lunes, 15 de junio de 2015

De por qué "Matar por Ángela" se llama como se llama y de cómo pudo haberse llamado

Originalmente, mi novela Matar por Ángela, recientemente reeditada y relanzada por Lectorum, no llevaba ese título sino otro que al buen Sandro Cohen, quien estuvo a punto de editarla con Nueva Imagen, en 1997, no le gustó (el nombre original lo mencionaré en algún momento, no por ahora). "Cámbiale el título y el final y te la publico", me dijo el querido Sandro. Le llevé entonces una larga lista de nombres posibles, en su mayoría malísimos, entre ellos el que definitivamente tuvo y con el cual se conoce. También le cambié el final, por cierto, y quedó mucho mejor que el muy previsible que tenía.
  Esta es la lista de los títulos que le propuse a Cohen (se vale reírse):

El cuento de nunca acabar
Matar por Ángela
Crimen y fastidio
Tropezar con la misma piedra
¿Quieres que te lo cuente otra vez?
Un gato con los pies de trapo
Piedra de tropiezo
Un español, un suizo y un mexicano
El amante exterminador
La teoría del asesino solitario
El obseso
Abanicando el aire
Lugares comunes
Con la lengua quemada
Lengua quemada
Tentativas frustradas
Crímenes tautológicos
Crímenes frustrados
Fuera de lugar
Tres muertos
La emoción se fue
El blues del amor incorrespondido
Demasiado amor
Amor que mata
Matar de amor
Obcecado amor
Señales de humo
Inconquistable amor
Aprendiendo a matar
Matar es vivir
El masoquista
Mía o de nadie más
Nunca serás mía
Amor y confusión
¿Acaso es esto el amor?

Gracias, querido Sandro, por elegir el nombre que elegiste.

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