sábado, 28 de agosto de 2010

Elogio de Porfirio Díaz*


… o para ser más preciso: elogio de la forma como el presidente Porfirio Díaz celebró, en 1910, las fiestas del Centenario del inicio de nuestra guerra de Independencia. Aquello fue otra cosa. Aquello tuvo clase, solemnidad republicana y verdadera monumentalidad. Se hizo del Paseo de la Reforma una bellísima avenida a la altura de los Campos Elíseos de París, se inauguró la columna de la Independencia (nuestra entrañable Ángela, obra de Antonio Rivas Mercado), se construyó el actual Palacio de las Bellas Artes (aunque no pudo ser inaugurado ese año). Las naciones extranjeras nos colmaron de regalos como el reloj chino de Bucareli o la estatua del barón Von Humboldt de Isabel la Católica y Uruguay. Hubo miles de banquetes, bailes de salón, fiestas populares. Por todas partes se sentía que el Centenario era algo importante para los mexicanos.
Hoy se perdió todo aquel boato y se nos anuncia una serie de festejos llenos de vacía parafernalia, efectos especiales y dudoso patriotismo, cuyo fondo musical será la aguada tonadita de Aleks Syntek (me cuesta trabajo creer que la letra sea del gran Jaime López), con sus horrendas percusiones gruperas, sus cursis shalalas, su sonsonete mariachesco y su infaltable grito de borracho patriotero en el clímax (es un decir) de la canción. ¿Por qué en todo caso no se la encargaron a Juanga, Café Tacuba o hasta Alex Lora? Seguro habría salido algo menos pasteurizado y más auténtico, en lugar de un tema tan desechable y sin ganchos que se queden en la memoria.
Por eso estamos como estamos. Por eso Christian Castro explica indirectamente la existencia de los ninis con declaraciones sobre sus héroes favoritos del Bicentenario (“Octavio Paz… y esa chica De la Cruz”). ¡Ah, si el presidente Calderón hubiese declarado una guerra frontal contra la ignorancia y a favor de la educación y el empleo, en lugar de apostar por el actual infierno de violencia en que está envuelto el país!
Este 15 de septiembre tendremos una celebración nini de la Independencia: ni republicana ni memorable ni nada.
¡Ay qué tiempos, señor don Simón!

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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