miércoles, 31 de julio de 2013

El amor en los tiempos del cólera

Al fin terminé de leer esta larga y hermosa novela. Debo decir que me gustó mucho y me involucré intensamente en ella. La historia de amor de más de medio siglo entre Fermina Daza y Florentino Ariza está escrita con una sutileza y a la vez con una exuberancia literaria que conmueve y emociona. Gabriel García Márquez no alcanza aquí quizá las alturas inconmensurables a las que llegó con Cien años de soledad, su obra maestra, pero sí mantiene un altísimo nivel narrativo, con giros sorprendentes, cambios de tiempo magníficos y espléndidas frases que aparecen de pronto, con una brillantez deslumbrante. Forma y fondo se conjugan a la perfección en esta saga amorosa situada en ambientes tropicales llenos de colorido y de un humor suave que en diversas ocasiones nos trae la sonrisa espontánea y en otras la más franca risa.
  A la vez tierna y dura, amena e intensa, divertida y profunda, la novela nos lleva de la mano a lo largo de seis décadas en las que aparece y desaparece una multitud de personajes entrañables, en especial algunas de las muchas amantes del peculiarísimo Florentino.
  No sé si El amor en los tiempos del cólera se inscriba dentro del realismo mágico, pero eso es lo de menos. Lo importante es que se trata de un relato muy bello, pero que jamás cae en la cursilería; un texto riquísimo en su lenguaje y en sus atmósferas, contado con una alegría y una ironía deliciosas.
  Francamente la disfruté.

martes, 30 de julio de 2013

Iris Bringas: quinceañera progresiva

Iris Bringas cumple sus primeros quince años como cantante, compositora, arreglista y productora y lo hace con la aparición de su disco Marte en cero, editado de manera independiente, en el que se sumerge en un peculiar rock progresivo, acompañada por un grupo de talentosos músicos (Alex Fernández Figueroa, violín; Jonathan Villafuerte, cello; Mario Cortés García, contrabajo; Mario Chánez, batería; Ernesto Guerrero, piano y Jehová Villa, guitarras).
  Digo que su sonido es el de un progresivo singular, porque no es exactamente como si estuviéramos escuchando a un clon de Yes, King Crimson, Genesis, Premiata Forneria Marconi o Chac Mool. La música de Bringas y amigos que la acompañan remite a ese género, pero lo hace desde una perspectiva muy mexicana y abreva también de otras fuentes musicales: el jazz, el avant-garde, el dream pop, el rock clásico y de pronto hasta la llamada nueva canción latinoamericana.
  Marte en cero es un álbum literalmente conceptual, ya que forma parte de un espectáculo multimedia llamado Marte en cero, la última rebelión de los hombres, en el que se narra una historia futurista y de ficción científica en la que, a decir de la autora, “no sólo se habla de la conciencia, sino de los ciclos por los que ha atravesado la civilización, del miedo, de la protección a la infancia y del amor protector, el origen, el que nos hace volver y el que nos permite trascender a través de nuestra propia genética”.
  Como en toda buena obra progresiva, la música del disco es variada en sus armonías y cambiante en sus ritmos, con instrumentaciones virtuosas y brillantes. Sin embargo, lo que predomina es la estupenda y colorida voz de Iris Bringas, quien va narrando los diferentes pasajes de la historia de manera intensa y conmovedora. Se trata de un trabajo inteligente, sensible, profundo; una obra muy disfrutable y recomendable.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 29 de julio de 2013

Carlos Chávez sobre la crítica

Apasionado como soy con el tema de la crítica, me topé con el siguiente texto del gran músico y compositor mexicano Carlos Chávez, publicado en 1925 y que por supuesto suscribo en cada palabra:

“Todos estamos de acuerdo en reconocer como excepcionales las características musicales de México, pero siempre ha faltado, al mismo tiempo que reconocer en pro, darse cuenta exacta de lo que tenemos en contra y de nuestras deficiencias. Los pocos críticos musicales que hay y ha habido han tenido siempre la mira de hacer crítica constructiva, pero ha sido tan constructiva que se ha establecido un sistema de alabarlo todo. Eso ha dado por resultado que todos los que están muy equivocados, poco equivocados o nada equivocados se sientan por igual en el mismo plano de mérito. Es preciso que se comprenda que en estos momentos la crítica tiene que comenzar por destruir. Es preciso sembrar la inquietud, es preciso que cada persona tenga conciencia en sí misma y no viva en una indolente seguridad".

domingo, 28 de julio de 2013

Los 68 de Sergio

El día de hoy mi hermano Sergio hubiera cumplido sesenta y ocho años de edad. Por desgracia ya no está físicamente entre nosotros, aunque lo sigo sintiendo muy presente y cercano todos los días. Diario lo recuerdo y cada día lo tengo presente. Hace rato vi a mi mamá y hablamos de él. Vaya un recuerdo lleno de amor para Serge con esta hermosa foto de 1956, en la que yo tenía cerca de dos años y él cerca de doce.

sábado, 27 de julio de 2013

Un tipo arrogante, intolerante, autoritario

Constantemente me cuestionan por qué hablo siempre mal de él. Dicen que no matizo, que me dejo llevar por las entrañas, por un rencor que va más allá de la razón y la inteligencia, que el mío es un odio gratuito y que seguramente me pagan por externar ese aborrecimiento.
  Debo aclarar que no es así y que aun cuando tengo motivos fuertes y profundos para detestarlo, no lo hago. Si lo critico es porque creo tener fundamentos y porque pienso que se trata de un fantoche, de alguien que se hace pasar por quien no es, un sujeto arrogante, altanero, envarado, obtuso, un presuntuoso que ha hecho de sus farsas un modus vivendi y que lejos de unir divide, provoca inquina, habla con medias verdades y hasta con mentiras y no es capaz de ejercer la menor autocrítica. En cambio, culpa a otros de los males que él mismo provoca, acusa a sus contrarios y sobre todo a los medios, los cuales –según él– están confabulados en su contra, comprados por un enemigo que complota desde la oscuridad.
  Que el tipo me resulta repelente, es cierto. Que en algún momento llegué a respetarlo y admirarlo por ciertos logros, es verdad también. Pero ya no. Desde hace tiempo me di cuenta de sus intentos por manipular, por tratar de ser siempre el número uno, aun a costa de sacrificar a varios de sus más cercanos.
  Me asusta que el destino de México pueda quedar en sus manos. Sabemos que en ocasiones ha estado muy cerca de llevarse la victoria, pero al final todo para él ha sido derrota tras derrota y eso tal vez sea lo mejor, pues se trata de un individuo más bien nefasto y el triunfo lo convertiría en alguien todavía peor: más soberbio y hasta dictatorial. Porque es un tipo autoritario, sin duda alguna, e intolerante a más no poder, a pesar de su notoria incapacidad y de que sus ideas supuestamente avanzadas son en realidad retrógradas y sólo podrían llevarnos a la ruina.
  Por esos y otros motivos más es que no creo que José Manuel Chepo de la Torre deba seguir dirigiendo a la selección mexicana de futbol. Podríamos quedar fuera del próximo Mundial y yo no quiero eso.

viernes, 26 de julio de 2013

Un buen bateador

Hacía un frío del carajo. Roberto caminaba en círculos por la solitaria unidad habitacional, sin perder de vista el edificio que atento vigilaba. Llevaba las manos sumidas en los bolsillos de su gruesa y enorme chamarra verde, casi un abrigo, deslavada por el tiempo y no por la moda imperante. No podía dejar de mirar las ventanas iluminadas del cuarto piso, desde donde surgían risas divertidas que para él eran como agujas que se incrustaban en su cerebro. Mientras arrojaba nubes de vapor por la boca y la nariz, recordó que cerca de ocho años atrás había pasado por una situación semejante, una desesperación idéntica ante los obstáculos que le oponía una realidad cada vez más hostil. Aquella vez había fallado por partida triple, ya que el destino jugó con él de manera cruel aunque paradójica. Sin embargo, en esta ocasión sería diferente. No habría precauciones, no habría concesiones. Iría directo a su objetivo sin pensar en las consecuencias. Era antes que nada una cuestión de principios y como tal la asumiría. Cierto, se sentía nervioso. Hay circunstancias que a los cuarenta y siete años de edad se vuelven difíciles de afrontar y ésta era sin duda una de ellas.
  Las risas volvieron a hacerse presentes en sus oídos y su conciencia. Reconoció la voz y un escalofrío más extremo que el cierzo de la madrugada lo recorrió de la cabeza a los pies. Era la voz, su voz, la voz de la mujer que amaba y que después de tres largos años de zozobra lo despreciaba con una saña que era como sal cruda esparcida en una herida que se negaba a cerrar, a pesar de tantos y tantos intentos por curarla. Y era también su risa, aquella risa que él tan bien conocía y que habían compartido tantas veces en un pasado que parecía remontarse a eras anteriores al diluvio universal, a pesar de que hacía tan sólo unos meses llevaban aún una relación medianamente aceptable.
  Amaba su risa. Era como la de una niña. Fresca, sonora, contagiosa. Su risa. Luego escuchó la otra risa, grave y un tanto oligofrénica -al menos así le pareció a Roberto-, la risa del tipo que más aborrecía en el mundo y contra quien dirigía un rencor que lo rebasaba por completo. El odio volvió a invadirlo y a inyectarle ánimos suficientes para no abandonar su misión. Respiró hondo. Tenía que mantener el mayor control posible y evitar que los nervios, de por sí intensos, lo traicionaran y echaran todo a perder. A su mente acudió entonces un pensamiento. ¿Cómo era que si hacía tanto frío ellos tenían las ventanas abiertas? Porque los demás apartamentos permanecían cerrados y a oscuras. Eran las tres y media de la mañana. En fin, qué importaba.
  De pronto, un ruido a sus espaldas lo hizo estremecer. Miró de reojo y vio a un hombre que se acercaba con paso rápido. No le gustó aquella presencia. Parecía un tipo de clase media, seguramente inquilino de alguna de las horrendas edificaciones que daban la impresión de haber sido construidas con cartón y engrudo de tan frágiles que se veían. Temió que el sujeto sospechara de él y que al llegar a su casa llamara a la policía. Maldijo para sus adentros y trató de mostrarse tranquilo, como quien pasea muy quitado de la pena, a tales horas de la noche, por aquellos parajes de cemento al aire libre. El extraño vestía un traje lustroso de color claro y llevaba la corbata aflojada. Resultaba claro que iba a pasar a su lado y Roberto se quedó inmóvil.
  -Buenas noches, vecino -farfulló el otro y siguió su camino sin detenerse, como quien lleva gran prisa por arribar a su hogar.
  El hombre iba borracho. Lo delató su voz mal articulada y la forma como trastabilló y estuvo a punto de caer un poco más adelante. Pronto se perdió de vista y Roberto recobró cierta calma, la necesaria para mantenerse firme en su plan.
  Cerca de una hora tuvo que transcurrir antes de que las risas cesaran y los indicios de que su rival por fin saldría a la calle se volvieran tangibles. Desde su lugar, vio las siluetas de la pareja que se abrazaba y se besaba en actitud de despedida. El resentimiento se acrecentó. No soportaba que él la tocara siquiera, mucho menos que la estrechara en sus brazos y mancillara sacrílegamente sus labios. En seguida creyó percibir las palabras "te llamo mañana", pronunciadas por su enemigo.
  -Para ti no habrá mañana -dijo en voz baja, en un tono que lo hizo imaginarse como villano de algún filme de suspenso y sentirse ligeramente ridículo. No obstante, lo que pretendía hacer nada tenía de ridículo. Era algo grave, muy grave. Sin perder un segundo, se alejó del edificio y se acercó al Jetta azul cobalto estacionado a unos metros, sobre la solitaria Avenida Central. Ahí lo esperaría, ahí lo enfrentaría.
  Pasaron un par de minutos sin que el otro apareciera en la entrada del inmueble y Roberto temió que se hubiera arrepentido y hubiese regresado al departamento. No fue así. Un individuo joven, de unos veintiocho años, surgió de pronto y se encaminó hacia el auto gris. Al reconocer al de la chamarra verde se desconcertó, pero luego de una leve duda mantuvo la misma zancada. Roberto lo miró y volvió a estremecerse. La diferencia de edades era notoria, pero había cosas en común entre ambos. Los dos usaban anteojos, los dos tenían sobrepeso, los dos eran incapaces de ocultar la inseguridad que los hacía verse como seres apocados. Se conocían, se habían visto más de una vez, sabían quién era el otro y la rivalidad que mantenían, aunque jamás habían cruzado una sola palabra. Aquella sería su primera y última conversación.
  -¿Qué haces aquí? -preguntó Luciano, al mismo tiempo contrariado y titubeante.
  -Vine a arreglar esto de una vez por todas -respondió Roberto, con una sequedad casi histriónica que él mismo no esperaba. Seguía metido en aquella película inexistente en la cual interpretaba un papel contradictorio.
  -¿Arreglar qué carajos?
  -Tú lo sabes, no te hagas pendejo.
  -Si te refieres a Montserrat, no hay cosa alguna que arreglar. Ella es mía y a ti no te soporta.
  Las palabras sonaron duras y burlonas, algo que enardeció a Roberto, cuyo rostro empezó a arderle al enrojecer de ira. En forma instintiva, llevó su mano derecha al interior de la chamarra y pudo sentir la sólida estructura de madera del bate de beisbol que llevaba oculto.
  -Bien sabes que en el fondo me sigue amando. Tú no eres más que un pinche amorío pasajero.
  -Ah, ¿sí? No me digas.
  Con ademán de desprecio, Luciano trató de llegar a la portezuela del coche, pero el otro se interpuso y no lo dejó acercarse.
  -Hazte a un lado, cabrón. No me obligues a...
  -¿A qué?
  Roberto miraba a su contrincante con aire retador y no se movió un centímetro.
  -Güey, eres mucho más viejo que yo, mucho menos fuerte -dijo Luciano con una mueca que quiso ser irónica.
  -Eso está por verse.
  Al comprobar que el cuarentón no se quitaba, el veinteañero lo empujó por sorpresa. Humberto dio varios pasos atrás y estuvo a punto de irse de espaldas contra el pavimento. Sin embargo, logró guardar el equilibrio. El joven intentó aprovechar el momento para abrir el carro, pero su nerviosismo era tal que no atinaba a meter la llave en la cerradura.
  -¡Me carga la chingada!
  Fue la última frase coherente que alcanzó a decir antes de recibir el primer impacto en la base de la espalda y sentir que su cuerpo crujía al doblarse de dolor. Sus rodillas chocaron contra el suelo y trató de mirar a su agresor, pero un nuevo golpe, brutal, despiadado, le hizo añicos las gafas sobre la cara y le destrozó la nariz.
  Roberto blandía el bate con las manos crispadas, en una grotesca posición de beisbolista en espera del siguiente lanzamiento. Miraba el rostro sangrante de aquel infortunado, pero lejos de arrepentirse y sentir piedad, su sed de venganza se agudizó hasta el paroxismo.
  Luciano llevó las manos a su cara fracturada, empapada de rojo. No podía hablar, mucho menos gritar. La viscosa hemoglobina lo ahogaba y sólo profería ruidos guturales mientras se revolvía en el asfalto. El atacante lanzó un batazo de grandes ligas que se estrelló en el pecho desprotegido y otros más en las piernas y en los brazos y en todas partes, hasta culminar con una serie de brutales golpes que rompieron cada hueso del desventurado cráneo. En cada swing, el bate zumbaba contra el viento y producía un sonido agudo que se transformaba en un batacazo sin reververaciones al dar contra aquel cuerpo cada vez más informe.
  Por fin se detuvo. Respiraba agitado, agotado. Su víctima no se movía, derribada a un lado del automóvil salpicado de manchas escarlatas. Nadie lo había visto cometer el violento asesinato. Era como si en el mundo todos durmieran y él fuese la única persona despierta. Sintió dolor en sus manos aferradas al fálico instrumento de muerte y por alguna causa inexplicable recordó que muy cerca de ahí se encontraban las instalaciones de una liga de beisbol infantil.
  -Hubiera sido un buen bateador -se dijo con gesto grave, al tiempo que huía de la escena del crimen.

jueves, 25 de julio de 2013

Ah..., París...

Esto quisiera hacer, aunque en este momento no sabría exactamente con quién (no porque me falten candidatas, más bien porque me sobran).

miércoles, 24 de julio de 2013

Ecos de la fiesta moscosa

Un martes intenso el de ayer y que incluyó a buena parte de la madrugada de hoy. No relataré lo que hice a lo largo del día, sino ya en la noche, cuando a partir de las ocho  se inició la conferencia de prensa que dio lugar después a la gran fiesta de presentación de la nueva Mosca.
  La conferencia estuvo concurridísima, en verdad me sorprendió la cantidad de medios que acudió. Eran como cien personas entre reporteros y fotógrafos. Conmigo en el podio estuvieron mis queridos amigos y colaboradores moscosos Fedro Carlos Guillén y Salvador Mendiola y el diálogo con los periodistas, la mayoría gente muy joven, fue bueno y fluido. Al final, los flashazos para la foto del recuerdo fueron muy impresionantes.
 A partir de las nueve se empezó a dar paso a los invitados… y a todo aquel que quisiera entrar. Aquello empezó a poblarse rápidamente y para las diez de la noche el lugar ya estaba repleto. Mínimo había unas cuatrocientas personas a la hora en que la guapa y simpática Sofía Niño de Rivera subió a dar su rutina de stand up comedy, misma que sirvió como inicio de la celebración. No sé si el público no entendió de qué se trataba, pero como que no hubo mucha interacción entre Sofía y la gente. En seguida, subí yo a decir unas brevísimas palabras (no me acuerdo ni qué dije) y a dar paso a la música que inició con Belafonte Sensacional, un grupo que en lo personal me gusta mucho y que lo hizo muy bien. A mitad de su actuación, me invitaron a subir con ellos para cantar mi canción “Todo volverá” que sonó padre y creo que gustó bastante. Más adelante vendrían el grupo chileno Angelo Pierattini y los Estrambóticos.
  El festejo duró hasta horas de la madrugada (yo me fui a las tres y aún había mucha gente). En total, con los ires y venires de personas, deben haber asistido unas seiscientas. Gran ambiente, todos se divirtieron de lo lindo y creo que fue todo un éxito (ya hasta nos piden que hagamos otra).
  En el constante ir y venir de gente, pude saludar a muchísimos amigos y amigas, pero conversar con muy pocos. Seguro se me irán algunos nombres pero entre los presentes estuvieron los fundadores, conmigo, de la primera Mosca: Karem Martínez y Fernando Rivera Calderón, más también queridas presencias como las de María José Cortés, Denisse, Eduardo Limón, Adolfo Cantú y dos de sus hijas, Talía Chavira y su marido, Tatiana Maillard, Surya Lecona, Liza Ambrossio, Verónica Maza Bustamante, Letto, Rafael Tonatiuh, José Luis Martínez, Dulce Chiang, Pamela RM, Andrea Bravo Paz, Paola Benítez, Shanick Barker, Alejandro Otaola, Nancy Zamora, Nicole Barandiarán, Mónica Isabel Pérez, Cecilia Velasco, Óscar Ocampo, Ricardo Maraveles, Neldy San Martín, América Pacheco, Tacho, Ana Laura Santos, Aura Lowry, Karina Vargas, Guillermo Guerrero, Antonio Ledezma, Lupita Rosas, Tania Granados, Lissy Alanís, Elyzabet BJ, Arturo Flores, Soraya Villanueva, Fernanda Estrada, Alejandro Arizmendi, Montserrat Fuentes, Graciela Contreras, Luis Álvarez, Míriam Canales, Gennis Flores, Maya Mazariegos, Yalos Méndez, Mónica Samantha y su novio Javier, Daniela Guerrero, Hachi Juárez, Ricardo Sandoval, Ricardo Rivera, Karen Sainz, Eduardo Salgado, Alejandra Reyes, Alina Poulain, Elías Pimentel, Adrián Pastrana, Vicente Jáuregui, todos los de Belafonte Sensacional (Belafonte Ramírez, Israel Misroux, Julio Cárdenas, Dulce Jerez, Alejandro Escalante, Mabel Jiménez, Alejandro Guerrero y Néstor Varela), Pinocho de los Estrambóticos, mis compañeros de Bulbo Estudio (Yeisuán Valenzuela, Norberto Cacciamani y alguien más) y mis familiares: Gustavo García Arróyave y su novia Indiana, su hijo Gus con su novia, mi hermana Myrna, mi sobrina Leyla y por supuesto mi hijo Alain (responsable en mucho de la organización y el éxito de la fiesta) y su inseparable y preciosa compañera, mi nuera Hallet.
  En síntesis, una gran fiesta.

martes, 23 de julio de 2013

El blues insólito de David Lynch

Angelo Badalamenti es el músico de cabecera de David Lynch y quien ha musicalizado la mayor parte de sus películas. No obstante, siempre lo ha hecho bajo las directrices del propio Lynch y los gustos de éste por la llamada música de raíces (roots music), muy especialmente el folk, y, sobre todo, el blues.
  En 2011, el realizador de Wild at Heart y Mulholland Drive sorprendió de alguna manera al mundo con la realización de su primer álbum como solista. Fue una sorpresa porque muchos tenían catalogado a Lynch únicamente como director cinematográfico y desconocían sus habilidades como músico. Crazy Clown Time se llamó aquel disco que hoy da paso al segundo larga duración del cineasta: The Big Dream (Sacred Bones).
  No estamos sin embargo ante un álbum de blues en sentido estricto. Lynch ha tomado las bases del género para filtrarlas a través de los recursos que da el estudio de grabación y transformar a sus composiciones en algo que podríamos denominar como blues futurista. Instrumentos procesados, guitarras con reverb, cajas de ritmos y otros elementos fueron empleados para crear atmósferas oscuras, pasajes inquietantes, texturas desconcertantes: algo así como el equivalente en música de los filmes del realizador.
  De igual manera, dado que resulta claro que a sus sesenta y siete años Lynch no posee una gran voz, ésta fue trabajada en los micrófonos por medio de auto tune, vocoder, ecos y otros efectos.
  Antecedentes de un disco como The Big Dream sólo los encuentro en algunos álbumes de R.L. Burnside o en el tema “Pablo’s Blues” del grupo belga Gare du Nord. Esa mezcla de blues con electrónica, pero con énfasis en el género primigenio está presente todo el tiempo en temas extraordinarios como “Cold Wind Blowin’”, la homónima “The Big Dream”, el cover de “The Ballad of Hollis Brown” de Bob Dylan, “Sun Can’t Be Seen No More” y la final y espléndida “Are You Sure”.
  Más que una mera curiosidad, The Big Dream de David Lynch es una obra estupenda, un disco que en verdad vale la pena, una experiencia tan turbadora y escalofriante como las películas del estadounidense.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 22 de julio de 2013

Segundo ensayo con Belafonte

El primero fue el sábado pasado, con toda la banda Belafonte Sensacional (ocho músicos), para poner mi canción "Todo volverá" que mañana martes tocaremos durante la fiesta de celebración por el regreso de la Mosca. La verdad es que el arreglo que le hicieron los Israeles quedó muy bonito y se oye muy padre con la voz coral de Luz, más el clarinete, la armónica y el trombón. Lo que era una canción que parecía de iglesia o para el festival OTI quedó convertida en una pieza festiva y muy divertida. La pasé muy bien con todos ellos, grandes personas. De regreso, me vine una parte del trayecto en el metro con Mabel, la clarinetista. Muy linda, me cayó muy bien.

domingo, 21 de julio de 2013

Sobre gatos y perros


"Hay personas de gato y hombres de perro...[] Del perro se espera el impulso de abrir la puerta y salir a la conquista del mundo...[]...el gato invita a quedarse en casa... no se trata de adormecerse, sino al contrario, de meditar... Si el gato desprecia la agitación inútil, no es por pereza, sino por sabiduría".

Michel Tournier 

sábado, 20 de julio de 2013

Fox, ese histrión necesario

Yo no sé por qué mucha gente se desgarra las vestiduras ante las más recientes declaraciones del ex presidente Vicente Fox Quezada. Me refiero a las que hizo en el programa Tragaluz que tan bien conduce nuestro incisivo compañero Fernando del Collado, en MILENIO Tv. Hay demasiados indignados que se toman las cosas tan en serio que caen en el más absurdo de los ridículos. Es el caso del cabildo de la ciudad de Oaxaca que declaró como persona non grata al buen Chente, nada más porque éste se aventó la puntada de decir que ha sido el mejor presidente de México, “incluido Benito Juárez”. O sea, ¿quién que no sea acartonado y solemne puede molestarse con eso? Es como cuando hace mil años el Loco Valdés dijo aquello de Bomberito Juárez que le costó salir por un buen rato de la tele. Por fortuna, ya no estamos en aquellos tiempos de adoración fanática y religiosa a los “héroes que nos dieron Patria” y a sus estatuas broncíneas.
  Tenemos que entender que Vicente Fox es una figura necesarísima en el ámbito de la política mexicana. Ahora que hasta el antes jocoso Gerardo Fernández Noroña se ha vuelto tan seriecito y que de Pancho Cachondo ya nada se sabe, sólo nos queda el esposo de Martita Sahagún como un valioso patrimonio de la nación, como un bien al que debemos cuidar, a fin de que nos siga divirtiendo y entreteniendo con sus geniales ocurrencias. Digo, tampoco tenemos ya a guionistas como Mauricio Kleiff y la gran mayoría de los cómicos actuales son más bien lamentables. Por ende, Vicente Fox es nuestro único histrión verdaderamente acucioso y efectivo, dueño de un timing perfecto. Dejémoslo que hable de la mota o de Benito Juárez. El hombre es un personajazo y todo lo que dice sirve para airear las enmohecidas habitaciones en las que se desarrolla la polaca nacional. ¿O prefieren ver todos los días a cuates como Gustavo Madero y Jesús Zambrano, tan hieráticos y tan graves en sus declaraciones y hasta en su lenguaje corporal?
  Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. No perdamos a Chente Fox.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 19 de julio de 2013

Grandes acostones

A mucha gente cercana a mí, le he contado la manera como mi suerte con las mujeres cambió para bien (para muy bien) a partir de 2007 y de las causas -algunas de ellas ciertamente esotéricas- que creo que motivaron eso. Sin embargo, hoy me topé con un correo de una amiga, fechado el 4 de enero de ese año, y en el que con motivo de Año Nuevo, me desea muy originales parabienes. He aquí el breve mensaje:


"Querido Hugo:

"Próspero año nuevo, feliz 2007. Te deseo grandes acostones y muchas y nuevas amigas amantes que no te armen dramas y se sientan en cambio muy felices con el bello contrato de querer y amar sin ataduras.

(por mi parte espero lo mismo)".

Por caballerosidad no revelo el nombre de esa amiga, a quien hace muchos años le perdí la pista, pero no deja de ser sorprendente para mí lo certeros que resultaron sus buenos deseos... ¿o tendrían éstos algo que ver?

jueves, 18 de julio de 2013

La Mosca y yo: Karem Martínez

Una idea. Un proyecto en un papel. Una reunión. Otra. Dos amigos. Un hombre y una mujer planeando el nacimiento de un hijo. Se unen dos padrinos. Nos aburre el primero. Lo mandamos al carajo. Varias batallas. Risas, esfuerzo y mucha terquedad. Nace. Vuela corto pero intenso. Su personalidad es única. Cada una de sus plumas también (¡y eso que es mosca!). Renace. Revoluciona el circuito. Marca pautas. La siguen. Pasan diez años, en esencia es la misma, su imagen ha cambiado. La veo crecida, madura. Sabe lo que quiere, es caprichosa, es mi hija, y aunque soy una madre abandonadora, es un orgullo contemplar su vuelo…

Karem Martínez

(Publicado originalmente en La Mosca No. 82, febrero de 2004, número del décimo aniversario moscoso).

miércoles, 17 de julio de 2013

Iggy Pop: ¿listo para morir?

La imagen no puede ser más elocuente. Iggy Pop aparece solitario, a sus sesenta y siete años, en una foto en blanco y negro, justo en el centro de una mira telescópica que le apunta. Su mirada es desafiante y ruda, áspera y al mismo tiempo resignada. Tiene el dorso desnudo (por supuesto) y a la cintura lleva atados varios cartuchos de explosivos. Es obvio que se encuentra listo para morir. Ready to Die, como el título de su más reciente álbum (Fat Possum, 2013) y apenas el quinto de Iggy con los Chiflados en cuarenta años.
  ¿Qué quiso demostrar Pop con esa portada? ¿Qué no sólo no le tiene miedo a la muerte, sino que se siente inmortal y capaz de desafiarla o, por el contrario, es su forma de enseñar que se encuentra resignado ante lo inevitable? Es posible que se trate de ambas cosas, si atendemos a las letras de las diez canciones que conforman al disco.
  Nos encontramos ante una obra potente y poderosa. Ello se debe no sólo a la propia personalidad de Iggy Pop, sino también a los músicos que lo acompañan: Mike Watt en el bajo, Scott Asheton en la batería y, muy especialmente, James Williamson en la guitarra. Con estos tres chiflados, la música alcanza momentos de gran fuerza, aunque también se dan otros de conmovedora reflexión.
  Remarco la presencia de James Williamson por varios motivos. Williamson es el guitarrista en el álbum Raw Power de 1973, considerado por muchos como la obra maestra de Iggy & the Stooges. Poco después de la aparición del disco, decidió abandonar no sólo al grupo, sino también a su guitarra y a su papel como músico de rock, para dedicarse de lleno a su otra pasión: la ingeniería de sonido, aunque también trabajó durante tres décadas como ejecutivo en Sony. Su lugar fue ocupado en aquel entonces por Ron Asheton, quien había sido el guitarrista principal de la agrupación en sus dos primeros álbumes y quien volvió a serlo hasta su muerte, acontecida en 2009.
  Para la grabación de Ready to Die, Pop convenció a Williamson de regresar y no sólo lo hizo como encargado de la guitarra, sino que se convirtió en productor del disco y le otorgó un sonido al mismo tiempo crudo y elegante (crudo en los temas más rocanroleros y elegante en las dos preciosas y conmovedoras baladas que contiene).
  El retorno de James Williamson no significa que Ready to Die sea una continuación de Raw Power. Si bien hay vasos comunicantes entre ambos trabajos, la distancia de cuarenta años le otorga muchas diferencias, lo cual resulta notorio en la producción y las mezclas. El nuevo álbum posee la fuerza interpretativa de su viejo antecesor, pero con la perspectiva que da el paso del tiempo. No sé si sea un disco más sabio pero sí es más reflexivo, aunque sin perder su filo nihilista y provocador.
  Listo para morir inicia con “Burn”, un clásico rock duro à la Iggy Pop. Ritmo agresivo e intenso, marcado por el seco beat de la batería y el rasposo riff de la guitarra que en los puentes muestra el intocado talento de James Williamson, mientras Pop repite una y otra vez “Burn, burn!”.
  “Sex and Money” es un corte más elaborado, con un sax de sonido áspero que aparece de pronto para marcar el ritmo y de pronto para solear brevemente. “Job” es un sensacional rock de garage en el que Iggy hace sonar su voz rasposa y cascada, con esa ironía de la que sólo es capaz, en tanto “Gun” es otra pieza en la que la guitarra de Williamson marca la pauta para que Pop cante y los coros le respondan de manera jocosa, mostrando lo divertidos que se sintieron los Stooges al realizar este disco. No puede creerse que sus cuatro integrantes estén cerca de convertirse en septuagenarios.
  “Unfriendly World” es la balada que cierra la primera mitad del álbum, una hermosa balada casi campirana con guitarras acústicas, en la cual Iggy Pop se escucha más sereno y hace recordar a Leonard Cohen, mientras repasa los inconvenientes de vivir en un mundo tan poco amigable como el que nos tocó vivir.
  El plato de escasos treinta y cinco minutos de duración prosigue con la homónima “Ready to Die”, la lujuriosa “Dd’s” (una oda a los pechos grandes), la rocanrolera “Dirty Deal”, la más pausada “Beat the Guy”y la concluyente y hermosísima “The Departed”, en la que Pop parece encontrarse con Johnny Cash y hasta con el David Bowie de “Where Are We Now?”, mientras canta “This night life is just a death trip”, en una canción dedicada a la memoria de Ron Asheton (incluida una bella referencia a “I Wanna Be Your Dog” al final del tema).
  No sé si Iggy Pop y sus chiflados se encuentren listos para morir. De lo que no me cabe duda es de que, a sus sesenta y tantos años, siguen rocanroleando como los más vitales adolescentes.

(Publicado el pasado miércoles 12 de julio en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).

martes, 16 de julio de 2013

El garage y la corte de los milagros

Si usted quiere conocer la realidad del rock que se hace en México, la verdad cruda y sin maquillaje del mismo, no acuda a los grupos y solistas que graban para disqueras, realizan videos de alto presupuesto o aparecen en los medios. Olvide a los grandes nombres (es un decir) y mire hacia abajo, a la zona oscura, al drenaje profundo (es metáfora, no offense) del rockcito que se maquila en nuestro país.
  No le pido que se dirija a la periferia y se meta a los hoyos fonkis (¿todavía existen?), tampoco que emprenda una búsqueda exhaustiva y desgastante por antros de mala muerte. En realidad, no necesita hacer mayor esfuerzo que entrar a YouTube y buscar un canal llamado El Garage. Ahí encontrará el mejor (o el peor, según lo quiera usted ver) muestrario de lo que es en realidad el rock nacional, lejos de los reflectores, lejos de MTV, lejos de Reactor y Radio Ibero.
  Ahora, antes de comenzar a ver a los cientos de grupos y solistas que ahí se presentan (en un escenario frío y deprimente que simula ser, precisamente, una cochera), decida si los verá con ánimo analítico y serio o si elegirá una perspectiva humorística y capaz de disfrutar del kitsch más brutal y delirante. En el primer caso, nos tememos que pueda sufrir una depresión que lo lleve a pensar incluso en el suicidio; en el segundo, le aseguramos horas de sana diversión, eficaz esparcimiento, fascinación extrema y estruendosas carcajadas.
  Porque he ahí el nivel real en que se encuentra ese rockcito de todos tan temido, con músicos (digámoslo así) que demuestran una miseria artística conmovedora, una presencia escénica aterrada (como bien dice mi querido amigo Andrés Soto, el denominador común de casi todos ellos es que tocan como si lo hicieran con miedo, inseguros, tensos, espantados) y unas voces cantantes en verdad inenarrables.
  Si para muestra basta un botón, busque tan sólo al grupo llamado The Drágulas y tendrá ahí el resumen de todo lo aquí dicho. Pero hay más, muchos más.
  El Garage: la corte de los milagros del rockcito hecho en México.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" en la sección ¡hey! de Milenio Diario)

domingo, 14 de julio de 2013

Ellas se van

El paisaje se mira desolado
no de su lado
sí de mi lado
sombras lejanas
sombras cercanas
lo que hace diez soles y diez lunas era celeste
en un tronar de dedos se hizo marrón
un tronar de dedos simultáneo
inesperado
que me tomó por sorpresa y no me permitió
la menor
la minima
                la más pequeña posibilidad de reacción
ellas se van
lejos de aquí
cada una por su lado
sin saber que la otra hará lo mismo
muy pronto
en breve
casi ya
casi
ya
se alejan
como si se hubiesen puesto de acuerdo
pero no
no se conocen
no saben la una de la otra
no sospechan que un lazo las une
que dos hilos brotan desde mi pecho
en vano afán de alcanzarlas
de atarlas
de inmovilizarlas
para que no se vayan
para que permanezcan
cerca
próximas
                  (ridículo afán el mío)
ellas se van
de cualquier modo
cada una por su parte
a lejanos confines
occidentales
pacíficos
doble golpe
sonoro
contundente
fui tomado por sorpresa
en menos de lo que el sol da su rondín completo
su rondín redondo
                                inexorable
ellas se van
y yo me quedo
aturdido
desencajado
impotente
dos seres en busca de un horizonte
al que no podré acercarme
al que nunca llegaré
                                 vedado
ellas se van
                      hasta cuándo

sábado, 13 de julio de 2013

AMLO y Mancera: ¡out en primera!

Bien dijo don Jesús Reyes Heroles que en política el fondo es forma. Como de igual modo dijo Fidel Velázquez que el que se mueve no sale en la foto. Frases de viejos lobos de la política mexicana que se aplican perfectamente a lo que se vio y se vivió el pasado miércoles, durante un partido de beisbol amateur en una cancha del Deportivo de la Alianza de Tranviarios.
  No fue un partido más, como los que cada semana se juegan ahí, y no lo fue debido a la presencia de dos jugadores de primera importancia, no tal vez beisbolística pero sí política y nacional: el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, y el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
  Se trata, para bien o para mal, de las dos máximas figuras actuales de eso que a muchos les da por llamar la izquierda mexicana. Hasta antes de esta semana, su relación había sido cordial, pero fría y hasta distante. ¿Qué fue lo que los decidió a aparecer juntos públicamente, de manera relajada y divertida, en un encuentro de beis? Más aún: ¿qué significa que lo hayan hecho y que dieran el batazo de la paz entre ellos?
  Veo dos lecturas posibles. La una, positiva: quisieron dar la imagen de que entre ambos no hay diferencias y que es posible la unidad de la izquierda en los tiempos por venir, en especial las elecciones federales intermedias de 2015. La otra, no tan positiva y hasta un tanto siniestra: que en adelante el grupo lopezobradorista tendrá manga ancha en el Distrito Federal y que Mancera ha cedido ante las presiones de gente como René Bejarano y su tribu. Esas serían malas noticias para el PRD, para Marcelo Ebrard y, sobre todo, para los habitantes de la capital del país.
  Un simple juego de beisbol amateur puede ofrecer múltiples lecturas, muchos vericuetos interpretativos. El del miércoles pasado puede ser un hecho meramente anecdótico (Ciro Gómez Leyva dixit) o puede tener fuertes consecuencias a futuro.
  ¿A quién le hicieron out en primera ese día, a AMLO o a Mancera? Usted decida, estimado aficionado al juego de pelota… o al juego de la polaca

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

viernes, 12 de julio de 2013

En Reactor

Rulo me invitó a su programa El fin del Mundo II, en la estación de FM Reactor, del IMER, muy temprano en la mañana. Estuve como cuarenta minutos al aire y hablamos de la Mosca y su regreso. Realmente fue una charla afable y divertida, con varios mensajes y preguntas de los radioescuchas. La recepción de la revista sigue siendo muy buena y la queja más repetida es que no la encuentran en los puestos sino después de muchas dificultades. Espero que poco a poco mejore la distribución.
  Pero la visita a Reactor fue muy buena y la pasé muy bien. Me dio gusto estar ahí.

jueves, 11 de julio de 2013

"Gracias a Hugo García Michel" (las gracias las debo dar yo)

Cuando era una joven e ingenua adolescente que creía que el centro del mundo era la Prepa 9 de la UNAM, empecé a comprar una publicación que, hoy por hoy, se mantiene entre las leyendas del circuito musical rockero. No taaan mítica como Piedra Rodante (la de los setenta, obvio), pero que dejó huella en nuestros corazones. Si conoce el nombre del individuo del título, sabrán a qué me revista me refiero. Si no, pues les informo que el nombrado, fue el director editorial de la única e inigualable detractora del rockcito nacional: La Mosca.
  Como mi papá siempre ha dicho que los estudiantes deben ser pobres, entonces pasaba todo el mes ahorrando los pocos pesos que me quedaban entre el metro que en ese entonces todavía costaba 1.50 para adquirir mes a mes La mosquita (que costaba dieciocho pesitos en ese loco año de 2002).
Pero no fue que la descubriera yo sola. Fue una de esas afortunadas casualidades en las que mi querido Adrián me pidió que lo acompañara al puesto de revistas y ahí fue donde la conocí. La primer edición que tengo tiene en la portada a Tool, pero sin duda mi favorita es la de The Cure (que nuevamente Adrián donó, ya que sabía mi obsesión con Robert Smith).
  Para no hacer el cuento largo, en esa publicación descubrí tantas cosas que sin que haya cabida para la coba, puedo decir que efectivamente rockeó mi universo. Ahí descubrí columnistas tan queridos como Fedro Carlos Guillén (Jorge Ibargüengoitia y él definieron mi estilo de escritura), Patricia Peñaloza (a la que casi sentía como una hermana, luego de leer todas esas desventuras amorosas), Rafael Tonatiuh, Adriana Díaz Enciso, José Agustín (y su "Cocina del alma"), Eusebio Ruvalcaba (y el "Hilito de sangre") y bueno, un sinfín de escritores que me permitieron crear una visión más amplia del oficio.
  Por otro lado, creo que ese fue un parteaguas para mi sentido musical. Ni siquiera enumeraré las bandas que conocí, pero digamos que con esa revista me enamoré del jazz gracias a Rosa Olivia Hellion Tovar y por eso adquirí cedés de John Lee Hocker, Ella Fitzgerald, Bessie Smith, Nina Simone y, por supuesto, mi favorita Billie Holiday (Day Lady Day).
  Lamentablemente esa increíble revista dejó de ver la luz. Yo ya no la compraba cuando desapareció, pero tengo una colección de dos años guardada celosamente en mis aposentos, incluidos los especiales de The Cure y Jimi Hendrix.
  Tardé mucho tiempo en comprar otra revista de música. Hasta hace poco empecé una colección de Rolling Stone (para horror del señor García Michel, ya que en La Mosca siempre mandaban (poco) sutiles mensajes de odio a RS y a Switch). Ni modo, para que dejan de existir.
  Por eso, hoy me gustaría darle las gracias a Hugo, por hacer feliz ese periodo de mi adolescencia, con sus respuestas como Mamá Mosca en la sección de cartas, su crítica agudísima al rock mexicano (que yo en ese entonces creía el mejor del mundo), las bromas sobre Caifanes y su manager. En fin, por dirigir la revista que  más me ha marcado la existencia.
  Por eso, aplausos de pie.

(Texto que encontré en el blog llamado Crónicas de una periodista neurótica, fechado el 25 de agosto de 2012 y firmado por Diabla Región 4, a quien mucho agradezco sus palabras).

miércoles, 10 de julio de 2013

Una Mosca que ejerce la crítica

Foto de Fernando Mora.
Puedo entender perfectamente toda la polémica que se ha levantado por un famoso periodista que expresó que la tarea primordial del oficio era contar historias e incluso de ser necesario hasta inventarlas. Cierto, se equivocó. Aquí no se trata de provocarlas. Un grave error de los medios –todos- es asumirse como generadores de la noticia. Se ensimisman en “crear” el acontecimiento que venda ejemplares.
  Los medios de comunicación de masas hemos caído en una soberbia maximalista. Tenemos que hablar de “mediocracia” y ello implica reconocer excesos de poder, extralimitaciones en el ejercicio de la profesión. No se trata en modo alguno de inventar. El sentido de contar con ese vínculo con los ciudadanos pasa por el intento de tratar de explicar los acontecimientos, de darles sentido. De brindar una interpretación posible –entre varias existentes.
  La realidad –el mundo exterior- está mucho más lejos de los designios de aquellos que se sientan detrás de un escritorio. Les toca a los esclavos de la mercadotecnia el ejercicio de hacer que las personas hagan o compren tal cosa. La sociedad de consumo como un jeroglífico al que los periodistas coadyuvan a su explicación.
  Ante tanta saturación de contenidos se hace el intento por interpretarlos, por “mediar” para su comprensión. No puedo sino alegrarme en sumo grado por el regreso de una de las publicaciones más combativas en lo tocante a la prensa musical. ¿Quién lo hubiera pensado? La Mosca ha vuelto a aletear en formato impreso.
  Hugo García Michel sabe que es importante contar con un punto de vista. Con una manera de entender las cosas y las canciones. Se alía con gente que comparte su creencia en la crítica, en la posibilidad de disentir. Se vale equivocarse, pero no ser un complaciente empleado de las agencias de publicidad y las disqueras.
  Hoy por hoy, casi no se puede imaginar una publicación con una opinión contestataria, con una manera de pensar que no replique los designios del marketing. Por eso hay charlatanes que se apropian de canales de cable, campañas de publicidad, revistas, estaciones de radio, y todavía se sienten próceres de la promoción musical. Poco les falta para que les hagan un monumento.
No son sino siervos del sistema imperante. ¿Y quién alza la voz y no comulga? Alguien así se vuelve incomodo, indeseable, molesto. Aun recuerdo cando Marusa Reyes mandó sacar a mis camaradas de la revista Pub por el hecho de publicar a Rogelio Villarreal con un texto que atacaba a sus santificados Jaguares y San Saúl.
  Tengo decenas de testimonios que certifican que al “rockcito” de aquí no le agrada la crítica. Sólo conocen del halago gratuito, del compadrazgo, de la hipocresía comercial que los lleva a tocar una vez al año a Acapulco o a grabar una “sesión” para la nueva temporada del Cable.
  Cierto es que se pueden trasponer los linderos de lo políticamente correcto, contar con un punto de vista controversial. ¿Cuántos arriesgan una opinión? ¿Cuántas publicaciones terminan por morir de nada? La Mosca es un ejercicio de convencimiento total de una postura. Se puede comulgar u oponerse. No debería pasar nada.
  Pero el sembradío del odio germina sin regarlo. Ir más allá de los boletines de prensa y los comunicados de los grandes santones es un pecado que exige la crucifixión. García Michel agrupa a distintas y radicales formas de pensar. Se la juega en la apuesta por lanzar los dados de la libertad de expresión. Por supuesto que pide criterio y experiencia para cada pulso.
  ¿Es necesaria La Mosca? por supuesto. Por su capacidad de oposición, por su intransigencia, por sus excesos. De otra manera, nadie la querría comprar. Se diluiría como un emisario más de los núcleos de la comercialización de contenidos. Siempre ha entendido que no puede negar su importancia; su inteligencia consiste en hallar la manera de convivir con la industria.
  Es por eso que aletea de nuevo. ¿Cuántos estarán felices? ¿Cuántos estarán derramando bilis? El imaginario es tan grande que es imposible de abarcar de un sólo golpe. El hecho es que está disponible en los puestos de periódicos y con renovadas intenciones de incordiar a los mustios y pusilánimes. La música y la cultura no son una expresión de la banalidad. Hagamos votos por el ejercicio de la inteligencia; sin pasteurizar, sin domesticar. Sin devaneos de esnobs en pos de congraciarse con la opinión pública. Pensamiento libre y menos pose.

(Texto de Juan Carlos Hidalgo, publicado hace unos días en su columna "Las posibilidades del odio" de Milenio Hidalgo)

martes, 9 de julio de 2013

Laura Marling y el espíritu de Joni Mitchell

Si Joni Mitchell debía tener una sucesora en el siglo veintiuno, nadie mejor que la inglesa Laura Marling, ex integrante de Noah and the Whale y una de las cantautoras más intensas e interesantes de la actualidad. A sus escasos veintitrés años, esta joven compositora, cantante y guitarrista no ha dejado de sorprender con cada uno de sus discos, de los que Once I Was an Eagle (Ribbon Music, 2013) es el cuarto en línea. Intima, provocativa, intensa, sensual, la música de Marling resulta perfecta para su voz cálida e intencionada que en este álbum se ve enmarcada por una instrumentación sobria y austera, extraordinariamente fina y sutil, en la que su guitarra acústica de cuerdas metálicas brilla como un elemento extra (hay claros ecos del Jimmy Page de Led Zeppelin III y del David Gilmour de Meddle).
  Marling es una especie de alma vieja y sabia, lo cual se refleja en las letras de sus canciones, en las que reivindica su feminidad (que no su feminismo) de manera desafiante, sarcástica, hasta cruel (“Cuando estuvimos enamorados, [si es que lo estuvimos] / Yo era un águila / y tú eras una paloma”) y reivindicativa (“No seré una víctima del romance / No seré una víctima de las circunstancias). Sabe ser deliciosamente despectiva cuando canta: “Al demonio todos aquellos que nunca pierden el control / y que jamás pisan afuera de la línea marcada” y filosamente filosófica cuando apunta: “Qué cruel fui contigo / Te hice cosas crueles / Qué cruel eres conmigo / Qué cruel puede ser el tiempo”. Incluso hay una divertida referencia a Bob Dylan, cuando en “Master Hunter” dice: “Si quieres una mujer que siga tu nombre / no soy yo, nene”.
  Son dieciséis los temas, prácticamente hilados, que van dando forma al álbum, mientras las canciones van creciendo en su fuerza interior. Difícil privilegiar alguna de ellas. Todas son perfectas y se trenzan como un todo.
  Un disco para almas etéreas y espectrales…, pero con un fuerte caparazón (y, a mi modo de ver, uno de los mejores discos en lo que va del año).

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

lunes, 8 de julio de 2013

Surya

Surya en rojo.
Tiene nombre de personaje de novela del llamado realismo mágico hispanoamericano: Surya Lecona Moctezuma. Nos conocimos no hace mucho por facebook, aunque en realidad la había visto tiempo atrás, a fines de 2012, un día que iba yo a Milenio y en la estación Balderas del metrobús abordaron el estimado Pablo Pérez-Cano (de la sección Mil cosas más del mismo diario) y una amiga suya, cuyo nombre no retuve al presentármela. Tampoco tuve tiempo de grabarme su rostro, ya que debí bajarme en la siguiente estación (Juárez) y ellos se siguieron. Lo único que recuerdo es una figura esbelta y espigada, una suave sonrisa morena y la explicación de Pablo de que venían del mercado de Sonora, a donde habían ido a comprar unas plantas para preparar no sé que cosas que iban a llevarse a un viaje que estaban a punto de emprender juntos por Centro y Sudamérica.
  Yo tenía (tengo) como amiga del propio facebook a mi querida y guapa Nel San (a quien conocí un día que ésta y Pablo vinieron a hacerme una muy divertida entrevista para un falso documental sobre el lanzamiento de la revista Spleen) y poco después vi entre sus amistades de esa red social a una mujer que me pareció muy interesante y que estaba con ella y con Pablo en el proyecto de la misma publicación (el denominador común entre Pablo, Nel y Surya es que los tres son egresados de la escuela de periodismo Carlos Septién García). Le solicité la amistad y Surya no tardó en otorgármela. Entonces, al platicar con ella me dijo que ya nos conocíamos en persona y que era aquella joven que iba con Pablo en el metrobús. Me dijo que ambos estaban en Colombia, luego de pasar por Costa Rica y Panamá, y que ella regresaría a México semanas más tarde. Quedamos en vernos en persona una vez que eso aconteciera.
  Finalmente nos vimos a mediados de abril de este año (hace tres meses). Vino a mi casa un domingo y  la simpatía mutua fue inmediata. Platicamos, oímos música, tomamos cerveza y me encontré con una mujer de singular personalidad, una periodista independiente que ha recorrido muchos lugares de México y el mundo, una joven a la mitad de sus veinte que toca la guitarra y canta muy suavecito, de fluida plática y, sobre todo, una persona muy bella en todos los sentidos del término. Supe de inmediato que es de esas amigas que llegan para quedarse en mi vida, aunque de pronto se alejen y no nos veamos tan seguido.
  Volvimos a vernos un mes más tarde, aquí mismo, y volvimos a pasarla de maravilla. Me habló de sus planes de viajar como mochilera y por tiempo indefinido por el Sudeste asiático a fines de este año, de su papá bohemio que canta boleros, de su perrita amada que murió hace tiempo. Aparte, por facebook charlábamos casi a diario, siempre con buen humor y un cariño creciente. La amistad se acrecentó.
  Hoy vino por tercera vez y en medio del vino, la botana, la música y la charla se pasaron casi siete horas, hasta dar las cinco de la madrugada. Tocamos la guitarra. Yo le canté un par de canciones que quería que escuchara y ella cantó algunas de corte latinoamericano. Fue una velada espléndida en la que me contó de la posibilidad de irse a trabajar en un proyecto periodístico al norte del país, aunque todavía no había tomado una decisión. Quedamos en vernos pronto para ir a un lugar, su lugar favorito de la ciudad, cuya ubicación no quiso revelarme. Nos despedimos con un abrazo y una sonrisa.
  Ella es Surya, una de mis mejores amigas sin lugar a dudas, a pesar del poco tiempo que llevamos de conocernos.

domingo, 7 de julio de 2013

Mi entrevista moscosa en "El Financiero"

"Inventar algo bueno después de Radiohead es casi imposible"

Por Viridiana Villegas Hernández

La Mosca sale de nuevo en papel


Una de las fuentes roqueras y de información varia acerca de arte, literatura y cine que nutrieron a las generaciones que crecieron durante los noventa y los primeros años de la década pasada fue la revista creada y editada por Hugo García Michel. Hoy, tras más de un lustro de ausencia, Mosca reaparecerá llevando su crítico zumbido impreso por todo el país.
  Todo comenzó durante los primeros años de la última decena del siglo pasado, cuando se editaron seis números de la revista; no obstante, los intereses de algunas personas terminaron con la publicación y por año y medio su circulación se mantuvo a raya. No fue sino hasta febrero de 1994 cuando de nueva cuenta apareció La Mosca en la Pared; así transcurrieron catorce años, hasta que esta publicación fue mandada a tomar una siesta, la cual se prolongó poco más de cinco años, hasta ahora que despierta renovada [aunque no por ello dejando de lado su tono crítico e irreverente que en cada una de sus etapas la ha caracterizado] e incluso bajo el corto nombre de Mosca.
  Detrás del proyecto siempre ha estado el periodista Hugo García Michel (Tlalpan DF, 1955), quien en esta ocasión no buscó el antídoto para revivir al insecto roquero sino se lo ofrecieron así, nada más. De inmediato él aceptó la propuesta de los editores de Bulbo Estudio.

-En esta nueva era -nos cuenta García Michel- yo sigo determinando toda la cuestión editorial, así que gozo de la misma libertad que tuve en tiempos anteriores y conservaremos el mismo perfil que tuvo desde su nacimiento. Tengo la ventaja de que el nuevo editor conoce muy bien a la revista, razón por la cual quiere mantenerla tal como era: una publicación sin censura, no convencional como muchas del montón (pues, para bien o para mal, siempre se distinguió de las demás).

-En este segundo renacimiento, ¿qué tipo de sangre contendrá esta Mosca?
-No creo que haga falta inventar el hilo negro para llegarles a las nuevas generaciones. Tengo trato con gente muy joven y si bien es verdad que hoy valoran más las canciones sueltas dentro de su iPod que poseer un álbum físico, también es cierto que presentan influencias musicales de sus hermanos mayores o de sus padres y están abiertos a escuchar materiales que no son propiamente de sus tiempos, como rock de los sesenta, setenta y noventa. En esta Mosca sí habrá nuevas plumas, pero también estarán presentes varios de los colaboradores originales, como Eusebio Ruvalcaba (quien dejó una marca profunda en los lectores) o José Quintero con los entrañables trazos de Buba. José Agustín me dijo que sí quería participar, no obstante prefiero esperar a que se restablezca por completo de algunos problemas de salud que lo han aquejado.

Mosca también contará con la colaboración de Sergio Monsalvo, David Cortés, Fedro Carlos Guillén, Capitán Pijama, José Manuel Aguilera, Verónica Maza, Jairo Calixto Albarrán, Rosa Olivia Hellion Tovar, Enrique Blanc, Erick Estrada, Juan Carlos Hidalgo, Andrés Soto, Elena Santibáñez, Léth Zwittag, Susy Lozano, Ricardo Sandoval, Miguel Cane, Miriam Canales, Karina Almaraz, Eduardo Salgado, Jorge Flores-Oliver, Tatiana Maillard, Fabiola Hinojosa y Yareni Torres. Se incorporan al equipo Salvador Mendiola, el dibujante Eko, la articulista Avelina Lésper, la fotógrafa Liza Ambrossio, la periodista Mónica Isabel Pérez, el ilustrador Gabriel Frugone, la reportera Leticia Ignacio y su humilde servidora.

-En su novela Matar por Ángela (Sansores y Aljure Editores, 1997), describe al ámbito roquero nacional de mediados de la década de 1990. Pareciera que la desorganización en el rock mexicano sigue siendo el mismo hoy en día.
-Han pasado casi veinte años desde la publicación de ese libro y nada ha cambiado: a los grupos y artistas se les sigue pidiendo llevar gente a los antros donde tocarán y no les pagan en tiempo y forma; los equipos de sonido siguen sonando pésimos; el público es igual de acrítico o más. Para mí el rock en México está en retroceso total, se encuentra cayendo en niveles de patetismo insospechados. Hay mucha oferta, sí, pero eso no significa que sea buena. La crisis de la industria discográfica ha llevado a que cualquiera se denomine músico y haga sus discos de manera independiente o cuelgue videos en YouTube, como Juan Cirerol que pegó porque fue ungido en la Condesa, pero en realidad es malísimo.

-A propósito de ellos, ¿cuál es su opinión de aquella creencia mercadológica y empresarial que dicta que el rock no vende por sí solo y por ello debe ser mezclado con géneros provenientes de la música popular? Estamos en un punto en que la fusión se ha confundido.
-Así es. Yo siempre trato de aclarar que una cosa es la fusión y otra la promiscuidad. Una de las misiones que me he propuesto con el regreso de la revista es combatir esta idea, criticarla y cuestionarla pues, además, es algo que no se ha dado de forma natural, sino como una imposición desde los medios, los cuales esperan la aceptación de un público acrítico. Por ejemplo, Los Ángeles Azules se presentaron en el último Vive Latino y desde entonces ya ocupan las portadas de revistas de rock (y no estoy en contra de la agrupación, sólo creo que en su nicho de la cumbia están bien). Antes era "Naco es chido", ahora "Cumbia es chido". ¡Es absurdo!

-¿En qué contexto del rock regresa Mosca?
-El rock internacional se mantiene en un nivel muy bueno, aunque no existe algo nuevo. Hay propuestas interesantes dentro del ámbito del llamado indie, de la música electrónica; sin embargo, inventar algo bueno, novedoso y complicado después de Radiohead es casi imposible. En los últimos años los grandes veteranos de la música han hecho entregas fantásticas, como Leonard Cohen, Tom Waits, Neil Young, Bob Dylan, Patti Smith, Bruce Springsteen, Lou Reed e Iggy Pop. Por otra parte, el rock en México no sólo se ha estancado sino (salvo finísimas y contadas excepciones, como La Barranca) cada vez son más las promiscuidades que se cometen al mezclar rockcito con cumbia y al imitar al pop chileno, argentino y español, situación que las revistas de rock actuales no cuestionan, sólo aceptan.

El regreso de David Bowie, tras una década sin grabar en estudio, es el tema central del número 1 de la revista Mosca. Otros de los contenidos de esta primera edición es Atoms for Peace, el grupo de Thom Yorke; una entrevista con Botellita de Jerez a raíz de las diferencias que tuvieron con Sergio Arau; una charla con los integrantes de Torreblanca. Además, un artículo sobre los hipsters y secciones conocidas como "Vacas Sagradas" [la cual causará escozor, según palabras de Hugo García Michel]; "La Nueva Música Clásica" (nombre de un libro de José Agustín) que va en las páginas centrales de la revista y habla cada número de un disco clásico de rock; la sección de grabaciones ahora se llamará "Giros negros" y presentará una nueva forma de clasificación, entre otras cosas que los lectores a partir de este mes descubrirán a todo color, en el mismo formato y a cuarenta y ocho páginas. ¡Habemus Mosca!

(Publicado el viernes 5 de julio de 2013 en la sección cultural del diario El Financiero)

sábado, 6 de julio de 2013

¡Ah!, que hay elecciones, ¿verdad?

Después del tormentoso maremágnum electoral de hace un año, como que las elecciones de mañana domingo en catorce o quince entidades del país han pasado prácticamente inadvertidas para más de la mitad del país. ¿O usted está muy preocupado por ello? Si no es bajacaliforniano, poblano, coahuilense, oaxaqueño, zacatecano, hidalguense, veracruzano, sinaloense, tlaxcalteca, chihuahuense, hidrocálido, duranguense, quintanarroense o tamaulipeco, lo más seguro es que estará más al pendiente del muy posible ridículo que haga el equipo de todos frente a Panamá en la Copa de Oro que de las mapacherías, ratones locos y demás folclóricas artimañas que puedan darse durante los comicios estatales.
  No quiero decir que no se trate de algo importante, ya que se juegan una gubernatura, 921 alcaldías y 441 diputaciones, lo cual no es poca cosa. Además, en algunos puntos las cosas están demasiado tensas y amenazan con desbordarse. Pero seamos sinceros: ¿se encuentra la nación en vilo como en julio de 2012 o, peor aún, de 2006? Pues no. Tal vez Gustavo Madero ande todo alborotado y lleno de angustia por lo que personalmente se juega: su futuro como presidente del PAN. Fuera de él y de los aspirantes a los 1363 puestos que están en juego, muy pocos van a estar mordiéndose las uñas por los resultados finales. Quizá desde el gobierno federal estarán deseando que las cosas salgan bien en Baja California, a fin de que el Pacto por México no se vea afectado y las reformas energética y hacendaria puedan transitar de buena manera durante el siguiente periodo de sesiones del poder legislativo. Ahí sí que hay una fuerte apuesta y un desafío grande (imaginarse aquí las infinitas marchas que se nos vienen encima, especialmente a los habitantes del DF, con esa bonita modalidad tan en boga de “péguele al policía”).
  En fin, el hecho es que este fin de semana hay elecciones y que también juega el tricolor B en la desabridísima Copa de Oro. ¿Qué será más emocionante, qué será más aburrido? ¡Hagan sus apuestas, señores! (si es que no se quedan dormidos).

viernes, 5 de julio de 2013

El día de la Mosca

La Mosca en la calle (Foto de Itzel Cruz Alanís)
La larga espera terminó. Hoy por fin apareció (reapareció) la Mosca en los puestos de periódicos, después de una ausencia de cinco años y cuatro meses. Ya no es La Mosca en la Pared. Se deshizo del "La" y del "en la Pared" por una decisión editorial y estratégica con la que yo estuve de acuerdo. Sin embargo, el formato es el mismo y el contenido, lo más importante, permanece bajo la misma filosofía periodística que le dio sustancia a lo largo de exactos catorce años (de marzo de 1994 a marzo de 2008). Como ya he comentado (ver aquí), el equipo de colaboradores se conserva en un ochenta por ciento y habrá nuevas plumas (escribidoras e ilustradoras). El estilo crítico e irreverente se mantiene y el reto de conquistar a nuevos lectores resulta fascinante.
  Hoy, pues, la Mosca aletea de nuevo en las calles del país (a algunos puntos llegará en los próximos días), pero ya mucha gente la tienen en sus manos (de hecho, algunos voceadores la empezaron a vender desde ayer). Quienes la hacemos, estamos expectantes y emocionados. La respuesta en las redes está siendo estupenda, mucho mejor de lo que yo hubiese esperado, y eso me da mucho gusto. En Milenio apareció una nota y en El Financiero una entrevista que me hizo mi querida amiga (y nueva colaboradora moscosa) Viridiana Villegas.
  Veremos qué pasa en los próximos días y veremos también las opiniones de la gente (por lo pronto, la portada ha gustado muchísimo y los comentarios aprobatorios han sido de un noventa y nueve por ciento de los lectores).
  La Mosca renació, la Mosca despertó por segunda vez..., ¡habemus Mosca!

jueves, 4 de julio de 2013

Los libros rojos de Bruguera

Hubo un tiempo en que a las tiendas Aurrerá (hoy Walmart) les dio por fomentar la cultura libresca. Por allá de los años setenta del siglo pasado, en dichos almacenes se vendían colecciones de libros baratos y perfectamente producidos (casi siempre con pasta dura, de fino queratol y bella encuadernación. Para ello, Aurrerá se asociaba con editoriales como Bruguera o Promexa y cada semana aparecía un título literario de primer orden. Recuerdo con especial cariño la colección de literatura mexicana de Promexa o la de literatura universal (no recuerdo de cuál casa editora), esta última dividida en gruesos tomos dedicados a las letras rusas, francesas, españolas, italianas, inglesas y norteamericanas. Una maravilla (aunque para mi desgracia, cuando me divorcié, Rosa se quedó con ambas colecciones que conserva, eso sí, con mucho cariño).
  Me parece que la primera colección que apareció, por allá de 1972, fue la de los libros rojos de Bruguera. Yo aún vivía con mis padres, en la calle Magisterio Nacional, de Tlalpan, y mi mamá compraba muchos de los títulos (costaban, si mal no recuerdo, veinte pesos por libro), de los cuales yo me quedé con algunos que siguen conmigo después de más de cuarenta años. Son doce en total (que saqué de mi biblioteca y reuní para tomarles una fotografía con mis discos de vinil como fondo).
  Están la recientemente leída Ana Karenina de León Tolstoi, Madame Bovary de Gustave Flaubert, Teatro de Moliere, Fausto de Goethe, El origen de las especies de Charles Darwin, Salambo de Flaubert, Emilio o la educación de Juan Jacobo Rousseau, Cuentos escogidos de Voltaire, Los hermanos Karamazov de Fiodor Dostoiveski, La amenaza de Andrómeda de Michael Crichton. Historias extraordinarias de Edgar Allan Poe y Rojo y negro de Stendhal (el único que no salió en la foto). Los he leído todos (algunos más de una vez), con excepción de los de Darwin y Crichton.
  Un pequeño tesoro que guardo y conservo con todo el amor que le tengo a los libros.

miércoles, 3 de julio de 2013

La Mosca y yo: Fernando Rivera Calderón

Diez años de buena música y de ejercer la más absoluta libertad editorial, de quererte coger a Susy Q. y de soñar con que al Armiados le dan el Nobel. Diez años de reír con las chingaderas de Pepe Návar, de Fedro, de Eusebio y de Garci. Diez años soportando con estoicismo las necedades de Hugo sobre su llamado “rockcito nacional”, los maquinazos de José Agustín y el diseño chingapupilas que solía aplicar la talentosa Yolanda, ex diseñadora de este engendro. Diez años de forjar sobre su amplia portada barnizada los mejores churros y de matar con su resistente consistencia toda clase de insectos molestos, incluidas las moscas, por supuesto. Diez años de verdadero rocanrol.

Fernando Rivera Calderón

*Publicado originalmente en La Mosca No. 82, febrero de 2004, número del décimo aniversario moscoso.

martes, 2 de julio de 2013

Nuestro periodismo roquero

En México tenemos una larga tradición de periodismo de rock. Esto no quiere decir, sin embargo, que gocemos de un buen periodismo roquero. De hecho, a lo largo de medio siglo hemos padecido, literalmente, algo que ha querido llamarse periodismo, pero que más bien ha sido un agente propagandístico embozado o una colección de agencias de relaciones públicas que se disfrazan de revistas o fanzines y cuyo fin principal no ha sido, no es, hacer periodismo musical, sino conseguir diversas canonjías (llámense anuncios, discos gratuitos, boletos para conciertos o, de plano, la amistad –es un decir– de nuestras estrellitas roqueriles –¿cuántos “periodistas” de rock no son sino fans encubiertos?).
  Desde las épocas arcaicas de Notitas Musicales e Ídolos del Rock, a finales de los años cincuenta del siglo pasado y hasta la fecha, cientos de revistas han pasado, en su mayoría sin pena ni gloria, y no han dejado una memoria real (son pocas las excepciones, la más notable, a mi modo de ver, la Piedra Rodante, de principios de los setenta, que sólo duró ocho números, antes de sufrir los embates censores del gobierno echeverrista). ¿A qué se debe esto? A diversos factores, muchos de ellos culturales y hasta educativos. ¿Cuántos de esos medios han mostrado un grado alarmante de deficiencia en su uso del idioma español, por ejemplo? Es como si muchos de quienes escriben de rock en México no hubiesen terminado la primaria: faltas de ortografía, errores de concordancia, pésima puntuación, redacción infame. A eso agréguese una incultura musical supina, improvisación, criterios angostos, complacencia, horror a la crítica, desinteligencia y un nulo sentido del humor que deriva en una solemnidad rampante. Añádase a ello una gran falta de profesionalismo y un desinterés por lo periodístico y tendremos el desabrido e inocuo coctel completo.
  Urge cambiar todo eso y buscar un periodismo de rock agudo, profundo, desafiante y crítico, sobre todo crítico. Aunque no tengamos acreditaciones para el próximo festival.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

lunes, 1 de julio de 2013

Ana Karenina y la grandeza de Tolstoi

Mi vieja edición de Bruguera que al fin leí.
Debo confesar que nunca había leído a León Tolstoi. Era uno de mis grandes pendientes (y lo sigue siendo, porque ahora quiero leer más libros suyos, por lo pronto seguiré con La muerte de Ivan Ilich -que la tengo- y sobre todo La guerra y la paz -que he de conseguir). Pero me he iniciado con Ana Karenina, su novela de 1877 que hoy terminé, y aún no salgo del asombro. Qué manera tan portentosa de narrar. Leer a Tolstoi empequeñece a muchos escritores y sobre todo a muchos más que se dicen escritores. Pero no viene al caso hacer comparaciones. Sólo diré que más que la estupenda y muy entretenida trama que se cuenta, lo que más me impactó fue la manera de ser contada. Con qué maestría y sencillez va tejiendo Tolstoi la historia de esta mujer enamorada del amor, apasionada, desafiante de las normas y convencionalismos de su tiempo, valerosa y cobarde a la vez, llena de contradicciones, tan egoísta como generosa, tan bondadosa como ruin. El autor profundiza de un modo asombroso en la psicología de Anna y nos revela lo bien que conocía el alma femenina. Pero también el alma masculina y el alma de la sociedad rusa de la segunda mitad del siglo XIX, con los primeros esbozos liberales y hasta socialistas, enfrentados al conservadurismo de la alta aristocracia.
  Cierto que el drama de Anna es la dominante del libro, su relación con Karenin y Vronsky es la columna vertebral del mismo. No obstante, las historias de los personajes secundarios (que no lo son tanto) resultan igual y en ocasiones hasta más fascinantes. Levin por ejemplo, es un personaje prodigioso (se dice que es el alter ego de Tolstoi y que por eso resulta tan conmovedor y entrañable, con su cabeza hecha un lío ante los múltiples cuestionamientos morales y filosóficos que lo atormentan, pero también con sus inseguridades, sus dudas cotidianas, su contradictoria forma de vivir y su amor limpio y sincero por la bella Kitty).
  Múltiples personajes, variadas tramas y subtramas que se entrecruzan con genio y un estilo narrativo elegante, directo, de enorme altura literaria. Cierto que hay algunos pasajes en los cuales la novela se estanca un poco (como en los varios capítulos que se lleva una elección de altos funcionarios), pero nada que la afecte en realidad. Cerca de ochocientas páginas que no tienen desperdicio. Una de las grandes novelas que he leído en mi vida, junto con Los hermanos Karamazov de Dostoievski, Madame Bovary de Flaubert o El rojo y el negro de Stendhal. Impresionante.