jueves, 19 de diciembre de 2013

El Centro Cultural Woody Allen

Cuando hace unos años me enteré de la existencia de un centro cultural que llevaba el nombre de mi admiradísimo (podría decir que uno de mis -pocos- ídolos) Woody Allen, lo primero que pensé fue: "estaría poca madre dar un curso ahí alguna vez". Quiso el destino que meses después, el buen Roberto Andrade, director del centro, me buscara (creo que mi amigo Arturo J. Flores me recomendó y le pasó mi teléfono) para proponerme dar un curso y como ya existía el de periodismo de rock, se me ocurrió algo que pensé me rechazaría por jalado de los pelos. El curso de marras se llamaría "Historia crítica del rock mexicano" y la idea era hacer un recorrido crítico a lo largo de los más de cincuenta años que tiene el rock en nuestro país, a fin de descubrir, junto con los alumnos que lo tomaran, en qué momento fue que la puerca torció el rabo y por qué el rock de estas tierras jamás ha podido salir de su etapa infantiloide.
  La propuesta fue aceptada y el 7 de noviembre de 2011 comencé a darlo, con una decena de asistentes. Fueron seis sesiones de dos horas que resultaron muy divertidas y aleccionadoras, gracias a la interacción de los alumnos. El curso sería solicitado un año después por los organizadores del Festival RoCkoauila y a finales de 2012 fui a darlo a la ciudad de Torreón, situación que se repitió en noviembre de 2013, cuando lo di en la capital coahuilense, Saltillo.
  Hace unos meses, di también un cursito sobre cómo hacer crítica de discos, al que asistieron sólo cuatro alumnos. Por alguna razón, la concurrencia en general estaba disminuyendo y era algo preocupante, pero no pensé que las cosas llegaran a tanto como para que el Woody tuviera que dejar sus instalaciones de la calle de Querétaro, en la colonia Roma, cosa que sucedió esta semana.
  Hoy pasé por ahí y estaban desmantelando el mobiliario, aparte de que su librería ofrecía todos los volúmenes (la selección siempre fue inmejorable) a mitad de precio. Me contó Francisco Santos, otro de los dirigentes del lugar, que como tal el Woody Allen no desaparece, sino que sólo deja su sede (esperemos que pronto encuentre otra) y que verán la manera de continuar con su labor en 2014.
  Yo les deseó lo mejor de lo mejor, saben que cuentan conmigo y espero que muy pronto haya nuevas y muy buenas noticias sobre este C.C. Woody Allen de tantos tan querido.

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