jueves, 26 de febrero de 2015

Documentar a Eliseo Subiela


Entrevista con la cineasta Jimena Colunga Gascón

Para muchos, el argentino Eliseo Subiela (Buenos Aires, 1944) es un cineasta de culto. Películas suyas como Hombre mirando al sudeste (1988), Últimas imágenes del naufragio (1989) o la archiconocida y reconocida El lado oscuro del corazón (1993) cuentan con una legión de apasionados seguidores, aunque también de ácidos detractores. Sin embargo, ¿qué tanto se habla de Subiela, para bien o para mal, sin conocerlo realmente, dejándose llevar más por las impresiones subjetivas de sus trabajos cinematográficos que por lo que hay detrás de los mismos?
  Esta y otras preguntas surgieron en la mente de la joven realizadora mexicana Jimena Colunga Gascón (México, DF, 1986), quien desde la cálida ciudad de Tepic, Nayarit, donde vivía hasta hace poco, tuvo la idea de filmar un documental sobre el director rioplatense, idea que poco a poco fue cristalizando hasta concretarse en una realidad llamada Subiela, el mago, largometraje de 2014 que Colunga Gascón presentó urbi et orbi en noviembre pasado, en la capital nayarita, con la presencia del propio Eliseo Subiela y su esposa Mora, quienes viajaron desde Buenos Aires para estar presentes en el estreno.
  En la siguiente entrevista, la directora nos cuenta los pormenores de esta su opera prima.

–¿Cómo surgió la idea de la película?
–Desde muy joven, yo tenía la intención de ingresar al curso regular de la Escuela de Cine de Cuba, en San Antonio de los Baños, pero tras de varios intentos y por diversas circunstancias no lo lograba; hasta que me enfoqué en un apartado del temario que daban para ser admitida en la escuela. El apartado era sobre cine latinoamericano y comencé a prepararme en el tema. Así, fui conociendo a muchos realizadores del continente y terminé dando con el cine de Eliseo Subiela. En ese entonces, yo tenía catorce o quince años, estudiaba la preparatoria en Oaxaca y mi primer encuentro con su obra fue con El lado oscuro del corazón. La encontré en un cine club de la ciudad que se llamaba “El pochote”, la alquilé, la vi y me impactó de una manera al mismo tiempo terrible y maravillosa. Su trama me sacó lágrimas todo el tiempo. Fue muy impactante para mí y se me quedó en la mente muchos días. Después vi Hombre mirando al sudeste y Pequeños milagros que aunque no fue muy exitosa, la tengo entre mis películas preferidas no sólo de Subiela sino de todo el cine. A partir de ahí, ya lo tuve como mi realizador iberoamericano favorito. Tiempo después, surgió la posibilidad de efectuar una propuesta para un proyecto cinematográfico y supe que era mi oportunidad. Me fue claro que Subiela debía ser el tema y presenté mi propuesta para beca en el Programa de Residencias Artísticas en el Extranjero del FONCA y Conacyt… y la gané.

–¿Lo pensaste como un documental desde un principio?
–Sí, desde un principio. Todo fue muy curioso, porque investigando un poco di con el blog de Subiela y vi que tenía una dirección de correo electrónico. Le escribí entonces para plantearle el tema del documental. Le expliqué cómo lo iba a hacer y que me había postulado para una beca. La primer sorpresa es que me contestó a los dos días y me dijo: “Hola, mucho gusto. Sí, claro, estaría encantado de colaborar. Cuenta conmigo para lo que necesites”. Casi me da un infarto, jaja. No lo podía creer, fue muy impactante. Para empezar le pedí que me mandara una carta de aceptación que dijera que él estaba de acuerdo con el proyecto. Me pidió que se la escribiera yo y se la enviara para que él sólo tuviese que firmarla. Así lo hice y me la devolvió escaneada y firmada. Cuando gané la convocatoria, volví a escribirle para decirle que iría a Buenos Aires, lo cual le pareció muy bien. Pero yo necesitaba un crew de producción y no podía llevarlo desde México, ya que el dinero de la beca me permitía viajar sólo a mí. Únicamente tenía un contacto en Argentina, Jeremías Martínez, un compañero que había tenido en la escuela de cine de Cuba, y le escribí para que me echara la mano. En cuanto supo que se trataba de una película sobre Eliseo Subiela, accedió de inmediato. Para los argentinos, Subiela es un cineasta histórico, un clásico viviente, junto con Leonardo Favio.

–¿Leonardo Favio, el cantante?
–¡Sí, el mismo! Leonardo Favio cantaba, componía, escribía, hacía películas.

–Vaya cosa. Pero sigamos con tu historia.
–Bueno, mi amigo argentino se emocionó y me dijo que conseguiría el equipo humano necesario para filmar el documental. Cuando llegué a Buenos Aires (era el año 2011), nos dimos a la tarea de gestionar un crew local. El monto de la beca era para que lo resolviera yo todo: el costo del traslado, el costo de la estancia, el costo de mi alimentación. Jeremías haría gran parte de la fotografía y la producción y además me conectó con Buenos Aires Comunicación, que es una escuela de cine y televisión de la ciudad. Les propuse el proyecto y les gustó mucho. También la gente de la escuela de cine de Eliseo Subiela nos ayudó en todo lo que le fue posible. Fue así que se formó un equipo con gente que se mostró muy estusiasmada con la idea de hacer un documental acerca de Subiela. Yo no tenía dinero para pagarles, pero trabajaron de manera voluntaria, con la emoción que les dio el proyecto.

-¿Imaginabas esa respuesta?
–La verdad es que a pesar de que Eliseo se había mostrado muy amable desde que le escribí de México, yo realmente no sabía qué esperar de él como persona. Pero una de las cosas más gratificantes de la experiencia fue que un tipo como él, con la fama y el prestigio que tiene en Iberoamérica y en el mundo entero, se haya portado tan bien conmigo. Pudo haber sido el mamonazo que hubiera querido. Sin embargo, lo que yo encontré fue a un hombre muy abierto, muy sencillo, muy carismático y generoso. Generoso en el sentido de que contribuyó de todas las formas que pudo para la realización del documental. Siempre estuvo muy dispuesto, siempre pudimos hablar de lo que fuera. Es una gran persona y yo intenté que eso se reflejara en la película.

–¿Tu idea desde el principio fue hacer un largometraje?
–Inicialmente, el proyecto era hacer un cortometraje documental de no más de treinta minutos. Pero con todo el trabajo que hicimos, me traje tanto material filmado que me dije: ¿por qué no hacer un largo? Entonces quedó una película de una hora con veinte minutos.

–¿Se trata del clásico documental biográfico?
–Al contrario, desde el principio me propuse alejarme lo más posible de hacer un filme biográfico. No quería narrar su nacimiento ni su infancia o su formación. Me plantee una estructura en la que, a partir de sus películas, identifiqué temas universales que Subiela aborda siempre en sus cintas: el amor, la locura, la poesía, el sexo, la muerte, el paso del tiempo… Me interesaba más saber cómo el creador, el autor de esas cintas, llega a las interpretaciones personales de esos temas. Las intervenciones del cineasta en el filme abordan mucho de su concepción estética, filosófica, teórica, acerca de dichos temas universales. La parte técnica la dan las entrevistas con sus actores, su equipo de trabajo, su mujer –quien también sale en la película.

–¿Cómo elegiste las locaciones y cuánto duró la filmación?
–Las intervenciones de Subiela las ubiqué en las locaciones donde filmó sus películas. A cada tema universal lo empaté con una cinta suya y realicé la entrevista en una locación de esa misma cinta, representativa de Buenos Aires, para que hablara él ahí. Sobre esas estructura va el documental. La filmación duró diez semanas, durante el verano de 2011. Luego la postproducción fue más tardada: el documental quedó terminado hasta el invierno de 2014. Tardamos tres años y medio en hacerlo.

–¿Cuáles de sus actores más representativos aparecen?
–Pues está, por ejemplo, Darío Grandinetti, el “Oliverio” de El lado oscuro del corazón, junto con Sandra Ballesteros que es la mujer que vuela. También hay actores de la nueva generación, de sus películas más recientes, como Matías Marmorato y Guillermo Pfening, y hay una intervención muy interesante de la veterana actriz Sandra Sandrini, quien siempre ha tenido participaciones secundarias pero recurrentes en los filmes de Eliseo Subiela. Si alguien ha salido en la mayoría de sus películas es ella.

–¿Qué me puedes decir del estreno de Subiela, el mago y cómo será su distribución?
–Desde que se inició el proyecto, me comprometí a que el estreno tendría lugar con el auspicio del Consejo Estatal de Cultura de Nayarit. Por eso la premiere fue durante el Festival de Cultura del estado, en Tepic, en noviembre del año pasado, y asistieron el propio Eliseo Subiela y su esposa, la actriz Mora Moglia. Luego hubo una segunda premiere en el Distrito Federal, en el centro cultural Bajo Circuito. Ahora mi plan es enviarla, primeramente, a recorrer el circuito de festivales que hay en México (Guadalajara, Morelia, Guanajuato, Monterrey…). Presentarla en los festivales grandes y en los no tan grandes. En Argentina también, claro, y que esté girando en la mayor cantidad de lugares posibles: Sudamérica, España, en fin. Me importa que se vea mucho, cerrar el círculo con ella y emprender mi segundo proyecto: un largometraje de ficción en el que ya estoy trabajando.

–Para terminar, ¿qué me puedes decir de tu relación con Subiela? ¿Cuál es el balance final entre Eliseo Subiela y Jimena Colunga Gascón?
–Conocerlo fue en sí una experiencia mágica y surrealista. Conocerlo es una gran lección para cualquiera que quiera ser creador. Estamos en una época difícil para la creación. La creación en sí misma está perdiendo valor y hoy se ponderan otras cosas: el protagonismo, la vacuidad, el blof… y justamente conocerlo a él, como el creador consolidado que es, y ver la personalidad que tiene, tan accesible, tan actualizada (en las nuevas tendencias del arte, en la tecnología), es algo ejemplar y muy motivante. Una de las cosas que más me inquietaban era pensar qué iba a pensar Subiela de la película que yo había hecho sobre él.

–¿Y cuál fue su veredicto?
–Me dijo dos cosas en privado: primero que no podía opinar de un filme acerca de su persona, porque eso sería un acto de narcisismo asqueroso; pero también me dijo que se acordaba del primer correo que le mandé: “Yo lo vi y leí lo que me estaba proponiendo una niña desde el otro lado del mundo y me dije sí, por qué no, le voy a decir que sí. Vamos a ver si se hace”. Entonces, cuando le volví a escribir para decirle que sí se iba a hacer y que sí iba yo a ir a Argentina, él pensó: “Y bueno, está bien, ya le dije que sí, yo la voy a esperar a ver si es cierto que llega” y cuando se filmó y se hizo toda la producción, me dijo que pensó: “Bueno, ahora falta que la acabe”. Por eso fue muy significativo para él estar presente en el estreno de la cinta en México. A Subiela le gusta mucho trabajar con gente joven y al ser yo una persona joven, fue muy alentador para mí su recibimiento de la película y lo que me hizo sentir mejor de todo es que, muchas veces, me habló como a una colega. Algo debí haber hecho bien para que un tipo como Eliseo Subiela me dijera: “Buen trabajo”. Sus palabras fueron una gran recompensa, aunque pienso que la mejor recompensa que puedo recibir de esta película es que me haga el camino más corto para hacer la que sigue.

(Esta entrevista me fue publicada este mes en el sitio "Cultura y vida cotidiana" de la revista nexos)

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