lunes, 5 de mayo de 2014

Cocodrilos

Prácticamente cada persona que viene a mi casa por primera vez (mujeres casi siempre, por fortuna), lo primero que me pregunta es por qué tengo tantos cocodrilos de todos tipos. Nunca he sabido contestar la razón. Simplemente -suelo decir y ya lo conté alguna vez en este mismo blog, hará unos siete años- es que compré uno de madera hace años, una pieza que me encantó y que adquirí en una tienda de antigüedades de Coyoacán hace más de dos décadas. De ahí fue que empecé a tener más cocodrilos, algunos que compraba y otros que me regalaban, hasta llegar, hoy, a cerca de una cincuentena.
  Acerca del cocodrilo en sí, como animal vivo, no es que me fascine, aunque tampoco me cae mal. Pero los prefiero de madera, de vidrio, de metal, de plástico, de chaquira, de peluche, de papel, etcétera, como los de mi colección,

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