenas más famosas y difundidas: la de la carrera en el Louvre, la del baile en el café y la del minuto de silencio.
  Aunque se supone que es un thriller (la historia de tres estudiantes de una academia de inglés -dos hombres jóvenes y una muchacha- que planean robar en la casa de la tía de la chica), Godard lo maneja más como una comedia negra y aunque el filme está basado en la novela pulp Fools Gold de Dolores Hitchens, lo que menos parece importarle aquí al director es la narración en sí. Por eso el ritmo es cambiante (de pronto lento, de pronto vertiginoso) y por eso la cinta se va tanto por los momentos de acción pura como por los de reflexión acerca de tópicos como la atracción sexual, el aburrimiento juvenil, la creciente influencia de la cultura gringa en la cultura cotidiana francesa y el decaimiento de los valores tradicionales en aras de una liberalización que por ese entonces (el año 1964) crecía en el mundo y que se convertiría en la gran revolución cultural de los años sesenta (aún faltaban cuatro años, por ejemplo, para el estallido del movimiento estudiantil francés).
  Entretenida y sórdida, con las actuaciones principales de Anna Karina (Odile), Claude Brasseur (Arthur) y Sami Frey (Franz), más la música de Michel Legrand, Bande à part es un clásico no sólo de la nouvelle vague sino del cine de todos los tiempos. En ella se manifiestan muchas si no es que todas las características cinematográficas de Godard.
  Fascinante.

miércoles, 11 de enero de 2017

Dos cumpleaños

Ayer, el No. 95 de mi mamá; hoy, el No. 60 de mi amiga (y antiguo amor platónico de adolescencia) Irma. Dos personas muy importantes en mi vida (bueno, eso es obvio en el caso de mi madre). A ma mere la celebraremos pronto mis hermanas y yo, Irma imagino que festejó con los suyos allá en Alemania, donde vive actualmente.
  Felicidades a ambas.

martes, 10 de enero de 2017

Bowie: de Ziggy a Lazarus

David Bowie fue ante todo un creador de ficciones, de realidades paralelas. Para los jóvenes que empezaron a seguirlo desde principios de los años setenta de la centuria pasada, sobre todo en la Gran Bretaña, significó una alternativa a la triste y gris existencia que llevaban y por ello lo convirtieron en una especie de semi dios, tal como lo refiere el escritor y pensador Simon Critchley en su libro Bowie (Sexto Piso, 2016).
  Para crear esa realidad paralela, en la primera parte de su carrera el músico se valió de la invención de variados personajes, empezando por el propio David Bowie, ya que su nombre original, en la década de los sesenta, era David Jones, el cual tuvo que cambiar para diferenciarse de uno de los integrantes del entonces muy famoso (aunque falsísimo) grupo estadounidense The Monkees.
  El apellido Bowie fue en sí mismo una identidad que le permitió moverse a sus anchas y crear otras identidades, como la del Major Tom de Space Oddity (1969) o el Ziggy Stardust del álbum homónimo de 1972. Luego vendrían personajes como Aladdin Sane, el Duque Blanco, Nathan Adler y los finales Button Eyes y Lazarus, ambos de su disco póstumo Blackstar (2016).
  Me interesa recalcar a este último, porque se trata de una clara referencia a Lázaro, el personaje del Nuevo Testamento a quien Jesucristo logra resucitar (por cierto, sin que el propio Lázaro así lo pidiera).
  Lázaro significa resurrección y quizá lo que Bowie nos quiso decir por medio de él y a sabiendas de que padecía un cáncer terminal es que a pesar de que moriría físicamente, tal como sucedió hoy hace justamente un año: el 10 de enero de 2016, a pesar de ello reviviría con su música que es inmortal y que continúa viviendo gracias a quienes la seguimos escuchando.
  Quiero pensar que ese es el mensaje final de David Bowie: que el creador muere, mas su obra perdura. Y vaya que en su caso es cierto.
  David Lazarus.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 9 de enero de 2017

Los libros que leí en 2016 y sus reseñas*

“La celda de cristal” de Patricia Highsmith
“Sumisión” de Michel Houllebecq
“Tragicomedia mexicana 2” de José Agustín
“Memorias” de Daniel Cosío Villegas
“Lázaro Cárdenas y la revolución mexicana” (1) de Fernando Benítez
“Lázaro Cárdenas y la revolución mexicana” (2) de Fernando Benítez
“Russell” de Ronald Clark
“Cinco esquinas” de Mario Vargas Llosa
“De animales a Dioses” de Yuval Noah Harari
“Lluvia de verano” de Ahmet Hamdi Tanpinar
“Empezar de cero” de Jimi Hendrix
“La doble vida de Jesús” de Enrique Serna
“Patria o muerte” de Alberto Barrera Tyszka
“Viva” de Patrick Deville
“Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño
“Memorias de un comunista” de René Avilés Fabila

*Dar clic en cada título para leer mi respectiva reseñita.

domingo, 8 de enero de 2017

Bowie desde la filosofía


A un año de la muerte física de David Bowie, he aquí la visión de uno de los filósofos más eclécticos y singulares de hoy, además de fan fatal del inolvidable músico.

El tiempo transcurre con demasiada prisa, con una premura digna de mejores causas, y es así como este 10 de enero se cumple ya el primer aniversario del fallecimiento de David Bowie.
  A fin de no caer en el lugar común de los recordatorios que habrán de abundar en estos días, revisemos lo que nos cuenta el filósofo británico Simon Critchley en su libro Bowie, editado en español por Sexto Piso pocos meses después de la muerte del creador de Ziggy Stardust.
  En sus poco más de cien páginas, adornadas por las estupendas ilustraciones de Eric Hanson, Critchley se confiesa desde un principio como un seguidor incondicional de Bowie, a quien oyó por primera vez cuando tenía tan sólo 12 años y desde entonces lo siguió con la mayor fidelidad. “Ninguna persona me ha proporcionado tanto placer como David Bowie a lo largo de mi vida”, confiesa en el preámbulo de su texto.
  El idilio comenzó cuando el autor escuchó la interpretación de “Starman” en el programa de la BBC Top of the Tops, el 6 de julio de 1972, “y que fue seguido por una cuarta parte de la población británica”. Poco después, la madre de Simon adquirió el EP con la canción que en el lado B llevaba el tema “Suffragette City” y ello bastó para que aquel niño quedara enganchado para siempre a la música, las letras y la existencia de Bowie.
  No se crea sin embargo que estamos ante un volumen escrito por un fan fatal del artista. Simon Critchley es una eminencia en filosofía y ha sido profesor en diversas universidades de Francia, Australia, Noruega, Suiza, los Estados Unidos y, por supuesto, la Gran Bretaña. Hoy día, ocupa la cátedra Hans Jonas en la New School for Social Research de Nueva York, donde reside. Además de sus muchos libros publicados sobre diversas temáticas, es colaborador habitual de The Guardian y The New York Times.
  Así pues, el libro es un recorrido filosófico-existencial por la carrera de Bowie, basado en la discografía del mismo y la evolución de ésta, pero siempre relacionada con la propia vida del autor. Esto lo convierte en un texto original y diferente que analiza las distintas etapas por las que pasó el creador de álbumes fundamentales como Diamond Dogs, Scary Monsters o Heroes.
  “Bowie nos mostró otra manera de ser chico o chica o algo completamente distinto”, comenta Critchley en el capítulo “Aferrarse a la nada”. Y continúa: “Bowie/Ziggy recalibró la sexualidad de un modo disoluto pero destilado, decididamente atrevido, pero lleno de refinamiento. Era una especie de ascetismo degenerado”.
  A lo largo de Bowie, el autor refiere cómo el músico siempre trató de mostrar que lo que consideramos como la realidad es más bien una gran ilusión y por ello recurrió tanto a la creación de personajes (Major Tom, Ziggy, El Duque Blanco, etcétera), como a letras que específicamente se referían al tema. Era una manera de evadir la gris y aburrida existencia de los jóvenes de esos días, no muy diferentes por cierto a los de hoy.
  “La vida era rutina; gris, constreñida e insulsa. Nuestros padres estaban sumidos en una profunda confusión moral en los sesenta, tenían aventuras, se divorciaban, llevaban pantalones de campana. Nosotros estábamos sencillamente aburridos”, escribe Critchley, para anotar más adelante: “Bowie nada tenía que ver con cualquier clase de realismo. Su éxito conectaba con una exuberancia latente, de ciencia ficción de bajo presupuesto”.
  Aparte de esa ficción que tanto obsesionada al buen David, otras dos constantes en su obra fueron el anhelo y el amor. O el anhelo de amor. También está presente la nostalgia: “Lo más cerca que llegamos a estar de la nostalgia pura es en las evocaciones que Bowie hace de Inglaterra y, en especial, del Londres de su infancia y su juventud en los años cincuenta”, comenta el autor y pone como ejemplo la muy poca conocida canción “Absolute Beginners” que apareció como sencillo en 1986 y jamás perteneció a un álbum. Una canción de amor, por cierto. “Pero si mi amor es tu amor / seguro que lo logramos”, canta David en ella.
  El libro habla también de los dos últimos álbumes de Bowie: The Next Day (2013) y Blackstar (2016). Cuando se publicó el primero, habían transcurrido diez años desde la aparición de su último disco en estudio, el estupendo Reality de 2003. En ese decenio, muchos habían sido los rumores sobre la mala salud de David y su ausencia de la vida pública. Incluso se llegó a hablar de que había sufrido un infarto. Por eso causó tanta alegría la salida de The Next Day, por lo demás un gran disco. En cuanto a Blackstar, el video del primer sencillo homónimo había sido dado a conocer en noviembre de 2015 y a pesar de su ominoso contenido, nadie previó lo que habría de suceder apenas dos meses después. El viernes 8 de enero de 2016, fecha del cumpleaños 69 de Bowie, el álbum se puso a la venta. Fueron sólo dos días de dicha para los seguidores del músico, ya que el domingo 10 se anunció que había muerto de cáncer de hígado en su residencia de Nueva York. El estupor fue absoluto.
  Sobre el deceso de David Bowie, escribe Simon Critchley casi al final de su libro:
  “A pesar de su grandiosa y evidente tristeza, la de Bowie fue la mejor de las muertes. Si hubo alguna vez una ‘buena’ muerte de una figura cultural de primer orden, una muerte digna, fue la suya. Si una muerte puede ser una obra de arte, un acto de afirmación en completa concordancia con la estética del artista, entonces eso es lo que sucedió el 10 de enero de 2016. Bowie transformó la muerte en un arte y el arte en muerte. No tuvo la estúpida muerte de una estrella de rock a los veintisiete. Y tampoco se desvaneció en una neblina de adicción, decadencia y deshonra o dejó que fuesen sus seguidores los que recompusieran los fragmentos de una vida arruinada. La suya fue una muerte noble que contó con el don de la privacidad y con todos sus fans escuchando su nuevo disco”.

(Publicado el día de hoy en "El ángel exterminador" de Milenio Diario)

sábado, 7 de enero de 2017

De revoluciones y gasolinazos

Hace poco más de cuatro años, cuando el #Yosoy132 estaba en pleno apogeo, los entusiastas de la revuelta chairo-hipsteriana daban por hecho que, como rezaban los viejos manuales marxistas a la Marta Harnecker, en México estaban dadas “las condiciones objetivas para la revolución”. Todos ellos apostaban por la pronta caída del sistema y al final aquello fue como un cohete cebado. Mucho ruido y pocas nueces (de hecho, los principales líderes del “movimiento” se retiraron en cuanto Televisa les dio un programita de debate, de esos que nadie ve, y colorín colorado).
  Hace poco más de dos años, luego de los trágicos acontecimientos en Iguala, Guerrero, en los que 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa fueron asesinados por esbirros del crimen organizado, los mismos entusiastas de la revuelta chairo-hipsteriana dieron otra vez por hecho que, esa vez sí, en México las condiciones objetivas para la revolución estaban más que dadas. Desde sus cuentas de internet, sus laptops y sus esmartófonos (Román Revueltas dixit), apostaron de nuevo por la inminente caída del régimen y hasta ahora, como diría Chava Flores, puras habas.
  Desde hace unos días, luego del alza en el precio de las gasolinas, el famoso gasolinazo, otra vez los mismísimos entusiastas de la revuelta chairo-hipster, han vuelto a proclamar que ahora sí y sin la menor duda, en México están dadas las condiciones objetivas para esa tan anhelada revolución que albergan en sus cabecitas locas de atar. Por supuesto que al final y pasados unos días de histeria combativa, de cierre de carreteras y de saqueo de comercios, la tan ansiada caída del gobierno no tendrá lugar y volverán a refugiarse en sus cuentas de Twitter y Facebook para desde ahí aguardar con impaciencia otro momento “objetivo”.
  Lo cierto es que en cualquier instante habremos de escuchar de nueva cuenta su simpático y estruendoso grito de guerra, como tomado de una novela española de capa y espada: “¡A por ellos!”.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 6 de enero de 2017

The Olivia Tremor Control / Black Foliage: Animation Music (1999)

¿Qué saldría si mezcláramos al Pink Floyd de The Piper at the Gates of Dawn, los Beatles de Revolver y los Beach Boys de Pet Sounds con las composiciones de Frank Zappa y Karlheinz Stockhausen? Sin duda algo como The Olivia Tremor Control, el singularísimo grupo de Athens, Georgia, que en este álbum muestra su asombrosa manera de hacer música. Todo un viaje delirante.

Mejor tema: “I Have Been Floated”


jueves, 5 de enero de 2017

Bowie, el libro

Terminé de leer el libro Bowie, de Simon Critchley, editado por Sexto Piso. Se trata de una visión que yo llamaría filosófica-existencial de la vida de David Bowie. Critchley es un afamado filósofo inglés que desde la más temprana adolescencia ha estado marcado por la música y la presencia del creador de Ziggy Stardust y lo plasma a lo largo de poco más de cien páginas muy amenas e interesantes, en las que va revisando la carrera del músico y sus diferentes matamorfosis. Pero no sólo eso. También analiza las diversas temáticas de las letras de sus canciones y la manera como estas reflejan la filosofía bowieana, la manera como Bowie veía la vida, la religión, la política, el mundo y la humanidad.
  El libro habla al final sobre la muerte del gran personaje británico y de cómo esta llegó a niveles que Critchley define como artísticos. Una lectura altamente recomendable, en especial para los seguidores de Bowie.

miércoles, 4 de enero de 2017

Con Jan y Alain (y Hally y el socio y Dante y Nikita)

Pasé la tarde en casa de Jan, quien va a diseñar la portada de mi novela Emiliano. Saludé a su socio y a sus dos mascotas: Dante (perro) y Nikita (gata). Pedimos unas tortas para comer. Ya casi al final, llegaron Alain y Hally para saludar. Fue una tarde muy agradable en verdad. Siempre lo es cuando veo a mis hijos (la foto la tomé cuando acompañé a Jan a comprar un garrafón de agua; aparece con Dante).

martes, 3 de enero de 2017

Leon Bridges, un joven viejo soulman

Dicen que su música suena tal como él se ve. Porque Leon Bridges, a pesar de tener tan sólo 27 años, se viste con el elegante estilo que lo hacían legendarias estrellas del soul y el rhythm n’ blues de los pasados años sesenta, como Otis Redding y Sam Cooke y, sí, su música es muy parecida a la que interpretaban ellos.
  No se trata sin embargo de algo impostado o de una burda imitación. Este compositor y cantante nacido en Fort Worth, Texas, en junio de 1989, suena auténtico y desde sus inicios no ha hecho sino escribir canciones con ese viejo sonido tan entrañable que tenían los intérpretes de casas disqueras como Stax y Atlantic (nada que ver en cambio con el pasteurizado sonido Motown). De hecho, su álbum debut y hasta ahora único (Coming Home, 2015), fue grabado de manera análoga en un viejo estudio de su terruño y al escucharlo, uno no puede sino remontarse a la época en que aparecieron discos como Night Beat de Sam Cooke, Otis Blue de Otis Redding y The Wicked Picket de Wilson Pickett, todos ellos de mediados de los sesenta.
  Bridges posee una voz aterciopelada que no requiere de los múltiples trucos de estudio que utilizan quienes hoy dicen interpretar soul y r&b. Nada de vocoder, codificadores de voz y efectos de ese tipo que suelen disfrazar las deficiencias vocales. En Coming Home todo está grabado en crudo y suena de maravilla, como podemos escuchar en composiciones como “Better Man”, “Twistin’ and Groovin’”, “Lisa Sawyer”, “River” o su mayor éxito, la homónima “Coming Home”.
  ¿Es válido que los músicos jóvenes recurran al pasado en busca de inspiración? ¿No se trata acaso de un retroceso? Jack White, por ejemplo, ha demostrado con creces que no es así y que en la llamada roots music se puede encontrar la fuente de la renovación y conseguir algo tan necesario como lo es refrescar a la artificiosa música actual.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 2 de enero de 2017

Dos cumpleaños

Hoy mi papá hubiera cumplido 96 años de edad. Lo recuerdo con mucho amor, aunque como ya lo he escrito en otras ocasiones, lo siento muy presente en mi vida diaria, muy cerca.
  También es el cumpleaños de Dereck, el hijo de Rosita, quien llega a los 13 años. Le hablé en la tarde para felicitarlo.

domingo, 1 de enero de 2017

30 pronósticos para 2017

A punto de empezar el nuevo y temido año, los servicios astro(i)lógicos de Mil cosas más presentan sus tradicionales presagios para los próximos 12 meses. Somos más infalibles que cualquier encuestadora.

Año de elecciones en el Estado de México. La grilla estará a todo tren y la mayoría de los columnistas políticos repetirá el lugar común de que dichos comicios “son el laboratorio para la elección presidencial del 2018”, etcétera.

El PAN y el PRD lanzarán en coalición un candidato a la gubernatura el Edomex. No será un panista y tampoco un perredista, sino un priista salido de entre los precandidatos eliminados por el dedo presidencial.

El PRI postulará a un candidato fuerte, proveniente del grupo Atlacomulco, a pesar de los esfuerzos del gobernador saliente por imponer a uno de sus ahijados políticos. Como premio de consolación, Eruviel pasará a formar parte del gabinetazo y abrigará utópicas aspiraciones para la grande.

Respecto a los demás partidos, sólo Morena presentará candidato, impuesto por su líder absoluto, pero no figurará como finalista serio.

Luis Videgaray regresará al gabinete, pero no como Secretario de Relaciones Exteriores sino de Cultura, a fin de cultivarnos en el arte de lidiar con Donald Trump. El ex de Hacienda aspirará seriamente al 2018.

Miguel Ángel Mancera renunciará a la jefatura de la Ciudad de México para buscar la candidatura del PRD a la presidencia de la República. Como los Chuchos tienen otros planes, don Migue terminará lanzándose como candidato independiente. Asustados, los Chuchos recularán y le ofrecerán la candidatura.

En el PAN habrá crujir de dientes, patadas bajo la mesa y la peor guerra sucia que se recuerde dentro de un partido tan decente. Ricardo Anaya hará lo indecible por hundir a Margarita Zavala y viceversa. Rafael Moreno Valle tratará de aprovechar esa guerra para proponerse como alternativa, pero fallará y el candidato será, como en 1994 y en onda vintage, el Jefe Diego.

En Morena también habrá guerra a muerte, mas no por la candidatura presidencial que está más que decidida, sino por el gobierno del antiguo DF. Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum se sacarán los trapitos al sol y habrá escándalos que harán empalidecer a Paty Chapoy.

En vista de que las encuestas no parecen favorecerle, el PRI intentará volver a los viejos tiempos del partido aplanadora y a mediados de 2017 abrirá varios centros de capacitación para mapaches en los que los alumnos aprenderán técnicas como el acarreo, el carrusel y la operación tamal. Entre los capacitadores se intentará reclutar a varios ex priistas que hoy militan en las filas de Morena.

Los precandidatos independientes se reunirán en convención para decidir que uno solo de ellos sea candidato a la presidencia en el 2018. No sólo no se pondrán de acuerdo, sino que acabarán peleados y divididos. Resultado: habrá como 20 candidatos de ese tipo en las boletas.

LA CNTE y el nuevo gobernador de Oaxaca llegarán a un acuerdo para que el calendario escolar en esa entidad se reduzca a un mes, a fin de que durante el resto del año los profes de la Coordinadora tengan tiempo para instalarse en la Ciudad de México y realizar una manifestación cada tercer día, todo ello con goce de sueldo y las prestaciones de ley. En Guerrero y Chiapas se tratará de seguir el ejemplo.

En su segundo año como rector de la UNAM, Enrique Graue, seguirá sin hacer cosa alguna para que el auditorio “Che Guevara” de la facultad de Filosofía y Letras deje de ser territorio autónomo en poder de los grupos ultras que se lo agandallaron. Pero seguirá apoyando cada domingo a los Pumas.

El ex góber Javidú será localizado en Corea del Norte, donde pedirá asilo político a Kim Jong-un, a cambio de asesorarlo en el arte de la polaca a la mexicana. El juniorazo coreano se cansará pronto de él y lo mandará a un campo de reeducación, de donde el ex de Veracruz escapará para pedir asilo... en la embajada de México.

El ex góber Moreira será finalmente expulsado del PRI y en venganza, pondrá una academia de baile en Saltillo con franquicias en varias partes de la República.

López Obrador continuará su campaña por la presidencia, iniciada en 2005, pero con algunas innovaciones. Por ejemplo, para que ya no lo critiquen por decir siempre lo mismo, dejará de mencionar a la mafia en el poder y la llamará el poder de la mafia. También convocará a un plebiscito a mano levantada para escoger a un nuevo villano favorito que sustituya al desgastado Carlos Salinas de Gortari.

Proseguirá el curso intensivo de español para politólogos, opinadores y conductores de noticiarios en radio y televisión, a fin de que ya no digan cosas como “han habido”, “tonces” o “hace sentido”, entre sus horrendas y acostumbradas muletillas.

Las redes sociales se consolidarán como el nuevo tribunal del Santo Oficio.

En vista del éxito obtenido con los XV años de Rubí, su papá convocará a celebrar sus sweet little sixteen.

Ante la aparición de Imagen TV, Televisa y Azteca renovarán su programación, a fin de seguir presentando las peores y más vulgares emisiones del planeta. Habrá telenovelas, programas de chismes faranduleros, emisiones de concursos y viejas series recicladas, pero todo en HD.

Aunque ya no tiene su programa dominical, continuarán los chistes sobre la longevidad de Chabelo.

El cine mexicano seguirá produciendo tremendistas películas sobre temas fronterizos y dramones exasperantemente solemnes y lentos, filmes que nadie verá y que durarán en promedio una semana en exhibición para su posterior enlatamiento.

A mediados de año se anunciará el Vive Latino 2018, con la participación estelar de Julión Álvarez, La Original Banda el Limón, Enjambre y La Banda Cuisillos. Los grupos de rock quedarán finalmente proscritos.

El rockcito mexicano será declarado oficialmente difunto.

Para ahorrar costos, la Liga MX prohibirá en definitiva la alineación de jugadores nacidos en México.

La selección nacional clasificará caminando al Mundial de Rusia y el entrenador colombiano Juan Carlos Osorio será nombrado héroe nacional, distinción que se le quitará en 2018, al fracasar en el intento de conseguir el quinto partido.

El Tuca Ferreti comprará un bigote postizo, a fin de no tener que rasurarse y dejarse crecer el suyo cada vez que los Tigueres resultan campeones.

Cruz Azul verá peligrar su calidad de cruzazuleador ante los fuertes embates del América por igualarlo.

Pumas y Chivas volverán a entrar a la liguilla, para ser eliminados a las primeras de cambio.

José Ramón Fernández seguirá siendo el principal publicista del Ame.

Mañana lunes será 2 de enero de 2017.

(Publicado hoy en la sección QRR de Milenio Diario)