sábado, 29 de noviembre de 2014

Carta al ingeniero

Al escribirle esta carta, parto del respeto y la admiración que siempre le he guardado. No sé si su decisión de abandonar al partido que usted mismo fundó sea la más acertada, aún no lo tengo claro, pero estoy cierto de que fue una decisión difícil y largamente meditada.
  Me da mucha tristeza ver el trato que a últimas fechas se le ha dado, sobre todo por parte de quienes antes lo seguían, lo buscaban, lo defendían y hasta lo glorificaban. Qué pronto olvidan. Decían que era usted su líder moral y de pronto lo tratan de la peor y más vil manera, como el día, más o menos reciente, en que asistió a una marcha en apoyo a Ayotzinapa y un grupo de vándalos (y estos no eran anarcos) no sólo lo llenó de improperios (le gritaban “asesino”, ¡por todos los cielos!), sino que estuvo a punto de agredirlo físicamente. Bien sabemos a quién responden esos sujetos y a qué intereses políticos sirven.
  Ahora que dejó usted al PRD, leo en redes sociales la vulgar manera como lo juzgan tantos puros e inmaculados hijos de la corrección política; cómo se refieren a usted, sin entender (como si les importara entender) que muchos de los logros y libertades de las que hoy gozamos (entre ellas la de expresión y la de manifestación) no habrían sido posibles de no ser por su lucha en pro de la democracia y sin el antecedente de personalidades como usted o como otro ingeniero y político ejemplar, Heberto Castillo, además de muchos más.
  A veces no estoy de acuerdo con sus propuestas y opiniones, pero reconozco en su persona a un líder honesto que tuvo no sé si el mal tino de elegir como su sucesor a quien desde un principio se encargó de minar su liderazgo y su prestigio, en aras de ser él quien se quedara con el partido que usted había construido al lado de tanta gente. A partir de ahí, el PRD empezó a pudrirse y ahora vemos los tristes y lamentables resultados.
  Hoy, la autodenominada izquierda está más dividida que nunca y el destructor se dispone a recoger los pedazos. ¿Sabe? Viéndolo bien, creo que hizo lo correcto al alejarse.
  Un abrazo y todo mi respeto, ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

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