viernes, 29 de marzo de 2013

Anna Karenina, la película

Hay una frase, casi al final de Anna Karenina, la película de Joe Wright filmada en 2012, que se me quedó marcada, cuando Vronsky se acerca a una antigua amiga de Anna y le pide que vaya a verla y no se sume a la condena social que la ha aislado de todo y de todos. La mujer responde: "Si Anna hubiera infringido la ley, iría a visitarla; pero ella violó las reglas". Palabras implacables.
  Vi la cinta esta noche y soy de aquellos a quienes les gustó (muchos otros la han criticado, incluso con acritud). La muy original puesta en escena (fue filmada en el interior de un teatro y esto incluye escenas tras bambalinas y en los rincones más escondidos del lugar), el guión de Tom Stoppard (que respeta el espíritu de la novela y la adapta de un modo sorprendente y hasta vertiginoso), la fotografía, la ambientación, los vestuarios y las excelentes actuaciones (en especial de Keira Knightley como Anna y Jude Law como Karenin, más un amplio cuadro de actrices y actores espléndidos) hacen de este filme una obra muy disfrutable y reflexiva.
  Elegante, contenida, teatral, sutil, suntuosa, extravagante, Anna Karenina me resultó un platillo exquisito, más aún porque estoy leyendo la novela de León Tolstoi (voy justo a la mitad... y ahora ya sé lo que va a pasar en la segunda parte, ni modo). Mención especial para la importancia que le dan Wright y Stoppard a dos personajes maravillosos: Kitty y Levin, interpretados respectivamente por la hermosa Alicia Vikander y Domhnall Gleeson (se dice que Levin era el personaje favorito de Tolstoi, una especie de alter ego). Ellos representan el amor tranquilo y puro, en contraste con la pasión desbordada de Anna y Alexei.
  Sé que no es para todos los gustos, pero aún así la recomiendo ampliamente.

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