sábado, 27 de noviembre de 2010

El fantasma de AMLO*


Un fantasma recorre el mundo del pejismo: el fantasma de Marcelo Ebrard.
No es al “espurio”, tampoco a la “mafia que se adueñó de México”, mucho menos a los Chuchos, al PRIAN, a Salinas de Gortari o a Televisa que realmente teme Andrés Manuel López Obrador. El verdadero espectro que le jala las patitas en las noches, el espíritu que se le aparece en los rincones para hacerlo saltar del susto, el pesadillesco ser que surge durante sus horas de sueño para hacerlo despertar sobresaltado y bañado en sudor frío se llama Marcelo Ebrard Casaubón.
El jefe de gobierno del Distrito Federal es el único personaje que en estos momentos puede poner a temblar al tabasqueño. Ebrard representa mucho de aquello que aborrece Andrés Manuel. Al contrario de éste, Marcelo ha dado muestras de ser un político moderno, liberal, aceptablemente culto, con un discurso articulado y una visión global del país y del mundo. Por eso, se trata en el fondo del único y verdadero demonio al que teme don Peje, porque es quien podría arrebatarle la posibilidad de volver a ser el candidato de una izquierda inexistente pero con registro del IFE.
Marcelo Ebrard tiene en sus manos una enorme oportunidad histórica, no sólo para lograr la candidatura a la presidencia de la república y aspirar seriamente a ganar las elecciones de 2012, sino también para arrebatar las banderas del izquierdismo a una pandilla de oportunistas y falsos profetas, mucho más emparentados con el rancio y reaccionario nacionalismo revolucionario del priismo setentero que con el pensamiento progresista, abierto y democrático de la izquierda moderna. La clave está en que Ebrard se atreva a desafiar al pejelagarto de papel y se dé cuenta de que es éste quien le debe tener miedo a aquél y no al revés.
Yo no sé si López Obrador sea un peligro para México, pero me queda claro que es un peligro para la existencia de una verdadera izquierda democrática. Marcelo Ebrard podría conjurar ese peligro, si se decide a hacerlo ya.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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