sábado, 29 de enero de 2011

Los efectos del Kalimbagate*


¡Ah, la doble moral! Tan gustada, tan practicada, tan querida por todas aquellas buenas conciencias que navegan en el barco de la corrección política y que, trepadas en su atalaya, nos quieren dar lecciones de ética y comportamiento. Sean conductores de televisión, locutores de radio, articulistas de periódicos y revistas, tuiteros o virtuales comentadores anónimos (algunos los llaman trolls), todos empuñan la espada de la pureza para combatir a eso que ellos y ellas consideran como el mal.
Ahora que el país toca fondo como pocas veces en su historia y el ánimo de muchos mexicanos alcanza uno de sus puntos más bajos, los escándalos mediáticos son terreno fértil para que los adalides de la moralidad decreten en dónde está la bondad (de su lado, por supuesto) y en dónde está la maldad (en todos aquellos que no piensan como ellos, claro). Este maniqueísmo a ultranza hace que cualquier individuo de la especie Equus asinus se sienta con la autoridad suficiente como para condenar a intrascendentes cantantes poperos como Kalimba, cuya máxima mancha en su vida, en realidad, es la de haber querido ser en algún momento un Lenny Kravitz región 4. Pero las palabras violación y estupro surgieron por todas partes y una multitud de inquisidores arrasó con la lastimada reputación del chamaco, mientras un mismo juez lo mandaba detener, lo hacía encerrar y al poco rato lo exculpaba.
Si en 1994 la gente progre gritaba “Todos somos Marcos”, hoy estos nuevos Torquemadas podrían gritar “Todos somos la señorita Laura”. Porque mientras se ensañan con Kalimba ni siquiera reparan, por ejemplo, en el violento cochinero en que se convirtieron las campañas electorales en el estado de Guerrero, preámbulo de lo que puede llegar a ser en unos meses la lucha por el poder en el estado de México y, peor aún, la contienda política del 2012 por la presidencia de la república.
A final de cuentas, el Kalimbagate no pasa de ser un acto de distracción. La verdadera guerra sucia, señores del Santo Oficio, apenas está comenzando.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

1 comentario:

Cuauhtémoc X dijo...

Chale, mi dear don huguiño.
Osotote el del presentador de televisión o locutor: Loret de Mola; mostró que lo suyo, lo suyo no es er periodista sino el ser una estrella de XHTV. Obvio, eso es parte de ese mundo de banalidades, pollinos y cabezas huecas.
La bronca para el círculo rojo, al verde le vale madre, debería ser que la democracitis desmomoriada, es una enfermedad muy dañina, que aunada a una mediatitis inducida, genera en casi toda la población un efecto mental por el cual la visión de los acontecimientos pierden su contacto con la realidad, es decir, alguno bacilos y bacterias orgánicas como: el dorigatoide televiselis y el aguilator caminatis, inician un proceso de modificación de la percepción que hace olvidar a quienes infectan que, los procesos electorales siempre han abundado en inmundicia de tres colores, al que en los últimos 15 años se han sumado dos tonalidades más, limitando el sano desarrollo de la democracia en el país, tales parásitos infectan a otros organismos que esparcen con rapidez este mal.
Creo que la correción política anda por otros lares, ahora que casi todos aspira a ser parte de la generación burguerboy, liberal y "democrática". La cuestión sería si no necesitamos una terapia más que catártica para extirpar al priísta que todos llevamos dentro, entodas sus acecpciones, social, política, y hasta ontológica.

Un saludo afectuoso.