sábado, 21 de septiembre de 2013

Ideología mata reflexión

… o lo que es lo mismo: cuánto embrutecedor fanatismo, cuánta repetitiva consigna, cuánto elemental maniqueísmo, cuanta burda y grosera simpleza ideológica convertida en una serie limitada de mantras repetidos ad nauseam.
  Quienes en México tienen como vocación y/o profesión a la protesta callejera reinciden desde hace décadas en los mismos métodos, las mismas frases hechas, los mismos gritos, las mismas actitudes que se vienen utilizando desde hace cuarenta y cinco años. No hay imaginación, no hay inventiva, tampoco la gana de idear una nueva narrativa más efectiva y más creativa para protestar. Del “lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar” a “El pueblo unido jamás será vencido”, de las pancartas que aún emplean imágenes del Che Guevara y de Josep Stalin al catecismo seudo marxista tomado de los textos de Martha Harnecker, del puño en alto a la actitud hierática –y así hasta el infinito–, todo es siempre igual. Las únicas diferencias entre las protestas de hoy y las de hace diez, veinte, treinta o más años es la existencia de las redes sociales y de los anarcopunks, pero hasta estos factores ya resultan repetidos y previsibles. Con la cómoda ventaja actual de que los manifestantes saben que no serán reprimidos en serio y que los pocos detenidos que pueda haber abandonarán el ministerio público en pocos días o hasta en pocas horas.
  Atrapada dentro de una nebulosa ideológica que contiene elementos leninistas, castristas, guevaristas, luciocabañistas, bakunistas y maoístas, todo ello revuelto con el nacionalismo revolucionario de origen priista que profesan los pejaadictos, la llamada izquierda mexicana se niega a la reflexión y al debate, al diálogo y a la negociación, y lo apuesta todo a la toma de las calles. Los pocos que entienden que es por las vías de la política por donde se puede avanzar efectivamente, ellos son tildados de vendidos y traidores.
  La ideología mata a la reflexión. El prejuicio y la consigna matan a la actitud democrática. Pero ahí seguirán estos progres sin remedio. Sencillamente no van a cambiar. Así es nuestra izquierda reaccionaria… y así será.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

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