domingo, 11 de mayo de 2014

La Mosca y la Madre

“Madre sólo hay una”, dice el conocido refrán, y uno no sabe si tomarlo como un elogio o como una amenaza. En un país como el nuestro, tan dado a sacralizar y hasta a divinizar la figura de la “cabecita blanca”, tendríamos que empezar a preguntarnos si en verdad la influencia materna es tan benéfica. Con madres como las nacionales, tan sobreprotectoras, manipuladoras, sentimentaloides y moralmente chantajistas, además de creadoras de edipos y machos al por mayor, celebrarlas resulta, si se le ve con objetividad, una costumbre bastante perversa. Ya sé que no se vale generalizar y que hay progenitoras buenas, ejemplares, sacrificadas, alivianadas, generosas, etcétera. Sin embargo, como figura monumentalmente estatuaria, la Madrecita Mexicana (con todo lo que esas mayúsculas tienen de institucionales) es una especie de monstruosa devoradora de conciencias y voluntades (la gran Coatlicue), a la cual el cine nacional de la llamada edad de oro, las telenovelas y gran parte del cancionero popular se han encargado de perpetuar y sacralizar ad nauseam. Es por ello que en este número de La Mosca (revista desde la cual, hay que decirlo, hemos contribuido de algún modo y de manera no sé que tan involuntaria al engrandecimiento del mito materno, gracias a nuestra Mamá Mosca) queremos antihomenajear a la madre con una serie de artículos, columnas, entrevistas y reportajes que de uno u otro modo hacen referencia a esa mamá cuervo que no duda en sacar los ojos a picotazos a quien se acerque a sus hijos… y a veces a estos mismos.

(Editorial "Ojo de mosca", publicado en el No. 93 de La Mosca en la Pared, mayo de 2005).

1 comentario:

sibaritadeoriente dijo...

Hugo por cierto la mosca ya fue? ya se tardaron mucho en sacar el otro numero no... se supone que salia el 15 de cada mes.