lunes, 27 de agosto de 2012

Del blues al soul


Alma. Alma y corazón. Alma, corazón y tripas. De tripas corazón y de entrañas sentimiento. Sentimiento negro. Orgullo negro. Altivez negra. Sensualidad color azabache. Color ébano. Color de la noche que se vuelve azul oscuro en los campos de esclavos del sur estadounidense. Música que surge desde el fondo umbrío y diáfano, en abierta paradoja, del alma negra, del corazón negro, de las tripas negras, de la piel negra. En el origen está el blues y con él el Mississippi y los sembradíos de algodón, ese material suave y apelmazado que de tan blanco se vuelve símbolo de negrura extrema, dolida, sufriente. Blues que surge del alma hacia la garganta y de ahí a las manos que acarician una guitarra de madera, a la boca que resopla una armónica, a los dedos que golpean un tambor. Blues que nace, crece, se reproduce y no muere sino que se transforma en un alma nueva, en un alma rejuvenecida y festiva, en eso que algún día empezó a conocerse como soul.

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