sábado, 9 de junio de 2012

Carta a Marcelo Ebrard*

Estimado señor Ebrard:

Faltan escasas semanas para la celebración de las elecciones federales y el ambiente se encuentra muy caldeado. Sé que eso suele ser normal en circunstancias como las que hoy vivimos, pero existen algunos hechos perversos que podrían convertir a la jornada electoral del próximo 1 de julio en un terreno minado.
  Los dichos del candidato de “las izquierdas” acerca de que los consejeros del IFE no son ciudadanos honestos; su manera de desacreditar al propio Instituto Federal Electoral, al afirmar que éste “no es ninguna garantía”; su negativa a declarar que respetará los resultados de la elección si no le favorecen, más la idea que se ha dedicado a sembrar en estos días acerca de que se prepara un fraude son algunos de los ingredientes de un explosivo coctel que a nadie favorece y creo que a usted tampoco.
   Pienso, don Marcelo, que la muy posible derrota de Andrés Manuel López Obrador en las inminentes elecciones terminará por ser lo mejor, sobre todo para nuestra desdibujada izquierda. Se lo digo como un ciudadano que siempre ha abrazado las causas de esta izquierda, en la que empecé a militar hace treinta y seis años. Hoy sólo veo una insana ensalada sin ideología y sin autocrítica que sigue ciegamente a un caudillo. La derrota deberá servir como revulsivo para que la izquierda se renueve y se deshaga al fin del lastre del mesianismo y es ahí donde pienso que usted puede jugar un papel fundamental, apoyado en el capital político que significará la victoria de Miguel Ángel Mancera en el Distrito Federal.
  Al país le urge una izquierda moderna que se inserte en el mundo. Una izquierda como la chilena y no como la venezolana. Tendrá usted seis años para realizar una reingeniería total y aspirar a llegar a la presidencia en 2018, con un proyecto social y político verdaderamente abierto, liberal y esperanzador. No veo por el momento a alguien más que pueda hacerlo. Ojalá no sucumba al suicidio de las protestas post electorales y sepa mantenerse al margen de ellas. México necesita de su inteligencia y su serenidad.

  Sinceramente.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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