jueves, 6 de agosto de 2015

El Ñoño

Marco Antonio, mi primo, a mis espaldas, en la casa de la calle
Magisterio Nacional en donde viví en mi infancia y adolescencia.
La foto es de mediados de 1969. Ambos teníamos catorce años.
Así le decíamos cuando éramos chicos a mi primo hermano Marco Antonio García Ocampo, de cuya muerte me enteré hoy por la tarde, algunas horas después de que Marco sufriera un fatal infarto.
  Hijo de mí tío Luis, hermano menor de mi papá, de niño y adolescente conviví mucho con él, a pesar de que vivía con su familia en la ciudad de Toluca (siempre nos referíamos a ellos como "los primos de Toluca). Los García Ocampo venían mucho al DF, a la casa de mi abuela en Tlalpan, y en ocasiones solíamos ir a pasar algunos días con ellos en la capital del Estado de México. Marco era unos meses más chico que yo y teníamos en común el gusto por los animales. En ocasiones jugábamos a que éramos veterinarios y él término por serlo. A mí la vida me llamó por otros rumbos.
  Hijo de mi tía Albertina, quien falleció hace algunos meses y era oriunda de Huitzuco, Guerrero, donde Marco vivía actualmente con su familia y donde murió hoy, era el tercero de siete hermanos, de los cuales sobreviven cuatro (Guadalupe, alias "La Lupita"; Emiliano, "Emi"; María Fernanda, "Marifer" y Carlos Alberto). José Luis ("El Titi") se nos fue en 2004 y Miguel Ángel apenas el año pasado.
  Últimamente, Marco Antonio no las había tenido todas consigo, según me enteraba yo. La diabetes había hecho que le amputaran una pierna y usaba una prótesis. Lamento que ya no nos viéramos. En los últimos veinte años, nos habremos encontrado en un par de ocasiones, en la Quinta Guadalupe de Tlalpan. La última vez que lo vi fue en una comida, justo ahí, en la casona de los abuelos García, en 2009 o 2010.
  Lamento mucho la muerte de mi querido "Ñoño". Ahora ya se encuentra con sus padres y dos de sus hermanos, en alguna dimensión en la que seguro será muy feliz.

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