sábado, 29 de junio de 2013

¡Hasta el sectarismo siempre!

Algo hay que reconocerle a nuestra autonombrada izquierda, a ese lado siniestro (es decir, contrario a lo diestro) de la polaca a la mexicana: que sigue sabiendo defender dos de sus más preciados principios. Uno, la veneración religiosa (de una manera católica,  apostólica y casi romana) a Pemex y dos, su vocación por el sectarismo, por el afán de fraccionarse, por el divide y perderás. Eso se llama congruencia.
  Una clara demostración de estos principios se dio apenas hace unos días, durante el foro sobre la reforma energética, al cual acudieron personalidades de esa izquierda como Cuauhtémoc Cárdenas, Jesús Zambrano, Miguel Ángel Mancera, Marcelo Ebrard y los coordinadores legislativos del PRD. No obstante, alguien no asistió: Andrés Manuel López Obrador.
  ¿Por qué don Peje no apareció, si se ha ostentado desde hace años como el principal defensor del petróleo como patrimonio de todos los mexicanos? Por un lado, porque al parecer no lo invitaron. Por el otro, porque se siente el dueño de esa bandera y no se la quiere prestar a persona alguna, ni siquiera –vaya paradoja– al hijo del presidente de la república que expropió la industria petrolera.
  López Obrador ha expropiado para su propio beneficio político la causa del oro negro y no se ve dispuesto a compartirla con Cárdenas o Ebrard, mucho menos con sus otros ex compañeros de partido. No desea prestar su juguete y mucho menos los réditos que éste puede proporcionarle.
  No quiero decir con lo anterior que AMLO sea el causante de la desunión de la supuesta izquierda nacional, ya que dicha desunión ha existido siempre. Sin embargo, no le preocupa recomponer la situación y la fundación de Morena es la mayor prueba de ello: un vehículo personal con el cual contendrá en próximas elecciones, sin importarle los votos que restará al PRD.
  El sectarismo seguirá siendo el signo esencial de eso que hoy algunos llaman la izquierda. “Somos pocos pero sectarios” (Jairo Calixto dixit), ese es el lema que mejor parece sentarle a nuestra desatinada gauche.
  ¡Hasta la derrota siempre!

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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