martes, 14 de abril de 2015

Un tipo apellidado Wilson

Para alguien que escribió dos canciones tan fundamentales para la historia del rock pop como “Good Vibrations” y “God Only Knows”, lo que hiciera después ya era lo de menos. La inmortalidad estaba ganada. Pero esas canciones y otras casi tan buenas, aparte de algunos discos tan importantes como el Pet Sounds (1966) de los Beach Boys son apenas una parte de la larguísima carrera de Brian Wilson, quien a los setenta y tres años de edad sigue en plena actividad musical y luego de que en 2012 hiciera un álbum tan bueno como That’s Why God Made the Radio, regresa en este 2015 con otro disco excelente: No Pier Pressure (Capitol/Virgin EMI).
  El talento (algunos dirían el genio) de Wilson para crear grandes melodías y, sobre todo, fantásticas armonías vocales es un sello personal que ha mostrado a lo largo de más de medio siglo y lógicamente esta presente en el nuevo plato. Sin embargo, no es un disco tan wilsoniano como su inmediato predecesor. Esta vez, el también autor de “Do It Again” y “Surfer Girl” experimenta por momentos con sonidos diferentes a los que nos tiene acostumbrados y si bien lo hace con fortuna (en temas como “On the Island”, “Our Special Love” o “Runaway Dancer”), en realidad cuando suena mejor y más en su ambiente es en esas canciones de inconfundible marca Brian Wilson, en las que las combinaciones de voces encajan a la perfección con los líneas melódicas y ello queda muy bien establecido en temas tan buenos como “Tell Me Why”, “Whatever Happened”, “One Kind of Love” (que recuerda de pronto –y no sé si esto sea bueno o sea malo– al rock pop de Peter Frampton o de Stix) y la espléndida “Guess You Had to Be There”, una composición pop que raya en lo excelso.
  Con músicos invitados como el dueto She & Him, Peter Hollens, Kacey Musgraves, Blondie Chaplin y su viejo compañero de lides beachboyanas Al Jardine (con el que interpreta la conmovedora y bellísima “The Right Time”, No Pier Pressure es una obra estupenda y muy disfrutable. No su mejor trabajo, eso es claro, pero sí un álbum digno de figurar entre lo más destacado de la discografía de Wilson.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

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