martes, 31 de marzo de 2015

El blues de Ezra Shabot

Gustav Mahler, Felix Mendelssohn, Giacomo Meyerbeer, Jacques Offenbach, Otto Klemperer, Aaron Copland, Arnold Schönberg, Kurt Weill, Leonard Bernstein, George Gershwin, Irving Berlin, Johnny Mandel, Benny Goodman, Burt Bacharach, André Previn, Herbie Mann, Philip Glass, John Zorn, Michael Nyman, Serge Gainsbourg, Paul Simon, Laura Nyro, Carole King, Art Garfunkel, Bob Dylan y hasta Beck y Amy Winhouse. ¿Qué tienen esos músicos y compositores en común? Que todos son de origen judío. Como lo son escritores de la talla de Saúl Below, Joseph Roth, Stefan Zweig, Ana Frank, Elías Canetti, Isaac Bashevis Singer, Henri Bergson y Philip Roth o grandes personajes como Albert Einstein, Baruch Spinoza, Marc Chagall, Amadeo Modigliani y Frida Kahlo o gente del espectáculo como Woody Allen, Mel Brooks, Steven Spielberg, Stanley Kubrick, Roman Polanski y Jerry Seinfeld, entre muchísimos más.
  Valga este recuento de grandes personalidades judías para tratar de contrarrestar de algún modo la estúpida campaña emprendida contra el periodista, columnista y maestro Ezra Shabot, a quien los simpatizantes de Carmen Aristegui han dedicado una enorme, violenta y cobarde sarta de insultos en las redes, por la mera razón de haberse atrevido a externar su opinión personal respecto al conflicto entre la conductora y MVS, opinión contraria a la de estos fanatizados y en su mayoría anónimos decidores de improperios antisemitas y racistas.
  ¿Cómo es posible que gente que se considera progresista y de izquierda se transforme, por acción del odio, el rencor y el revanchismo, en lo mismo que en su momento fueron los nazis y los fascistas? ¿No sería bueno que la propia Aristegui se deslindara de ellos, al menos en este punto? ¿Será que, si lo hiciera, perdería “base social”?
  ¿O será, como dice un verso de la letra de la canción “With No Companion”, de otro músico y compositor judio, el gran Leonard Cohen, que estamos cerca de cruzar “a través de los días de vergüenza que se avecinan”? Esperemos que no sea así.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 30 de marzo de 2015

Merd

Debió llamarse "Merde...", pero cuando lo dibujé (a mis 14 o 15 años) aún no entraba a estudiar francés. Es la portada de una libretita en la que hacía yo diversos apuntes y con la que me topé hace unos días, al hurgar uno de mis cajones inexplorados. El dibujo lo hice yo, pero se trata de una copia de una ilustración de Skip Williamson, un artista estadounidense de los años sesenta. La ilustración viene en el libro Steal This Book de Abbie Hoffman. Es de cuando yo pretendía ser caricaturista, por allá de 1969 o 1970.

sábado, 28 de marzo de 2015

¿Tenemos libertad de expresión?

Si creyéramos en la versión tuitera del país, México sería la nación más violenta, corrupta, dictatorial, totalitaria, degradada, miserable e infeliz de este planeta y hasta de diversos confines del universo. Uno lee los tuits de algunos personeros del retroprogresismo seudoizquierdoso nacional y parecería que en las calles cunden el terror y la exasperación, mientras la gente deambula cabizbaja, triste, desesperanzada, llena de angustia, cólera e indignación.
  Luego sale uno de su casa y resulta que la enorme mayoría de la población se dedica a lo suyo, que la gente trabaja, transita, va de compras, ve la tele, acude a restaurantes, sonríe, echa relajo, charla de muchos temas, se apasiona por otros tantos (como el futbol, por ejemplo) y pues, nada: no hay esa exacerbación insoportable y al borde del estallido que nos pintan los agoreros de las redes sociales.
  Que hay problemas muy graves en México, por supuesto. Que la violencia del crimen organizado asuela aún a diversas zonas de la república, no hay duda. Que la pobreza y la desigualdad siguen siendo dolorosos dramas, nadie podría negarlo. Que hay corrupción en la clase política, como la hay en la empresarial, la sindical y en otros estratos de la realidad mexicana, también. Pero de ahí a la negrura sin matices que nos quieren retratar quienes en realidad buscan sacar raja de la actual situación, para beneficio de sus propios intereses económicos y políticos, hay una gran distancia.
  ¿Se han acotado las libertades en México, en especial la libertad de expresión, como claman los susodichos a partir del caso MVS-Aristegui? No lo veo así: ahí siguen intocados sus contestatarios medios de comunicación, sus columnistas rabiosos, sus caricaturistas implacables y sus tuiteros iracundos. Sigue habiendo marchas y protestas cada día. En realidad, son ellos quienes tratan de acallar a los que no piensan igual, mediante insultos y descalificaciones inquisitoriales.
  La libertad de expresión es una conquista ciudadana y sigue presente. No sé cómo nos iría en cambio si esos “indignados” se hicieran del poder. Qué miedo.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 27 de marzo de 2015

Ten Years After / Ssssh (1969)

Uno de los mejores guitarristas blancos de blues hoy permanece casi en el olvido. Durante el festival de Woodstock, Alvin Lee asombró al mundo con su preciso y velocísimo rasgueo y su enorme feelin’. Este es un disco en estudio que nos lo muestra en pleno, al lado de su eficaz grupo.

Mejor tema: “I Woke Up This Morning”

jueves, 26 de marzo de 2015

Hugo García Michel: periodismo y polémica a los 60 años

Por Juan Carlos Hidalgo

“A veces me pregunto si La Mosca ya dio todo lo que tenía que dar”

Se trata de un periodista con muchísimos años de carrera en el ámbito nacional. Pocos como él a la hora de erigirse como ave de las tempestades, pues no sólo arma revuelo dentro de la escena musical sino que amplía su campo de batalla hacia el terreno sociopolítico. Compartimos luchas escriturales tanto en Marvin como en La Mosca, la revista que ha sido su trinchera desde hace poco más de dos décadas (y en la que surgió aquello del rockcitito mexicano). También colaborador de Milenio y Nexos, se trata de un polemista irredento con el que vale la pena conversar ahora que ha arribado a las seis décadas de vida y acumula experiencias de sobra.

Hace muy poco señalabas que a punto de cumplir los sesenta años sigues siendo un adolescente, ¿te sientes cómodo con tal aseveración? ¿Tan rudo resulta manejar la idea de madurez?
No, en absoluto. No me cuesta el menor trabajo manejar la idea de madurez, por la simple y sencilla razón de que aún no sé qué demonios es eso. No sé si estoy mal, pero me sigo sintiendo tan ligero y lleno de ganas de hacer cosas como cuando era adolescente… o quizás aún más.

También citabas algunas frases de Octavio Paz para subrayar la importancia de la crítica y la disidencia. ¿Con el paso del tiempo no resulta una losa muy pesada de cargar? ¿No abruma ejercer una crítica constante y sin complacencias?
La verdad es que me divierte y hasta ahora la diversión no me ha resultado una losa. La crítica me es connatural, me brota casi sin proponérmelo. Tal vez sea por ello que no me abruma. Lo que sí me sigue pareciendo intrigante y a la vez fascinante es la manera como unas cuantas palabras pueden causar un efecto tan devastador sobre ciertas personas, en especial si a esas palabras las acompañan el sentido del humor y el sarcasmo.

¿Todavía te apasiona y prende la música como en tus primeros años de melomanía?
Absolutamente sí, aun cuando cada vez me es más difícil toparme con discos o con propuestas que me emocionen y éstas suelen ser de músicos ya consagrados, incluso octogenarios, como en el caso del nuevo disco de Leonard Cohen. Pero sigo escuchando a los grupos jóvenes o más o menos jóvenes. Me encantan: These New Puritans, Dirty Projectors, Belle & Sebastian, The Avett Brothers, St. Vincent, Jack White y varios más.

Rodeas tus días de lecturas, películas, de un disfrute continuo de la cultura, ¿crees que de alguna manera esta forma de vida consigue hacerle frente a la barbarie y a la sinrazón de la política?
La verdad es que si bien me alimento a diario y bastante generosamente de libros, música y cine (y ahora también de series televisivas), la política ejerce sobre mí una extraña fascinación, pero siempre desde el punto de vista del observador. Quizá me he vuelto muy cínico, en el sentido filosófico de la palabra o como lo definía Cioran: "cínico es el que ve las cosas como son y no como quisiera que fuesen". Por tanto, trato de ver a la política y a los políticos con ojo de entomólogo y como una especie de farsa tragicómica y shakespeariana. La política en general y la mexicana en particular no me asquean, no me repugnan, me interesan mucho. Es como ver House of Cards todos los días y en temporadas infinitas.

¿A qué se debe de que no te hayas aburrido de escribir acerca de estos asuntos tan acres?
Por lo mismo que expuse en la pregunta anterior: porque me fascina el tema. Sin embargo, vale la pena indicar que hubo un tiempo en que me enganchaba en esos debates y discusiones, sobre todo en mis años de izquierdista apasionado y convencido de las bondades del socialismo y las maldades del capitalismo y el imperialismo yanqui, etcétera. Hoy soy un crítico de eso que se sigue llamando izquierda y lo soy desde una posición que yo quiero pensar que es de izquierda, desde la manera como yo concibo al pensamiento de izquierda, es decir, una izquierda progresista, moderna, realista, abierta, desprejuiciada, tolerante y con un amplio sentido democrático. En cuanto a los debates, prefiero provocarlos, intervenir poco y mirar lo que dicen los otros, como suelo hacer en Twitter y sobre todo en facebook.

Con tantos años de ejercicio periodístico, ¿qué crees que aporta este campo de la escritura a la vida pública? ¿Todavía sigue teniendo un lugar en el ámbito de lo nacional?
Pienso que sí, aunque su influencia se circunscribe a un sector muy pequeño de personas que son las que leen diarios y revistas, ya sea en papel o en la red. Pero así ha sido siempre y es mejor que el periodismo siga existiendo a que desaparezca.

¿De qué manera ponderas con seis décadas a cuestas al erotismo y su fuerza creativa?
El erotismo es esencial en mi vida. Lo fue en su momento onanista adolescente y lo ha sido en su etapa, digamos, compartida. Es una fuente creativa enorme y desarrolla grandemente la imaginación. Relaciono erotismo con mujer y para mí la presencia de la mujer es básica. Lo fue en mis años de largos enamoramientos platónicos y autoerotismo frecuente, lo fue en mis años de matrimonio y lo sigue siendo en estos tiempos de neo soltería, gracias a la presencia de la mujer joven. No sé qué tanto de vampírico pueda tener el asunto, pero esa energía me alimenta y me mantiene entusiasta y jovial.

¿Te consideras a la postre un buen padre? ¿De qué manera orientaste el tema en su momento?
Creo que si de algo puedo presumir es de ser un buen padre. Tengo una relación muy cercana, llena de amor y confianza con mis dos hijos. Uno ya rebasa los treinta años y el otro casi los alcanza, pero mantenemos una comunicación muy cercana. Somos muy buenos amigos. Los sigo apoyando y ellos a su vez me apoyan. Compartimos el gusto por la música y aunque en diversos temas no pensamos lo mismo –lo cual me parece muy bien–, hay un gran respeto. Puedo decir que en muchos aspectos son bastante más maduros que yo. Por eso a veces me dan consejos y hasta me regañan.

¿A estas alturas de la vida qué es lo que te falta por hacer?
Mucho. Tengo una lista de cuando menos cinco o seis libros míos por escribir o editar. Sigo componiendo canciones y quiero seguir haciéndolo y grabar una buena cantidad de ellas, para que al menos quede constancia de su existencia. Quiero seguir escribiendo para los medios en que publico (y en otros que me abran las puertas) y me encantaría hacer radio y un programa de televisión que sigue como proyecto. Quiero regresar a Europa y estar en París cuantas veces se pueda. Quiero seguir con mis blogs y con mi nuevo sitio personal en internet: rojoynegro.com.mx… y leer y releer todos los libros que pueda.

¿Te desespera que los problemas de distribución de las revistas en México lleven a La Mosca a existir solamente en la red por el momento? ¿Te sientes con ánimo de seguir dando batalla?
Sí, aunque últimamente me pregunto mucho si La Mosca ya dio todo lo que tenía que dar y si valdría la pena abordar nuevos proyectos. No sé si se encuentra en estado de coma y la estamos manteniendo viva por medio de respiración artificial. Es un debate que en estos días tengo conmigo mismo y cuya respuesta tal vez conozca ya, aunque no me atreva aún a confesarlo.

¿Cederás a las presiones para que la novela Matar por Ángela tenga una segunda parte? ¿Tienes material inédito por publicar?
Matar por Ángela se quedará en esa primera parte y apenas hace tres o cuatro días apareció, por fin, una nueva edición, gracias a la generosidad de la editorial Lectorum. Ojalá reviva el proyecto que había para filmarla. Tengo aún inédita una novela corta ya terminada y ahora mismo trabajo en una novela sobre París, en una biografía novelada sobre mi abuelo, en una historia para niños y en un relato de tema vampírico. También quisiera reunir una selección de mis textos periodísticos en un volumen. Ojalá haya editores dispuestos. Si no, we’ll allways have internet.

(Entrevista publicada originalmente en Milenio Hidalgo, a fines del año pasado. Esta es la versión completa y actualizada)

miércoles, 25 de marzo de 2015

Diez cuestiones sin las cuales hoy no concibo la vida

1. Música. 
2. Mujeres. 
3. Literatura. 
4. Mujeres. 
5. Cine. 
6. Mujeres. 
7. Futbol. 
8. Mujeres. 
9. Series. 
10. Mujeres.

martes, 24 de marzo de 2015

La melancolía de Mark Knopfler

Aunque lo primero que viene a la mente al escuchar el nombre de Mark Knopfler es el recuerdo de los Dire Straits, la obra de este guitarrista escocés, nacido en 1949, va mucho más allá de lo que hizo con el grupo que él mismo fundó y lideró desde fines de los años setenta del siglo pasado. Su carrera como solista es tanto o más amplia que con el quinteto y abarca desde álbumes propios hasta las bandas sonoras de varias películas, además de colaboraciones con músicos tan importantes como JJ Cale, Eric Clapton, Emmylou Harris y Chet Atkins entre otros.
  Este mes ha visto el regreso discográfico de Knopfler con el álbum Tracker (Verve, 2015), su octavo opus en solitario (eso de “en solitario” es una muletilla que usamos los reseñistas de música y que en realidad casi siempre resulta falso; como en este caso, ya que el buen Mark se rodeó de un buen número de músicos para grabar el nuevo plato).
  Se trata de un trabajo sobrio, muy en el estilo de Mark Knopfler, con ese sonido que abreva lo mismo del rock puro y del blues que del folclor británico. Conformado por una oncena de canciones (quince en la edición de lujo), Tracker arranca con “Laughs and Jokes and Drinks and Smokes”, una pieza cuyos primeros compases remiten al jazz de Dave Brubeck (en especial al tempo de 5/4 de “Take Five”), para pasar a un estilo folkie en una composición tan amable como tabernariamente evocadora.
  El resto de los cortes son igualmente buenos y van de la tranquilidad acústica de “Basil” a la serena belleza de “River Towns”, de la sabrosa modorra de “Skydiver” (un poco en el mood de “Sunny Afternoon” de los Kinks) a la hermosa solemnidad de “Mighty Man”, del minimalismo funk de “Broken Bones” a la delicadeza sutil de “Long Cool Girl”, de la nostalgia melancólica de “Lights of Taormina” a la tristeza transparente de “Eagle”.
  Tracker culmina con una pieza muy a la Dire Straits (la espléndida “Beryl”, con ecos de “Sultans of Swing”) y la exultante “Wherever I Go”, en la que Knopfler es secundado por la preciosa voz de Ruth Moody.
  Un excelente disco.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 23 de marzo de 2015

"Matar por Ángela" a la venta

Pues a partir de hoy ya está a la venta la nueva edición de Matar por Ángela, en las tiendas Sanborns de todo el país, además de en las librerías Gandhi y El Sótano. Es una situación que me pone muy feliz, espero que se venda bien y que mucha gente lo lea.
  La campaña de difusión en medios comenzará una vez pasada la Semana Santa y la presentación oficial será a principios de mayo.

domingo, 22 de marzo de 2015

Dylan y sus huellas de sangre

“We always did feel the same,
We just saw it from a different point of view,
Tangled up in blue”.

Cuando hace tres años Jack White grabó su primer álbum como solista, el magnífico Blunderbuss (2012), mucha gente comentó con cierta admiración que se  trataba de un disco conceptual alrededor del tema del divorcio, de la separación de pareja, y para algunos resultó una verdadera novedad.
  Sin embargo, dicha temática tiene un grandioso antecedente, un disco fuera de serie grabado hace exactamente cuarenta años por uno de los músicos y compositores más importantes del siglo pasado y lo que llevamos de este: Bob Dylan.
  En efecto, a principios de 1975 apareció Blood on the Tracks, uno de los mejores trabajos de Dylan no sólo hasta ese momento, sino de su discografía toda. Se trata de una obra del mismo tamaño de clásicos como The Freewheelin’ Bob Dylan (1963), Highway 61 Revisited (1965), Blonde on Blonde (1966) o Nashville Skyline (1969) y, al igual que estos, contiene composiciones hoy legendarias, con el extra de que son piezas cuyas letras se refieren a un solo asunto: el rompimiento conyugal. Porque una cosa es escribir canciones acerca de los fracasos amorosos (hay millones de melodías que hablan de ello) y muy otra es referirse concreta y pormenorizadamente al deterioro, los conflictos, las heridas de guerra de dos personas que estuvieron legalmente casadas. De eso reflexiona Blood on the Tracks, más que de los temas sociales, políticos o cotidianos en los cuales se había inspirado el autor hasta entonces para escribir sus letras. Ya no se refería a cuestiones que observaba y cuestionaba desde cierta distancia, para transformarlas en largas crónicas poéticas y musicales, sino de inquietudes y dolores que provenían de su propio interior, de su yo más íntimo y de su entorno inmediato.
  En este cambio de enfoque como creador mucho tuvo que ver Norman Raeben, un inmigrante ruso de 73 años con el que Dylan comenzó a tomar clases de pintura en 1974 y quien le enseñó la importancia de saber externar, en toda manifestación artística, los sentimientos más profundos, en lugar de mantenerlos guardados. Bob aprendió entonces a enfocar su creatividad de una manera consciente y esto lo trasladó a sus composiciones que se volvieron de inmediato más personales.
  En esos días, el músico estaba pasando por una difícil situación sentimental con su esposa Sara Lownds. Su matrimonio se encontraba a la deriva y él se enamoró de Ellen Bernstein, una atractiva ejecutiva de Columbia Records, su antigua casa discográfica, a la que había abandonado para hacer dos discos con la disquera Asylum (el Planet Waves y el Before the Flood, ambos de 1974). Ellen lo convenció no sólo de regresar a Columbia, sino que lo enamoró y él ya no pudo separarse de ella. Fue esta la gota que derramó el vaso de la relación con Sara, quien no sólo no entendía que su marido la dejara por una mujer más joven, sino también los cambios que estaba sufriendo en su forma de ver la vida y de hacer sus canciones. Sobra decir que tampoco comprendió el sentido de las letras de Blood on the Tracks: “Jamás supo de qué hablaba yo, qué era lo que pensaba, y no supe explicárselo de modo alguno”, confesaría tiempo después Dylan en una entrevista para The Dallas Morning News.
  Blood on the Tracks es un álbum triste, melancólico, de una belleza calma pero engañosa. Hay mucho dolor en esas letras y aunque la música no es necesariamente atribulada, no deja de haber en ella un dejo de pesadumbre.
 Inicialmente, Dylan grabó el disco en apenas tres días. En Columbia estaban felices y se aprestaban a imprimir medio millón de copias para que apareciera a principios de 1975. Pero sucedió algo inesperado: Bob le mostró las grabaciones a su hermano, David Zimmerman, y éste las escuchó con ojo clínico y oído crítico. Le dijo que no podía sacar el LP así y que varias de las piezas deberían ser regrabadas. Robert asintió y detuvo todo el proceso, para escándalo de los ejecutivos de la disquera. Se encerró entonces con tres músicos prácticamente desconocidos de su natal Minnesota, amigos de su hermano, y volvió a grabar cinco de los temas. La decisión valió la pena: si uno escucha las versiones originales (están en la serie The Basement Tapes) y las compara con las que regrabó, éstas salen ganando por mucho. Los nuevos músicos no aparecen en los créditos de portada, pero vale la pena mencionarlos: Kevin Odegard, Billy Peterson y Bill Berg.
  Las diez cortes que conforman a este Sangre en las huellas son de una perfección artística asombrosa. Joyas como “Tangled Up in Blue”, “Idiot Wind”, “Meet Me in the Morning”, “Shelter from the Storm” o “Simple Twist of Fate” son absolutas maravillas, clásicos imperecederos de la obra dylaniana.
  Cuarenta años de un disco que no ha envejecido un ápice.

(Publicado hoy en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario)

sábado, 21 de marzo de 2015

¿Aristegui presidenta?

Buena parte de la opinión pública tiende a la absolutización de los acontecimientos. Lejos de reconocer que todo hecho es relativo en el tiempo y que una nueva noticia suele tapar y reemplazar a otra que en su momento fue estelar, se suele considerar que el presente siempre será presente y nunca se convertirá en pasado, a pesar de la fatal demostración práctica de que eso es falso.
  Valga el anterior galimatías (creo que ni yo me entendí) para mostrar que una nota, como el actual affaire Aristegui, opaca a una inmediatamente anterior, como el affaire Ayotzinapa. Basta con mirar a los medios de comunicación y asomarse a las redes sociales, tan amantes del trending topic: en el ánimo de quienes siguen las noticias (una minoría, comparada con el grueso de la población nacional), doña Carmen ha borrado (quién iba a decirlo) a los normalistas desaparecidos.
  Hace no mucho tiempo, el movimiento #YoSoy132 parecía destinado a una trascendencia revolucionaria y hoy es apenas un vago y anecdótico recuerdo. Eso para no irnos más hacia el pasado.
  En fin, el caso es que lo de hoy es el asunto de Carmen Aristegui contra MVS, con todas las percepciones, opiniones, intereses y chismes que lo rodean. No simpatizo con el estilo periodístico de la conductora (demasiado parcial y tan obviamente militante), pero tampoco me parece bien que haya sido privada de su espacio en los medios. Sin embargo, lo que de plano parece un disparate demencial es la propuesta de algunos de sus simpatizantes para lanzarla como candidata independiente a nada más y nada menos que la presidencia de la república.
  Ya existen una página en facebook y una petición en Change.org para tal efecto y aunque parezca una broma delirante, para muchos la cuestión va muy en serio.
  Lo que me encantaría saber es qué piensa Andrés Manuel López Obrador (tan protegido siempre por Aristegui) de dicha propuesta. ¿Se convertirá Carmen en la principal rival de don Peje para obtener la candidatura presidencial de Morena? Estaría de antología y le pondría un sabroso sabor a la carrera por el 2018. Es una cosa de locos, lo sé, pero ojalá que ella se atreva.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 20 de marzo de 2015

Bram Tchaikovsky / Strange Man, Changed Man (1979)

He aquí el caso de un disco estupendo del cual nadie tiene la menor noticia, a pesar de contener algo del mejor rock post punk, enriquecido con finas armonías vocales. Bram Tchaikovsky es, para decirlo en una palabra, el padre de Green Day, pero con mucho mayor nivel y autenticidad.

Mejor tema: “Strange Man, Changed Man”

miércoles, 18 de marzo de 2015

La nueva edición de "Matar por Ángela"

Hoy desayuné con mi editor de Lectorum, el buen Porfirio Romo, en el restaurante Matisse de la colonia Del Valle y me llevó el primer ejemplar de la nueva edición de Matar por Ángela. Aunque ya había visto la portada por medio de internet, tener el libro en mis manos fue como cuando tuve la primera edición, de Sansores y Aljure, en 1998, una emoción que no se puede describir con palabras.
  El libro quedó en verdad muy bonito, la edición está muy cuidada y elegante y la distribución será mucho más amplia que la del volumen primigenio.
  Fue un desayuno muy ameno y divertido, hablamos de muchas cosas, incluido uno que otro chismillo del medio.
  Pues ya está lista la reedición de Matar por Ángela, esa por la que tanto luché a lo largo de tres lustros. A partir del lunes 23 a la venta en Sanborns, Gandhi y El Sótano.

martes, 17 de marzo de 2015

La “rebeldía” de Madonna

Nunca he sido un seguidor de Madonna. Su música me dice muy poco y no es algo que me entusiasme particularmente. Si acaso, en su momento sus viejos videos noventeros llegaron a llamarme un poco la atención (aunque prefería mil veces las divertidísimas parodias que de ellos hacía “Weird Al” Yankovic).
  Tampoco creí jamás en la supuesta actitud irreverente y contestataria de Madonna Louise Verónica Ciccone y en sus fallidos afanes por (como dicen los franceses) épater les bourgeois. Sólo algunos persignados se asustaban en verdad con los escándalos y atrevimientos madonnianos. Nunca vi en ella una nueva versión de Patti Smith, como tampoco veo hoy que pueda acercarse al genio de una Janelle Monáe, por ejemplo.
  Rebel Heart se llama el nuevo álbum de Madonna y el solo título llama a sospecha. ¿Corazón rebelde el de esta mujer, con treinta y tantos años de carrera y casi sesenta de edad? Digamos que esa es la imagen que ha manejado y sigue manejando, aunque su rebeldía jamás haya roto con los esquemas de lo establecido.
  Me puse a escuchar el disco sin embargo y si bien no es una obra que vaya a convertirse en un clásico, se trata de un trabajo perfectamente producido (como siempre lo son los álbumes de la intérprete de “Like a Virgin” y “Ray of Light”) y, debo decirlo, bastante aceptable. Variado en sus temas, Rebel Heart se deja escuchar con su propuesta de pop fino con toques de soul, neo rhythm ‘n’ blues, hip hop, dance y electrónica.
  Con algunas letras “fuertes” (de ahí el sello de “Parental advisory” en la portada, algo que casi siempre funciona como mórbido gancho comercial), el plato (con catorce cortes) tiene piezas realmente atractivas, como “Living for Love”, “Illuminati”, “Body Shop”, “Hold Tight” y la muy bella (y mi favorita) “Devil Pray”.
  Madonna no es una rebelde, aunque juegue a serlo. Tampoco es una genio o una de las grandes voces contemporáneas. Es, eso sí, una intérprete que ha sabido manejar su carrera de manera muy inteligente y una mujer que posee un talento mercadológico impresionante. Rebel Heart es un buen disco suyo… y nada más.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 16 de marzo de 2015

Desayuno en Tiffany's (la película)

Nunca había visto la versión cinematográfica de la novela Breakfast at Tiffany's de Truman Capote (leer aquí mi reseña) y aunque me divirtió y me pareció buena, creo que su leyenda le debe más a la presencia de Audrey Hepburn en el papel de Holly Golightly que a otra cosa.
  Muy bien dirigida por Blake Edwards en 1961, la cinta toma parte del humor del relato original, pero pierde mucho de su mordacidad, sobre todo al convertir al narrador del libro, un homosexual, el alter ego del propio Capote, en un galán hollywoodense (por supuesto) heterosexual. Esto convierte al filme en una comedia romántica, muy agradable si se quiere, pero bastante inocua. En esto influye también la personalidad otorgada a la Golightly de Hepburn: sofisticada, elegante y jamás mostrada como una dama de compañía de muchos hombres, como la Holly de la novela. No en vano, el propio Truman Capote estuvo en desacuerdo con que la bella Audrey interpretara a su anti heroína y empujó para que el papel le fuese otorgado a Marilyn Monroe.
  Con todo, una peli que se deja ver con agrado, aun con su cursi final "romántico".

sábado, 14 de marzo de 2015

Mexican House of Cards

A lo largo de los meses más recientes, parece ser que estamos descubriendo que tenemos una clase política de la peor ralea. Como si se tratara de un fenómeno tan nuevo como sorprendente, de pronto resulta que nuestros políticos todos son el súmmum de la corrupción, la ineficiencia y la desfachatez.
  Con la carta blanca que nos da nuestro puritanismo, nos mostramos escandalizados y queremos llevar a la hoguera a esos malditos que no son como nosotros y que tienen al país hundido en la ignominia. Nos damos golpes de pecho para librarnos de toda culpa y mantener tranquila a esa (doble) moral que nos permite dormir tranquilos y sentirnos ajenos a esos monstruos.
  Llevo un tiempo diciendo que quienes pretendan estudiar la política real y mundana no deben hacerlo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, sino ver y analizar con atención la serie televisiva House of Cards. Ahí está lo que es verdaderamente la polaca cotidiana, con sus intrigas, sus negociaciones en lo oscurito (¿hay otra manera de hacerlas?), sus puntos finos, sus lealtades y sus traiciones. Porque esa es la real politik: ese tragar sapos y moverse en el lodo sin hacerle el feo. Lo demás son pasteurizadas teorías de salón de clases que nada tienen que ver con la realidad.
  La clase política es así y así ha sido a lo largo de la historia, no sólo en México sino en cualquier otra parte del mundo. No se trata de disculparla o de querer lavarle la cara, sino de verla como es y no como quisiéramos que fuese. Si alguien cree que con la llegada de otro partido al poder las cosas van a cambiar, es mejor que no se ilusione. Ya se vio en la más reciente historia del país que no es así: dos sexenios panistas o dieciocho años de perredismo en la capital de la república sirven como perfecto ejemplo de que en la política todo cambia para seguir igual. Si llegan Morena o algún otro, tampoco variará la cosa.
  Si no partimos de esa verdad, jamás llegaremos a cosa alguna. Desengañémonos: la política es como es y no va a cambiar. Pregúntenle a Frank Underwood.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 13 de marzo de 2015

Gruppo Sportivo / Copy Copy (1981)

Sportivo es uno de los grupos de rock pop más divertidos de la historia, a pesar de ser universalmente desconocidos. Con una muy larga trayectoria, este conjunto holandés nació en 1978 (año en el cual hubo otro nacimiento notable), en plena era new wave, y hasta donde se sabe sigue tan campante. Copy Copy es un disco realmente jocoso y con excelente música.

Mejor tema: “Police Dog”

jueves, 12 de marzo de 2015

La pandilla de los cuatro

Los músicos de sesión. Los músicos de estudio (de estudio académico y de estudio de grabación). Esos grandiosos instrumentistas casi siempre anónimos que tienen tanto que ver, con su apoyo y su aporte, en el surgimiento de las grandes estrellas. Esto se da en todos los géneros musicales, pero en la historia del rock ha sido algo especialmente importante.

Piedras que ruedan
Jimmy Page se inició como tal y se dice que el célebre solo de guitarra de “You Really Got Me”, de los Kinks, fue obra suya y no de Dave Davies, ya que éste no lograba dar con lo que su hermano Ray, autor de ese tema clásico de 1964, pretendía. Se cuenta también que cuando los Beatles grabaron “Love Me Do”, Ringo Starr tocó tan mal que George Martin lo tuvo que reemplazar por un baterista de estudio.
  Grandiosos músicos de sesión, encabezados por Al Kooper, estuvieron en ese discazo de blues blanco que es el Super Session, de 1968. Pero el propio Kooper había sido músico de estudio, con su órgano, en el histórico Blonde on Blonde que grabó Bob Dylan en 1966 (¿recuerda usted la versión original de “Like a Rolling Stone”? Al Kooper es quien está detrás de los inolvidables teclados).

Los cuatro fantásticos
A fines de los años sesenta del siglo pasado, cuatro grandes músicos vieron sus destinos reunidos para participar en una serie de discos grandiosos, algunos de ellos hoy verdaderos incunables.
  Quizás a usted nada le digan los nombres de Bobby Keys, Jim Price, Carl Radle y Jim Gordon. Sin embargo, si ha escuchado álbumes como Delaney & Bonnie & Friends On Tour with Eric Clapton (1970), Mad Dogs & English Men de Joe Cocker (1970), All Things Must Pass (1970) y The Concert for Bangladesh (1971) de George Harrison, Eric Clapton (1970) de Eric Clapton, Layla and Other Assorted Love Songs de Derek and the Dominos (1969), Alone Together de Dave Mason o la tetralogía conformada por Let It Bleed (1969), Sticky Fingers (1971), Exile on Main Street (1972) y Goats Head Soup (1973) de los Rolling Stones, por citar tan sólo algunos, es seguro que a sus oídos han llegado los sonidos del sax de Keys, la trompeta de Price, el bajo de Radle y/o la batería de Gordon.
  No que en todos esos discos estén siempre los cuatro juntos (aunque en algunos sí), pero sí al menos uno o dos de ellos. Así, por ejemplo, Bobby Keys y Jim Price están en la tetralogía de los Stones, mientras que Gordon y Radle formaron parte de Derek and the Dominos, el célebre grupo liderado por Eric Clapton. No obstante, los cuatro participaron en los platos de Cocker, Harrison, Delaney & Bonnie y el álbum debut del propio Clapton.

Una cofradía de lujo
En realidad, lo que existía era una especie de cofradía de instrumentistas y coristas que giraban alrededor de las mencionadas superestrellas del rock y de otras como Leon Russell, el grupo Traffic o el mismísimo John Lennon. A esa cofradía esplendorosa pertenecía también, además de los cuatro mencionados, gente como el pianista Chris Stainton, el organista Bobby Whitlock o la cantante Rita Coolidge (verdadera levantadora de pasiones entre varios músicos, muy especialmente el gran Stephen Stills, sempiterno y frustrado enamorado de la intérprete, a quien en 1971 escribió la canción “Sugar Babe”).
  Me interesa rescatar del olvido a esos tremendos intérpretes, por sus grandes merecimientos. De los cuatro ya sólo sobreviven Jim Price y Jim Gordon (Carl Radle murió en 1980 y Bobby Keys falleció de cáncer pulmonar en diciembre pasado, a los 70 años). Todos merecen ser revalorados.

(Texto que iba a aparecer este mes en mi columna "Memorias de un melómano sarnoso" de la revista Etcétera, columna que fue abruptamente interrumpida y de la que sólo apareció una entrega, en enero pasado. Tant pis. Ya buscaré publicarla en algún otro medio).

miércoles, 11 de marzo de 2015

Mucho ruido y… mucha música

“¡Bájale a tu ruido!”. ¿Cuántas veces habré escuchado esa orden estentórea de parte de mis padres durante mi adolescencia? Teníamos un tocadiscos en la sala (una extrañísima especie de consola cuadrada que no se de dónde salió, cuya marca no recuerdo y que jamás he visto en otra parte) y acostumbraba tirarme en el sillón grande algunas noches, con la luz apagada y el aparato que sonaba a todo volumen. Yo tenía quince o dieciséis años y ponía mis primeros viniles: el álbum debut de Led Zeppelin, el In-A-Gadda-Da-Vida de Iron Butterfly, el Álbum Blanco de los Beatles, el Let It Bleed de los Rolling Stones, el I Got Dem Ol’Kosmic Blues Again Mama! de Janis Joplin y algunos más (incluidos algunos EP de 45 rpm). El disco de Janis, en especial, causaba un efecto de alta irritabilidad en mi mamá, quien cuando sonaba “Maybe” o “Try”, salía furiosa de su recámara para exigirme que quitara a “esa vieja que canta como gato”. El blues de la Bruja Cósmica era ruido para sus oídos. Manes de la lucha generacional de fines de los años sesenta y principios de los setenta del siglo pasado.
  Lógicamente, lo que para mis progenitores y otros adultos de su generación era ruido, para mí era la música más dulce, cálida y acariciante que existía. A fuer de ser justo y objetivo, debo aceptar que el estilo gritante (llamémoslo así) que Robert Plant empleaba en “Communication Breakdown” o que Mick Jagger soltaba en “Monkey Man” o que el normalmente melodioso Paul McCartney dejaba salir de su garganta en “Helter Skelter” y que me emocionaba durante aquellas solitarias noches de escucha casera podía resultar molesto para mi señora madre o mi señor padre, acostumbrados como estaban a Frank Sinatra, Ray Coniff, Cuco Sánchez o la Rondalla de Saltillo, cosas que a mí me resultaban infectas, aunque no fueran estruendosas. De alguna manera equivalente, eran ruido para mis oídos.
  El ruido, entonces, resulta relativo y puede ser música. El ejemplo más claro lo tenemos en ese subgénero que precisamente se llama noise. Pero ruido hay en el punk, en el grunge, en el shoegaze, como también lo hay en el free jazz o en la música concreta. Little Richard y Chuck Berry eran ruidosos a mediados de los cincuenta, como de alguna manera lo eran compositores cultos de los tamaños de Edgar Varèse, Arnold Schoenberg, John Cage y el mismísimo Igor Stravinsky. ¿No hay composiciones de John Coltrane o de Sun Ra que convierten al jazz en ruido discordante? ¿Y qué decir del álbum Metal Machine Music de Lou Reed o del Arc de Neil Young, basados ambos en el más estrambótico y extremo uso del feedback de la guitarra? Es ruido que puede ser disfrutable y que no necesariamente nos repele, aunque suene insoportable a una mayoría de personas.
  De los grupos ruidosos, es decir, aquellos que en forma declarada hacen del alto volumen, el feedback y las más espesas paredes de sonido su credo y su estilo, mi favorito es Sonic Youth. Sin embargo, a pesar de estar yo acostumbrado a las distorsiones sonoras, en un principio me costó algún trabajo entrar a los terrenos propuestos por Thurston Moore, Kim Gordon, Lee Ranaldo y Steve Shelley. El álbum Dirty de 1992 fue mi puerta de acceso a la música del cuarteto neoyorquino. Lo escuché en su momento y al principio no supe qué pensar. No obstante, tras varias escuchas me fui adentrando en la fascinación de aquellas composiciones y de discos como Goo, Washing Machine, A Thousand Leaves, Murray Street y, por supuesto, el inconmensurable Daydream Nation, su obra maestra.
  Sé que hoy Sonic Youth puede sonar incluso convencional para muchos; por ejemplo, aquellos que desfallecen de excitación ante el nuevo trabajo discográfico de Aphex Twin o frente a la discografía completa de Sunn O))), a los cuales respeto sobremanera.
  Cuando algo nos hace ruido no siempre es que se trate de una cosa negativa. Hacer del ruido un arte musical es tan válido como hacerlo con el ritmo, la armonía o la melodía. Como lo es, del mismo modo, hacerlo con el silencio.

(Publicado en diciembre de 2014 en mi columna "Bajo presupuesto" de la revista Marvin)

martes, 10 de marzo de 2015

Noel Gallagher y Manchester

Un nuevo disco de Noel Gallagher como solista (al frente de un grupo casi anónimo al que llamó High Flying Birds) implica, para muchos, casi un nuevo disco de Oasis. Después de todo, el mayor de los hermanos Gallagher es el cerebro creativo del, para bien y para mal, legendario quinteto británico y responsable casi absoluto de su característico estilo (aunque no de su sonido, ya que en éste la voz de Liam, el menor de los consanguíneos, resulta más que singular y reconocible).
  Dicho lo anterior, resulta saludablemente sorprendente que, en solitario, Noel Gallagher busque distinguirse de sí mismo en lo posible y producir algo, si no enteramente diferente, sí con claras y muy plausibles particularidades.
  Chasing Yesterday (Sour Mash, 2015) es el título del flamante álbum y lo que resalta desde la primera escucha es la influencia de la música de Manchester (en la época en que la ciudad era conocida como Madchester), la cual está ahí, más que presente, en las diez canciones que conforman al plato (catorce en la edición de lujo).
  Hay en las nuevas composiciones de Gallagher ecos de los Stone Roses, los Charlatans, Ian Brown y hasta de los Happy Mondays y los Inspiral Carpets (estos últimos, sus grandes mentores). También los hay del britpop y del propio Oasis, pero es ese mood madchesteriano el que le da su especial encanto a este nuevo trabajo del autor de “Wonderwall” y “Champagne Supernova”.
  Ecos de la música del Manchester de finales de los ochenta y principios de los noventa de la centuria pasada (quizá de ahí venga lo de “atrapando el ayer”) los hay, por ejemplo, en temas tan espléndidos como “Riverman” o “The Right Stuff”, dos verdaderas joyas. Pero hay otras piezas igualmente buenas, como “In the Heat of the Moment”, “The Dying of the Light”, la a la vez boweyana y ledzeppeliniana “The Girl with X-Ray Eyes”, la muy Oasis “Lock All the Doors” y la sensacional “The Mexican”, la canción más rocanrolera de Chasing Yesterday.
  Noel Gallagher ha hecho un gran disco, de lo mejor que ha surgido en este 2015. Escúchelo usted y verá que no exagero.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 9 de marzo de 2015

60 años de rock en 60 discos

Aunque no existe un consenso preciso acerca del año en que nació el rock y cada quién puede dar, de manera arbitraria o más o menos fundamentada, una fecha distinta, las tres anualidades más señaladas para tan honroso evento son 1952 (año en que se llevó a cabo, en la ciudad de Cleveland, Ohio, el primer baile organizado por el DJ radiofónico Alan Freed; sin embargo, el evento se conoció como The Moondog Coronation Ball y en el mismo no apareció el término rock n’ roll), 1954 (año en que se grabó la que muchos consideran la primera canción plenamente rocanrolera: “Rock Around the Clock” de Bill Haley and His Comets) y 1955 (año en que la misma canción apareció en disco y fue conocida por el público).
  Desde mi muy particular punto de vista (y no sé si en ello influye que es mi año de nacimiento), el rock n’ roll vio la luz cuando su primer manifestación musical llegó a oídos de la gente, es decir, en 1955. Desde esa óptica, el género está cumpliendo, en este 2015, sus primeros sesenta años de existencia.
  He aquí una lista de los que, a mi modo de ver también, son los sesenta discos fundamentales del rock, esos que no deben faltar en cualquier colección que se respete:

1.- Elvis Presley. Elvis Presley (1956)
2.- Little Richard. Here’s Little Richard (1957)
3.- Fats Domino. This Is Fats Domino (1957)
4.- Chuck Berry. Chuck Berry Is on Top (1959)
5.- Buddy Holly. 20 Golden Greats (1959)
6.- Jerry Lee Lewis. Greatest Hits (1959)
7.- Eddie Cochran. Greatest Hits (1959)
8.- Bob Dylan. Highway 61 Revisited (1965)
9.- Frank Zappa. Freak Out (1966)
10.- The Beatles. Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967)
11.- Jefferson Airplane. Surrealistic Pillow (1967)
12.- The Doors. The Doors (1967)
13.- Jimi Hendrix. Are You Experienced? (1967)
14.- The Velvet Underground. The Velvet Undeground & Nico (1967)
15.- Cream. Disraeli Gears (1967)
16.- The Kinks. Something Else (1967)
17.- Traffic. Mr. Fantasy (1967)
18.- Janis Joplin. Cheap Thrills (1968)
19.- Steppenwolf. Steppenwolf (1968)
20.- The Rolling Stones. Let It Bleed (1969)
21.- Crosby, Stills & Nash. Crosby, Stills & Nash (1969)
22.- King Crimson. In the Court of the Crimson King (1969)
23.- John Lennon. Plastic Ono Band (1970)
24.- Spirit. Twelve Dreams of Dr. Sardonicus (1970)
25.- Simon & Garfunkel. Bridge Over Trouble Waters (1970)
26.- Neil Young. After the Gold Rush (1970)
27.- Joe Cocker. Mad Dogs & Englishmen (1970)
28.- Santana. Abraxas (1970)
29.- Elton John. Tumbleweed Connection (1970)
30.- Black Sabath. Paranoid (1970)
31.- The Who. Who’s Next (1971)
32.- Led Zeppelin. Led Zeppelin IV (1971)
33.- Jethro Tull. Aqualung (1971)
34.- Deep Purple. Machine Head (1972)
35.- David Bowie. The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972)
36.- Lou Reed. Transformer (1972)
37.- Emerson, Lake & Palmer. Trilogy (1972)
38.- Yes. Close to the Edge (1972)
39.- Pink Floyd. The Dark Side of the Moon (1973)
40.- Queen. A Night at the Opera (1975)
41.- Patti Smith. Horses (1975)
42.- Bruce Springsteen. Born to Run (1975)
43.- Ramones. Ramones (1976)
44.- The Sex Pistols. Never Mind the Bollocks, Here’s The Sex Pistols (1977)
45.- The Clash. London Calling (1979)
46.- Talking Heads. Remain in Light (1980)
47.- The Police. Zenyatta Mondatta (1980)
48.- Joy Division. Closer (1980)
49.- The Smiths. The Queen Is Dead (1986)
50.- Metallica. Master of Puppets (1986)
51.- Sonic Youth. Daydream Nation (1988)
52.- Depeche Mode. Violator (1990)
53.- U2. Achtung Baby (1991)
54.- Nirvana. Nevermind (1991)
55.- Pearl Jam. Ten (1991)
56.- Red Hot Chili Peppers. Blood Sugar Sex Magik (1991)
57.- R.E.M. Automatic for the People (1992)
58.- Beck. Odelay (1996)
59.- Radiohead. OK Computer (1997)
60.- The White Stripes. Elephant (2003)

Seguramente el lector tendrá varias simpatías y diferencias. Lo invito a externarlas y a elaborar su propia lista.

(Publicado este mes en la revista Nexos)

domingo, 8 de marzo de 2015

Bates Motel

A un mes de que sea lanzada la tercera temporada de Bates Motel, hoy terminé de ver las dos primeras y sólo puedo decir que qué barbaridad, qué buena serie.
  La historia de adolescencia de Norman Bates, el famoso asesino serial retratado por Robert Bloch en su novela Psycho (1959) y más tarde por Alfred Hitchcock en la cinta del mismo título (1960), se permite ciertamente muchas licencias. La principal: que la historia se desarrolle en la actualidad y no en los años treinta del siglo pasado, cuando el personaje creado por Bloch habría sido joven. Aun así, la serie maneja el suspenso de maravilla y con todos los elementos de la mejor televisión actual.
  En Bates Motel vemos cómo se dio la enfermiza y obsesiva relación entre Norman (Freddie Highmore, de gran parecido con Anthony Perkins, el Bates de Hitchcock)) y su madre, llamada Norma (Vera Fermiga, quien además es la productora principal de la emisión); cómo se daban los bloqueos mentales del muchacho cada vez que asesinaba a alguien y como el famoso y tétrico motel, a un lado de la carretera, sufrió los embates de la imparable modernidad. Todo ello enriquecido con una serie de personajes creados por los productores de la serie; personajes, hay que decirlo, en su mayoría muy afortunados, como el medio hermano de Norman, Dylan (Max Thieriot); la jovencita Emma (Olivia Cooke), una chica con problemas respiratorios que a todas partes lleva su tanque de oxígeno con rueditas; o el sheriff Romero (Nestor Carbonell) y sus actitudes ambivalentes.
  Se toca también el tema del tráfico de drogas (el pueblo boscoso y costero donde se encuentra el motel -situado en Oregon: otra licencia del programa- basa su economía en la producción de marihuana entre dos bandas rivales) y hay mucha violencia y bastante sexo.
  Quizá no alcance las alturas de Breaking Bad o de True Detective, pero Bates Motel tampoco desmerece ante ellas. Yo la recomiendo por completo, sobre todo para quienes gustan del suspense hitchcockiano, aunque -eso sí y es una lástima- sin su negro y agradecible sentido del humor.

sábado, 7 de marzo de 2015

De señores feudales y faldas alzadas

En los viejos tiempos del priismo a ultranza, aquello no habría pasado de ser una anécdota más de la picaresca política. Que un presidente municipal, arriba de un entarimado, bailara con una guapa muchacha y a la vista de todos le levantara la falda por detrás, hubiese sido nada más que la intrascendente travesura de un alcalde que demostraba su poder hasta en las gracejadas y las ocurrencias.
  Hoy al parecer son otros tiempos y las cosas han cambiado. Existen los teléfonos celulares que todo lo graban y las redes sociales que todo lo reproducen y todo lo cuestionan. Existe una corrección política impoluta que, convertida en nuevo tribunal del Santo Oficio, no perdona el menor desliz y condena a diestra y siniestra. Ya nada escapa del ojo vigilante y purificador de los neoinquisidores.
  Frente a este poder de lo que algunos llaman una sociedad civil atenta y vigilante, hechos tan vergonzosos como el protagonizado por el presidente del municipio de San Blas, en Nayarit, Hilario Ramírez Villanueva, y la infortunada joven que accedió a bailar con él, ya no deberían producirse. Lo mismo que los diversos escándalos de sexo, alcohol y desmadre en que se han visto inmiscuidos personeros de prácticamente todos los partidos políticos. Pero ahí siguen y ahí seguirán. ¿Por qué? Pues (como dice Chumel Torres) porque chingue su madre.
  A pesar de cambios constitucionales, apertura democrática, una supuesta mayor conciencia ciudadana y notables avances tecnológicos, la vieja cultura priista (que permea a propios y extraños dentro de nuestro singular sistema, incluso a quienes reniegan de ella) persiste impertérrita. Cierto que desde 1997 se ha ido acotando el poder antes omnímodo de la presidencia de la república, pero ese mismo poder omnímodo sigue tan campante entre los gobernadores de los estados y los munícipes y delegados políticos del país entero, convertidos en verdaderos señores feudales que lo mismo se asocian con el crimen organizado que roban “poquito” o levantan las faldas de las damas.
  Lo que opinemos les hace lo que el viento a Juárez y, contra ese valemadrismo, no hay fuerza tuitera que pueda.
  O sea, el puro folclor nacional.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

viernes, 6 de marzo de 2015

Dave Mason / Headkeeper (1972)

El ex Traffic logró con su segundo álbum como solista más de lo que había logrado en el también excelente y mucho más conocido Alone Together. Compositor e intérprete de finura inconmensurable, Mason tenía ese toque necesario para hacer de lo sencillo algo memorable.

Mejor tema: “To Be Free”.

miércoles, 4 de marzo de 2015

La doblemente maravillosa noche de Zaz

Hay noches únicas, mágicas, que se dan de vez en vez (aunque a mí últimamente suelen dárseme con bastante asiduidad). La de hoy tuvo que ver con la presentación de la joven y espléndida cantante francesa Zaz en el Plaza Condesa. Fue una nuit espléndida por el concierto en sí mismo (gran actuación, grandes canciones, un grupo de musicazos que acompañaron a Zaz, buen sonido, buen ambiente, público alegre y receptivo, un espectáculo delicioso) y por la compañía que tuve a mi lado: D, mi gran amiga, tan llena de frescura, sensibilidad, entusiasmo, calidez y belleza. ¿Qué más podía yo pedir (bueno, estuvo a punto de ser una mejor noche aún, pero una circunstancia de última hora hizo que el plan post concierto cambiara. Tant pis).
  Como sea, la pasé maravillosamente bien y ella también.
  Quisimos pasar a saludar a mi hijo Alain, quien tocaba en el Pata Negra, pero terminó a las once, justo a la hora que terminó lo de Zaz y no hubo coincidencia de tiempo.
  Regresé poco antes de medianoche a mi casa. Medio ceniciento final.

martes, 3 de marzo de 2015

Zaz en México

Hace tres años, escribía en esta misma columna sobre los orígenes, como música callejera, de la cantante francesa Isabelle Geoffroy, hoy mundialmente conocida como Zaz. En estos tres años, la talentosa artista que se iniciara cantando en el metro de París y en diversos cafés y plazas de Montmartre, ha recorrido el mundo y ha logrado difundir su espléndida voz y su peculiar estilo.
  El año pasado grabó un disco realmente hermoso y emotivo, llamado sencillamente Paris (WEA 2014) y es con ese disco que llega a nuestro país, para presentarse esta noche en el teatro Diana de Guadalajara y mañana miércoles en el Plaza Condesa del Distrito Federal.
  En aquel artículo que refiero, preguntaba yo si Zaz era la Adelle francesa. Sin embargo, la nacida en Tours, en 1980, ha mostrado que es muy otra cosa y su sonido ha logrado decantarse y pulirse hasta convertirse en algo propio y muy suyo.
  París es un álbum estupendo, muy francés, un homenaje a la canción gala y, más específicamente, a la canción parisina, pero con un sentido ajeno a la nostalgia y mucho más adaptado a la música del nuevo siglo. No se trata de retrotraer estilísticamente a Edith Piaf o a Jacques Brel, ni siquiera a Françoise Hardy o a Sheila, sino de retomar varias piezas clásicas del cancionero francés para proponer algo fresco y novedoso, lo que la vocalista consigue en su flamante grabación.
  Con una producción impecable, a la vez que con un sentimiento genuino y luminoso, Zas entusiasma con temas como “Champs Elysées”, “Sous le ciel de Paris”, “La parisienne” y “Paris sera toujours Paris” entre otros. Arreglos jazzeros, blueseros, souleros, pero elegantemente franceses en un trabajo delicioso y con colaboraciones de gente como la joven cantante canadiense Nikki Yanofsky, el cantor galo Thomas Dutronc y el legendario Charles Aznavour (con “J’aime Paris au mois de mai”) que hacen de Paris un disco imperdible para todo aquel que ame las canciones más emblemáticas de la ciudad luz, un disco que se podrán escuchar en México, en directo, hoy y mañana.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 2 de marzo de 2015

No me quiero enamorar de ti

Por la madrugada compuse esta canción, una tonada folky que habla sobre los inconvenientes del enamoramiento y los beneficios del amor. Este es tan sólo el demo.









No me quiero enamorar de ti

No sé en qué momento fue que en tu mundo me quedé.
No sé cuándo, no sé cómo, pero encontré acomodo.
Qué bien me siento a tu lado, qué feliz y qué ufano.
Todo es paz y quietud cuando me acompañas tú.

Contigo podría hacer tantas cosas a la vez, lo sé
Contigo podría estar del comienzo hasta el final, lo sé.
Quiero amarte sin cesar, amarte a profundidad.
Por eso no me quiero enamorar de ti.

No te quiero incomodar; no lo quiero, de verdad.
No quiero que por mis sandeces, temerosa tú te alejes.

Contigo podría intentar lo que solo no me atrevo ya.
Contigo podría viajar del planeta a cualquier lugar.
Quiero amarte, amarte bien, amarte como debe ser.
Por eso no me quiero enamorar de ti.

No existe contradicción cuando canto esta canción.
Sé muy bien lo que te digo y cuál es el mejor camino.

Quiero amarte de verdad, así que no me quiero enamorar.
No te deseo en exclusiva, sólo deseo ser parte de tu vida.
Quiero amarte sin afán de que seas mi propiedad.
Por eso no me quiero enamorar.
Quiero amarte y respetar tu bendita libertad.
Por eso no me quiero enamorar de ti.


domingo, 1 de marzo de 2015

Naomi

Hay madres legendarias en el cine. La figura de la progenitora es mítica en el cine mexicano, con Sara García como primerísima presencia. Recuerdo también a la madre de Cody Jarrett, el gángster que personifica el enorme James Cagney en la clásica de Raoul Walsh White Heat (1949). Sin embargo, nunca había visto a una madre tan singular y humorísticamente oscurísima como la mamá del personaje masculino principal de Naomi, la película israelí de 2010, dirigida por Eitan Tzur. La manera como la mujer de ochenta años reacciona ante las desventuras y las estupideces de su hijo Anton (nada menos que un profesor de filosofía sesentón), cuando este se entera de que su treintañera y hermosa mujer lo engaña, es de antología.
  Historia de celos llevados al máximo -como Él de Luis Buñuel (1952) o El infierno de Claude Chabrol (1994)-, Noemi tiene más elementos de los que la sola trama cuenta y su desenlace en tan sorprendente como satisfactorio, en especial para quienes odiamos los finales convencionales y moralistas.
  Cuento de amor, odio, celos, sexo, pasión, muerte y mucho humor negro, Noemi es una cinta muy grata con sus elementos de thriller judío crítico y no resulta en absoluto autocomplaciente.
  Búsquenla, se las recomiendo.