sábado, 14 de agosto de 2010

¡Legalicemos al Chicharito!*


Tan ahogados como estamos por las malas noticias, parece que lo único bueno que le sucede a nuestro país es la carrera vertiginosa y triunfante de Javier El Chicharito Hernández.
En medio de la guerra contra el crim…, ah no, perdón…, de la lucha por la seguridad; de las matazones de cada día; de las discusiones bizantinas sobre la legalización de la marihuana; de los exhortos del clero para que todos los heterosexuales, etereosexuales y estereosexuales adopten niños antes de que lo hagan los homosexuales; del eterno conflicto del SME; de la delirante hiperactividad intrusiva de Chente Fox; de las declaraciones gagás de Fidel Castro sobre Andrés Manuel López Obrador; de las broncas y los apagones en la Línea 3 del Metro; de las argucias de Marcelo Ebrard para no tener que saludar de mano a Felipe Calderón en las reuniones en que coinciden; de los inútiles foros monologantes sobre la seguridad en el Campo Marte; de lo que se viene el próximo martes en la noche de los cuchillos largos del PAN… En medio de todo eso (nada de qué sentirnos orgullosos), el Chicharito parece ser la única luz al final del túnel, así sea un túnel pambolero.
Hablo en serio: para las personas comunes y corrientes, aquellas que abominan de la política y se dedican a la sobrevivencia cotidiana, el flamante número 14 del Manchester United es alguien que les permite ser un poquitín optimistas, alguien que les brinda alegrías en medio de la tristeza y una leve chispa en plena oscuridad. Lo escucho con mucha gente de a pie: el Chicharito Hernández es la antítesis de todos los personajes nefastos que controlan al país; se trata de un joven que proyecta bonhomía, sencillez, calidez, honestidad, entereza, ilusión, voluntad de cambio, esperanza en un futuro mejor. Suena cursi y exagerado, pero es la percepción de una buena cantidad de mexicanos. Por eso tantos lo han adoptado rápidamente como ídolo, algo que debería hacer reflexionar a todos los que aspiran a hacerse del poder a partir de 2012.
Así pues, ya que se habla de legalizar…, ¡legalicemos al Chicharito!

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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