sábado, 28 de marzo de 2009

Llegó el día D*


Nervios. Tensión. Ansiedad. Un cosquilleo incómodo que recorre nuestros cuerpos de pies a cabeza y no nos permite el menor atisbo de tranquilidad. Es el día D. El día de todos tan temido y que podría marcar un parteaguas en nuestra historia. No porque los gringos finalmente decidan acabar con la narcoviolencia fronteriza y opten por mandar a los marines a invadir Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas (y de paso Sinaloa, Michoacán et al). No porque sobrevenga una nueva y súbita quiebra en los mercados internacionales y nuestra economía sea barrida por el tsunami financiero. No porque se descubra la posibilidad de una caída del sistema en las elecciones federales de julio próximo o porque nuestro máximo showman actual, el presidente del PAN, Germán Martínez, digno heredero de la comicidad desaforada del añorado Noroñas, anuncie que a partir de ahora dejará de ser un muchacho pendenciero y se volverá un chico seriecito y bien portado. No, el día D es por otras circunstancias muchísimo más importantes y trascendentes.
Digo, ya todos lo sabemos. Hoy por la tarde podría ocurrir un equivalente al Holocausto o a la caída de una bomba de hidrógeno sobre territorio patrio. Si las ticos salen de vena y nuestros ratoncitos verdes salen de pena -con el repentinamente condechi Nery Castillo a la cabeza (“¿Sabes qué, wey? Lo que pasa es yo vivo en Europa y tú te vas a quedar en México, ¿captas?”)-, la peste caerá sobre el país y el México bronco aflorará cual hiedra venenosa y nos desflorará a todos, sin distinción de clase, religión, sexo o preferencias televisivas.
Este sábado 28 de marzo de 2009 podría quedar inscrito entre las fechas trágicas de la historia nacional. Si la selección mexicana pierde o empata con la de Costa Rica y se produce un nuevo Aztecazo, la matanza de Cholula o la Decena trágica quedarán en la memoria como meros días de campo y lo peor de todo es que nada podemos hacer para cambiar lo bueno o lo malo que el destino nos tiene deparado. Unámonos todos en un solo pensamiento positivo para que acontezca lo primero. Si no que Dios nos coja confesados.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué chafa don Hugo. Qué chafa.

Anónimo dijo...

Si no conociera ese humor negro que tanto lo caracteriza, juraría que está hablando en serio ¿no habla en serio verdad?..... excelente Don Hugo me cae.