sábado, 15 de marzo de 2014

Los metaleros templarios

Mientras Michoacán sigue convertido en un hell y la situación política de Marcelo Ebrard está cada vez más lejos del heaven (gracias a los problemas en la Línea Dorada del Metro y la falta de concordancia entre trenes y vías), en Texcoco y anexas se vivió lo que podemos llamar Pesadilla en la calle del infierno Región 4.
  Nunca había visto que tantos medios ajenos al rock se interesaran de manera tan profusa por cubrir la interminable serie de suspenso en que se convirtió el incierto destino del festival Hell & Heaven. Ya quisieran el Vive Latino y el Corona Fest tener el rating que tuvo en la tele, la radio y los diarios (para no hablar, but of course, de las inefables redes sociales) el frustrado evento (dicen que la palabra evento no es correcta, pero pues ya la escribí) de las guitarras incendiarias, los sonidos guturales, los gritos agudos, las greñas largas y las chamarras negras con estoperoles. Bastó con que el góber del Edomex apareciera en escena y prohibiera el concierto texcocano, para que ardiera Troya y todo se derrumbara como un castillo de kisses (no lo digo por los chocolates sino por el grupo Kiss que… Bueno, ustedes me entienden).
  La frustración de decenas de miles de posibles espectadores resultó palpable y muchos casi se inmolaron en honor del mérol. Pero lo más patético de todo fue la actitud de los organizadores, quienes siguieron asegurando que el festival se llevaría a cabo contra viento y marea, mientras se iban haciendo ojo de hormiga, hasta esconderse en las cloacas más heavies, con tal de no dar la cara y terminar por vérsela al respetable público.
  Cual bravos metaleros templarios, desafiaron en un principio la orden oficial de “no habrá Hell & Heaven”, para luego convertirse en émulos de las autodefensas michoacanas que en plan sectario se contradecían unos a otros, hasta sumirse en un profundo misterio, sólo comparable a la primera muerte de “El Chayo” o a la súbita aparición de “El Americano” en La Ruana.
  “Welcome to the jungle”, diría lo que queda de Axl Rose.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

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