sábado, 29 de diciembre de 2012

… y para terminar el año: ¡el sup Marcos!


Para todos en Milenio, al llegar a los 13.

Cuando parecía que la tormenta había pasado, cuando todo indicaba que habíamos salvado el año luego de feroces campañas electorales, nerviosos comicios, estruendoso conflicto postelectoral, explosivo cambio de gobierno, violenta guerra contra el crimen organizado y hasta el malhadado anuncio del fin del mundo, ¡zaz!: que justo el 21 de diciembre, en plena selva chiapaneca, nos dan la sorpresa de que el sup Marcos no estaba muerto, sino que andaba de parranda y retornaba de la misma para decirnos: “¿Me extrañaban?”.
  Así es, ladies and gentlemen. El guerrillero poeta, el seductor de las damitas de Coyoacán y anexas, el encapuchado de la sexy mirada, el personaje que a lo largo de los años noventa del siglo pasado ocupó los titulares noticiosos e hipnotizó con su verbo benedettiano y arjoniano a las buenas conciencias progres, está de regreso. Al frente de 20 mil (dicen las crónicas) indígenas neozapatistas, todos ellos perfectamente ataviados con relucientes capuchas negras y lucidores paliacates rojos, Rafael Sebastián Guillén Vicente, el subcomandante Marcos, cual repuesto Santa Clos de izquierda, is coming to town.
  “¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue el día, era noche. Y noche será el día que será el día”, escribió Marcos en un mensaje críptico y, a mi modo de ver, con un feo uso de los gerundios. Poesía pura, afirmarán algunos. Letra de canción de protesta para música de Simon y Garfunkel, comentarán otros. Simple trabalenguas apantallapendejos, atreverá alguien más. Sepa la bola, digo yo.
  En La Jornada deben encontrarse de plácemes y seguro ya se pusieron a hacer cálculos de lo que subirán sus ventas si el supcomandante (¿o supcomediante?) ha vuelto para quedarse, aunque sea por un rato. El que en cambio no ha de estar en absoluto contento es Andrés Manuel López Obrador, no sólo porque Marcos lo ha tundido a más no poder, sino por la competencia mediática que puede significarle el guerrillero hipster.
  Cuando menos, la cosa promete ponerse divertida.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

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