domingo, 30 de diciembre de 2012

Una linda tarde en la Roma

Plácida y bella como una película de Woody Allen. Como A Roma con amor, ya que andábamos en esa hermosa colonia del Distrito Federal. Afortunada ocurrencia la de Marijose, invitarme a comer ayer, al filo de las dos y media de la tarde. Nos vimos en una tienda de discos de vinil en la avenida Álvaro Obregón y desde ahí caminamos varias cuadras, hasta llegar a la calle de Colima, casi esquina con Jalapa, para entrar al restaurante de comida italiana Rosetta, ubicado en una casona preciosa. El lugar estaba lleno y debimos esperar algunos momentos para que nos dieran mesa. Pero valió la pena, porque nos tocó sentarnos junto a una ventana, en una amplia estancia de la planta alta.
  Todo fue perfecto: la atención, la comida, la bebida, el ambiente y, por supuesto, la charla con una de las amigas a quienes más quiero, una persona absolutamente entrañable como María José (casi catorce años de amistad nos amparan). Estuvimos ahí cerca de dos horas, paladeando las pastas, las cervezas, el pan, el café. Bueno, hasta el baño estaba de lujo. La cuenta, eso sí, fue muy alta. El lugar es caro, pero lo vale. Como ella me había invitado, no dejó que yo pagara y, bueno, sólo puedo decir que la próxima me toca a mí.
  Al salir, pasamos a una panadería cercana, propiedad de la dueña del Rosetta (la chef Elena Reygadas), donde me compré una baguette rústica. Caminamos un largo rato, sin la menor prisa, y como ninguno de los dos tenía apuración por llegar a algún lado, nos metimos a La casa del té Caravanseraï, en Álvaro Obregón, muy cerca de la Casa Lamm. Nos tomamos cada quién una jarrita de esos tés exóticos que venden ahí (aunque todos me saben igual) y esta vez yo quise pagar. Pasamos poco más de una hora en el acogedor lugar, a salvo del frío. Al salir, ya había anochecido y el aire helado calaba en serio (yo iba muy primaveral, sólo con una playera) caminamos hasta la calle Monterrey, donde Marijó tomó un taxi. Nos despedimos con todo el cariño que nos tenemos y yo regresé en el metrobús a la casa.
  Sí, fue nuestra propia versión de To Rome with Love.

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