lunes, 29 de septiembre de 2014

La mujer sentada

Sergio Magaña.
Con la reseña de esta narración, inicio la revisión periódica de diversos cuentos, escritos por autores de todas las épocas y todas las latitudes.

Escrito por Sergio Magaña en 1947 y publicado en la espléndida revista El cuento que dirigía Edmundo Valadés, "La mujer sentada" es una narración corta con una fuerza tremebunda y una violencia aterradora. Crítica soterrada a los usos y costumbres de la población rural de mediados del siglo pasado, cuenta la historia de Ana Juárez, una jovencita de dieciséis años a quien su padre prácticamente ha negociado para que se case con el cacique del lugar, un tal Andrés Cuesca.
  Ella ha aceptado a regañadientes y ha dejado que los preparativos de la boda no se detengan, a pesar del asco que le da tener que entregarse y ser la esposa de aquel dueño de vidas y haciendas. En el pueblo todos hablan de la boda de Ana y don Andrés. Sólo que en la víspera de la ceremonia, la casi niña se ve con Marciano Reyes, su novio de la misma edad, y a partir de ese encuentro, la situación cambia y ella se niega a contraer matrimonio, al confesar lo inconfesable. El castigo que recibe por parte de su propio padre y de quien iba a ser su marido quita el aliento por el horror que conlleva y que lógicamente no revelaré, a fin de que busquen y lean el cuento.
  Escrito con un lenguaje casi rulfiano, lleno de austeridad, frases cortas, metáforas exactas y diálogos creíbles y auténticos, "La mujer sentada" es alta literatura y su atmósfera campirana y pueblerina envuelve al lector y lo fascina, a la vez que lo lleva a rebelarse contra el destino de la infortunada muchacha.
  Un cuento ejemplar, en todos los sentidos del término. A pesar del mal sabor que deja su implacable final.

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