martes, 22 de mayo de 2012

Mi odio por Donna Summer y Robin Gibb

No se me malinterprete. No es que haya trasladado el actual encono político a los terrenos de la música ni que me quiera ensañar con la memoria de dos figuras tan recientemente desaparecidas.
  Lo que sucede es que al enterarme de las muertes de Donna Summer y Robin Gibb, vino a mi mente lo aborrecible que me resultaba la música disco por allá de mediados de los años setenta del siglo pasado. En verdad la odiaba. Como roquero a ultranza que era yo en esa época (bueno, de una y muchas maneras lo sigo siendo), la irrupción de esa musiquita rítmica y edulcorada me pareció vomitiva. Las estaciones de radio nos inundaban con aquellos beats repetitivos y aquellas orquestaciones cursilísimas… y agréguense los pasos de baile, las coreografías, las vestimentas, los peinados, Travolta, ¡uf! Aquello era horripilante (y se pondría peor en los ochenta). Muchos lo veíamos como un verdadero atentado contra "la pureza" del rock. Era música de fresas y para fresas. Vacía. Hueca. Desechable. Detestable.
  ¿Eran radicalismos de un joven fundamentalista (yo tenía veinte años en 1975)? ¿Habré madurado y cambiado mi parecer luego de tanto tiempo? Sí… y no.
  Debo aceptar que ya no me dan punzadas en el estómago cuando suenan las notas de “Hot Stuff” o de la inefable “Staying Alive”, con las tipludas voces de los hermanos Gibb. Incluso puedo reconocer en la música disco ciertos valores de producción y hasta que marcó una época dentro de la música popular, etcétera. Pero ponerme a escucharla, sentir que me trasmite algo…, no, en absoluto.
  No hay más odio de mi de mi parte hacia Donna Summer o Robin Gibb. El punk llegó a tiempo para salvar la dignidad del rock y devolverme la salud mental. Lamento ambas muertes, pero no la permanencia de su música, aun cuando sé que a millones les encanta y que hasta los Rolling Stones grabaron cosas tan lamentables como “Emotional Rescue”.
  Así que no me lo tomen a mal. Sólo soy el portavoz de algunos cuantos rocanroleros disidentes que en cierto momento gritamos: ¡Muera la música disco!”.

*Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" en la sección Hey! de Milenio Diario.

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