martes, 22 de septiembre de 2015

Rockdrigo

Desde hace treinta años, cada vez que se conmemora la trágica fecha del terremoto que sacudió y destruyó a buena parte del Distrito Federal, el nombre de Rockdrigo González aparece de manera inevitable en la mente de muchos, especialmente de aquellos involucrados de una u otra manera con el rock que se hace en México. Aquel 19 de septiembre de 1985 trajo, entre otras tragedias, la de la muerte de este singular cantautor que empezaba a labrarse un nombre, a pesar de pertenecer a un sector relativamente marginal de la escena musical mexicana.
  Nacido en Tampico, Tamaulipas, en 1950, Rockdrigo era parte de lo que hoy conocemos como Movimiento Rupestre, conformado por diversos hacedores de canciones que a manera de juglares solían cantar solos, acompañados por su guitarra de palo (guitarra acústica, se dice ahora). Contemporáneo de Jaime López y de Rafael Catana, entre otros, sus composiciones destacaban por su muy particular poética, por ese modo tan suyo de decir las cosas, muchas veces con un eficaz humor negro. En lo musical, era clara la influencia de los grandes intérpretes del folk estadounidense de la década de los sesenta del siglo pasado, muy en especial –claro está- de Bob Dylan.
  Me tocó escuchar alguna vez a Rockdrigo a principios de los ochenta, en el Foro Tlalpan que manejaba mi hermano, el cineasta Sergio García, quien el pasado 16 de septiembre cumplió cinco años de haber fallecido y que en 1995 filmó el largometraje en Súper 8 ¿Por qué no me las prestas?, en homenaje al propio Rockdrigo González, del que era muy buen amigo.
  Con canciones hoy clásicas como “Metro Balderas”, “Distante instante”, “El asalto chido” o la ya mencionada “¿Por qué no me las prestas?”, el también conocido como El profeta del nopal sólo alcanzó a grabar un caset de manera independiente (Hurbanohistorias, 1984). Los cuatro discos que existen aparecieron póstumamente.
  A tres décadas de su desaparición física, Rockdrigo es mito y leyenda urbana. No sabemos qué hubiera hecho de no haber muerto, qué sería hoy. Algo bueno, seguramente.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

1 comentario:

Antonio Martínez dijo...

¿Qué tal Don Hugo?

Pues resulta que cada septiembre en mi tierra, jaiba siempre hay un tributo al Rockdrigo.