sábado, 16 de julio de 2011

La leyenda del PRI malvado*


Un fantasma recorre a México, el fantasma del PRI.
Se trata de un fantasma al que muchos pintan como aterrador, amenazante, más que maloso y cargado de todas las desgracias habidas y por haber. Un espectro escalofriante que se cierne sobre el país como el anuncio de una peste que acabará con todo y con todos…, etcétera. Pero, ¿de veras es tan canijo ese fantasmón?
A riesgo de ser masacrado por los anónimos comentarios virtuales de algunos lectores que tiro por viaje me acusan de chayotero, vendido, ignorante, imbécil y algunos otros elegantes calificativos que suelen emplear contra todo aquel que no piensa del modo como ellos y su pureza lo exigen, me atrevo a externar ciertas inquietudes que tengo de unos meses a la fecha: ¿es el Partido Revolucionario Institucional tan malo o peor que el de Acción Nacional o el de la Revolución Democrática? ¿Será más monstruoso que lleguen al poder los Peña Nieto y los Moreira a que lo hagan los López Obrador, los Bejarano y los Padierna o a que nos sigan gobernando (es un decir) los Cordero o los Lozano? Porque seamos realistas y veamos las cosas tal como están: ésas –y no otras– son nuestras únicas opciones para el próximo sexenio.
Yo que nací a mediados de los años cincuenta, sé muy bien lo que fue el PRI en su época de mayor predominio. Me tocaron los años de la dictadura perfecta (Vargas Llosa dixit) de Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas y Zedillo, pero también los dos sexenios de la parálisis panista. Milité en un partido de izquierda (el Mexicano de los Trabajadores) en una época, la década de los setenta, en la cual no existía ni por asomo la libertad de expresión que hay ahora y muchos opositores políticos eran perseguidos y desaparecidos. Sin embargo, me queda claro que el PRI de hoy es un partido disgregado y que, como bien lo ha apuntado en este mismo diario Luis González de Alba, muchos de aquellos priistas a la vieja usanza hoy están en el PRD y no en el propio tricolor.
Así pues, ¿por quién votar en las elecciones del año próximo? Eso será materia de un segundo artículo.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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