sábado, 26 de diciembre de 2009

2010, ¿debemos ser optimistas?*


No soy experto en economía (como se habrá dado cuenta cualquier lector habitual de esta columna) y cuando le comento a quien se deja que el próximo año será mejor que el que estamos dejando atrás, se trata más de un acto de fe y esperanza que de verdadera certeza.
Nikito Nipongo (el inolvidable creador de aquellas “Perlas japonesas” que tanto bien nos harían en estos tiempos) solía decir cada fin de año a sus lectores, a manera de antifelicitación, algo más o menos parecido a esto: “No se preocupe porque este fue un mal año, el siguiente va a ser peor”. Sin embargo, ¿podrá haber doce meses más horripilantes que los que acabamos de atravesar, cual balsita cubana en medio de un huracán caribeño?
Por eso, cuando peco de optimista con aquello de que 2010 será al menos un poco mejor que 2009, lo hago bajo la creencia caritativa de que al mundo, pero sobre todo a México, ya no les puede ir peor…, ¿o sí?
Digo, de enero pasado a este diciembre que se diluye, a los mexicanos nos fue como en feria (¿para qué hacer un resumen de fatalidades si todos las vivimos, si todos las sufrimos?). La cuestión es si seremos capaces de no repetir el numerito o si de plano estamos tan mal que volveremos a tropezar una y otra vez con la misma piedra, mientras el resto del mundo se levanta de la crisis y se nos escapa alegremente.
Por desgracia, con la clase política que padecemos no parecería haber muchas razones para imaginar un 2010 de franca recuperación. Experta en meterse el pie y autosabotearse, fanática religiosa de los artríticos dogmas emanados de la historia oficial (y peor: en pleno año del Bicentenario), dicha clase difícilmente hará algo por sacarnos del hoyo y es capaz hasta de sumirnos más en tan ignominioso agujero.
Con todo, sigo creyendo (ese es el verbo preciso) que el año que inicia dentro de exactos seis días puede ser un poquito menos peor que 2009. Esa es mi manera de desear a ustedes, queridos lectores, un feliz 2010. Vamos a transitarlo juntos y a ver de a cómo nos toca, ¿vale?

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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