sábado, 24 de julio de 2010

El silencio del presidente*


Me pasó alguna vez cuando era niño. Una mujer (creo que fue una maestra de la secundaria donde estudiaba) me levantó la voz para regañarme por algo que yo había hecho y no pude responder a su fuerte amonestación. Frente a sus reclamos, me iba haciendo más y más chiquito, bajaba la mirada y apenas alcanzaba a balbucear algunas palabras incoherentes. Su vozarrón me intimidó, me asustó, me hizo sentir tan indefenso como ridículo.
Esa traumatizante imagen de mi preadolescencia regresó a mí brutalmente al ver las imágenes que alguien grabó, de manera clandestina, durante la reunión que el presidente Felipe Calderón sostuvo en Los Pinos, con algunos de los padres de los cuarenta y nueve niños que murieron el año pasado en la guardería ABC de Hermosillo. En dichas imágenes, se escucha la voz fuerte y rotunda de Patricia Duarte, madre del pequeño Andrés Alonso, quien cuestiona con firmeza al primer mandatario y le pregunta qué es para él la justicia.
Como me pasó aquella vez frente a mi profesora (no, no se llamaba Elba Esther), al oír aquella imprecación Calderón se hizo chiquito, clavó sus ojos en el paño de la mesa frente a la que estaba sentado y no atinó a responder cosa alguna ante la inusual situación. Sólo después de unos minutos, dijo balbuceante que todo lo contestaría “al final de la reunión”. Fue obvio que se sintió intimidado, asustado, indefenso y seguramente ridículo ante las airadas palabras de aquella madre indignada.
De todas las imágenes de su sexenio, tal vez ninguna retrate en forma tan desafortunada a Felipe Calderón como la de ese día. Nadie la inventó. Ahí está el registro visual y auditivo para comprobarlo. Se trata de una escena muy lamentable, pero es real y no se puede borrar ya de la memoria colectiva.
En lo personal, me preocupa esa falta de respuesta, esa inhibición por parte de un presidente de la república. Porque si extrapolamos el hecho a la situación actual del país, el vacío de poder encuentra, en ese silencio presidencial, una explicación escalofriante.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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