sábado, 27 de septiembre de 2008

Jet lag*


Caray. Apenas doce días fuera de México y a mi regreso me encuentro con un país desmadejado, confundido, aterrado y, para colmo, con un clima de la fregada (ah, qué pinche frío hace). No es que previo a mi viaje (el cual no me fue financiado por “los panistas”, como ya me sugirió uno de mis lectores pejistas) las cosas hubieran estado muy bien (bueno, hacía más calorcito), pero como que hay un antes y un después –cuando menos sicológico- a partir de los golpes de granada en Morelia, la noche del 15 de septiembre.
Me topo, sin embargo, con una histeria en los medios que no palpo en la calle, con la gente (dirían los clásicos) común y corriente. Yo sé que la situación es gravísima, que el crimen organizado anda desatado (conste que desde el principio del sexenio opiné que era un error darle de palos al avispero) y que la clase política muestra como nunca su incapacidad y su pasmo (como si sus personeros no supieran que la única manera de neutralizar al narcotráfico es mediante la legalización de las drogas y la regulación de su venta y consumo). Sé, pues, que la situación está muy mal, pero me pregunto si tan mal como para que la República se derrumbe. Yo pienso que no.
Uno lee los diarios, ve y escucha las noticias y los comentarios en radio y televisión y parecería que México es una nueva sucursal de Irak o Afganistán y que el Apocalípsis (así, con mayúscula) está a punto de barrer con todo. No se trata, insisto, de negar la realidad, pero esa histeria mediática no la veo -por fortuna- traducida entre la ciudadanía. La gente, el pueblo o como se le quiera llamar (sólo no le digan “sociedad civil”, plis) está más preocupada por el alza de los precios, el mal clima (en serio que hace frío), la crisis en el América y las Chivas o los chismes de la farándula. Yo así lo veo, pero puede ser que me encuentre equivocado, un tanto cuanto alucinado, y que aún no termine de ubicarme en la realidad mexicana luego de mi viaje por tierras de franchutes (We’ll always have Paris, kid).
A lo mejor estoy desvariando. Debe ser el jet lag.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

4 comentarios:

Metrópolis dijo...

No es el Jet Lag, ni tampoco desvarios mentales, simplemente el amarillismo en los noticieros está a sus mayores niveles históricos, ya ni ganas dan de ver las noticias...histéria colectiva? no lo creo, Legalizar la droga? porqué no?...error el combatir al narco? no, simplemente no se van a quedar con los brazos cruzados mientras los ahorros se van para abajo como las bolsas en Wall Street y en todo el mundo, son criminales! qué esperaban? Que se ampararán?

Tsunami dijo...

Maestro, respeto mucho su opinión, pero sinceramente en lo de las drogas creo que se equivoca... mira el alcohol también es legal y su venta está regulada... y así nos va. Al menos en el lugar donde vivo ahora, no se me ocurre que la venta de droga legal pueda contribuir a mejorar un poquito el ambiente, de por sí opresivo, de aridez cultural, de violencia, de crimen... pandillas, peleas callejeras, violencia intrafamiliar... obviamente sé que no va esto forzosamente de la mano con las drogas... creeme maestro, yo de drogas me las sé bien, aunque hace años que me dejó de gustar eso, pero por eso mismo sé la clase de lugar en la que se convertiría este país de legalizar las drogas... chale, falta creatividad digo yo, a la hora de buscar soluciones... busquemos otra, va???

Javier Angulo dijo...

Coincido con tsunami respecto a las drogas, la gente en México no está preparada todavía para una legalización.
En cuanto al frío, ya quisiera yo estar ahí, que acá en Culiacán está haciendo un calor horripilante de esos que ponen de malas.

Anónimo dijo...

Llegué tarde al post este pero, vivo en tijuana, un ejecutado cada 45 min en promedio la ultima semana, creeme, si se siente culei andar por aca, me toco vivir lo de los motines a una cuadra, muertos? hay muchisimos que jamas saldran a la luz, es cierto uno no se puede detener por esas cosas y hay que seguir llendo a trabajar cada mañana y chingarle ... y los medios ya sabemos que es lo que les vende, pero esta vez no es exageracion