sábado, 15 de mayo de 2010

El Conapred y los jarritos de Tlaquepaque*


“Me dijo chaparro, me dijo mandilón, me dijo mariquita, me dijo la vestida”, se quejaba públicamente Francisco Labastida Ochoa durante uno de los debates en la campaña presidencial del año 2000. Si en aquel entonces hubiese existido el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), de seguro Vicente Fox (el rival panista que le había colgado tamaños epítetos a su contraparte priista) habría sido sancionado y quizás hasta castigado con la suspensión de su candidatura. Pero eran otros tiempos, menos políticamente correctos y, por tanto, más divertidos.
Hoy, en cambio, basta con que dos o tres futbolistas se insulten en una cancha para que se arme un enorme escándalo y se proponga la lapidación pública de quienes osaron proferir algún término ofensivo. Como decía el jueves en estas páginas el buen Jairo Calixto Albarrán, hoy todo mundo parece jarrito de Tlaquepaque y ante el menor improperio se queja cual señora histérica (y no faltará la señora histérica que se sienta aludida por la comparación y me denuncie ante el propio Conapred).
Quienes escribimos en los medios, podríamos demandar entonces a los anónimos lectores que tiro por viaje nos insultan por internet. Digo, a mí no me afecta que me llamen chafa, mal periodista, ignorante, superficial, imbécil, traidor, reaccionario, vendido, lamebotas y demás (tantos años de dirigir la revista La Mosca y recibir mentadas me han vuelto más o menos inmune), pero que me digan panista…, eso sí ya calienta. Aun así, no pienso ir a levantar un acta.
No es que esté de acuerdo con los agravios que presuntamente le endilgaron los pumas Pikolín Palacios y Darío Verón al santista Felipe Baloy el domingo pasado en Ciudad Universitaria, pero a mi modo de ver se está haciendo una tormenta en un vaso de agua y se podrían estar poniendo los primeros ladrillos para que a largo plazo el Conapred se convierta en el Santo Oficio de la purísima corrección política… y no me gustaría estar entre los primeros quemados en leña verde.
Ay, los jarritos de Tlaquepaque.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

2 comentarios:

Su Satánica Majestad dijo...

Es que no es lo mismo gozar de los insultos y trabajar afanosamente por obtenerlos que de repente te digan "negro" o "mono" a quemarropa. ¡Snif!

Cuauhtémoc X dijo...

Maese hugorock, al contrario que en las ideas musicales, en los asuntos de la polis no me siento atraído por sus discurso light clasemediero, más cercano al protopanismo que al de la "izquierda moderna", si es que eso existe, porque los limites son muy difusos al menos en nuestra democracitititita.
Baste ver a jóvenes verdes, priístas rejuvenecidos con cola de dinosaurio, panistas con discurso buena onda y perredistas prestos a la mano del dios en turno. Lo mismo, pero de diferente color; dijera el canon: la misma gata nomás que revolcada.
Así que no se queje. No, no es panista, pero cabe bien en cualquiera de los anteriores etiquetas de la tragicómica política mexicana.