miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hijos de Joy Division

No puedo evitarlo. Desde que grabó su primer disco, el Turn on the Bright Light de 2002, Interpol me remite de inmediato a Joy Division. Es el mismo sonido oscuro, austero, frío, sordo, mecánico, misterioso, pero sin alcanzar la calidad musical de Ian Curtis y compañía.
  No he sido un amante del cuarteto encabezado por Paul Banks y formado en Nueva York hace tres lustros. Reconozco, sin embargo, que tiene un amplio caudal de seguidores (en México son legión) y que han generado tras de sí a una buena cantidad de agrupaciones que imitan lo que ellos de algún modo imitan también.
  Hace unos días apareció El Pintor (Matador, 2014), quinto álbum del grupo, y es importante comentarlo, porque se trata de un regreso a su sonido primigenio (precisamente el que más se parece a Joy Division), luego de que en trabajos como Antics (2004) y Our Love to Admire (2007) y a petición de su disquera, había dado algunas concesiones comerciales para hacer “más accesible” su música, lo cual por cierto les sirvió para ampliar su base de fans.
  Con tres de sus miembros originales (el propio Banks, Daniel Kessler y Sam Fogarino) y el bajista Brandon Curtis (Secret Machines) en sustitución de Carlos Dengler, Interpol ha producido una obra compacta y hermética que tiene todos los ingredientes para hacer felices a sus fanáticos más fieles y conspicuos. El Pintor es un plato de apenas cuarenta minutos de duración y ninguna de las diez composiciones que lo conforman rebasa los trescientos segundos.
  Abre con una muy buena y sólida pieza, “All the Rage Back Home”, que tras una emotiva introducción lenta deriva en un ritmo rápido y seco que le da un cariz muy atractivo. Igualmente atractivos resultan temas como “My Desire”, “Anywhere”, “Same Town New Story” y “Ancient Ways”.
  Si algo más podemos decir a favor de este disco, en referencia a sus cuatro antecesores, es que hay aquí, en diversos momentos, un poco más de encuentro con la luminosidad y un poco menos de búsqueda de lo tenebroso. Algo debe reflejar esto sobre el momento artístico y existencial que están viviendo los integrantes del grupo.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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