sábado, 12 de marzo de 2016

¿Un saludo fascista?

Soy apasionado seguidor del equipo de futbol soccer de la Universidad Nacional Autónoma de México, los míticos Pumas, desde que la escuadra ascendió a primera división, en 1962. Por aquel entonces yo tenía siete años de edad y hasta llegué a asistir a algunos partidos, en el estadio de Ciudad Universitaria, cuando el cuadro aún jugaba en segunda.
  Siempre he sido puma, pues, y el único ídolo que he tenido en mi vida, de cualquier ámbito o actividad, se llama Enrique Borja.
  A principios de semana, el entrenador del Cruz Azul, Tomás Boy, disparó su ya famosa sentencia acerca de que el himno que los Pumas suelen cantar antes de cada uno de sus encuentros como locales es un himno fascista. Días más tarde y ante la andanada de críticas que levantó, trató de matizar su declaración y dijo que en realidad no se refería al himno, sino al peculiar ritual previo a los juegos.
  Como seguidor de los auriazules, quizá debí indignarme como tantos y lanzar toda clase de anatemas contra el controvertido Jefe Boy, pero hubiese sido muy hipócrita de mi parte.
  Debo confesar que desde que Hugo Sánchez instituyó la famosa ceremonia, por allá del año 2000, cuando era director técnico de los Pumas, siempre me ha incomodado un poco, más que nada por un hecho concreto: el saludo que hacen jugadores y público con el brazo derecho extendido y que me remite, de manera irremediable, al saludo de los seguidores de Hitler en la Alemania nazi, de Mussolini en la Italia fascista y de Franco en la España falangista.
  Cierto que allá las palmas de las manos se mantenían extendidas también y que el saludo puma es con el puño cerrado, pero eso del brazo derecho no ha dejado de incomodarme a lo largo de más de tres lustros. Quizá sea mi pasado izquierdoso el que me traiciona y me llena de escrúpulos ideológicos (sigo siendo de izquierda, pero hace mucho que dejé el dogmatismo atrás, aunque en este caso parezca una contradicción). No lo sé de cierto.
  Pero a mí, como a Tomás Boy, tampoco me gusta el controvertido saludo.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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