viernes, 11 de abril de 2008

Geometría desconfigurada


Los conceptos políticos de izquierda y derecha ya no se ajustan a lo que fueron a lo largo de la centuria pasada. Cuando menos, la praxis (nótese el terminajo marxistoide) en ambos casos resulta por demás diferente y en momentos hasta contraria a lo que se pregonaba en el pasado. En México, sobre todo, la autonombrada izquierda (representada partidariamente por el PRD y minipartidos como el PT, Convergencia y algunos otros) se ha corrompido política, ética e ideológicamente (para no hablar de su brutal corrupción monetaria) hasta tal punto que resulta más reaccionaria y antihistórica que la propia derecha. Inculta, ambiciosa, inmediatista, burda y para colmo infectada por las mañas y el oportunismo de una enorme cantidad de ex priistas que se han hecho del control de la misma, la izquierda mexicana vive su peor crisis y se hunde en los pantanos del fanatismo, el maniqueísmo y la intolerancia. Es una izquierda reaccionaria que se apega dogmáticamente a los lemas del más rancio “nacionalismo revolucionario” (es decir, lo que durante décadas dio sustancia al PRI); una izquierda reaccionaria que no acepta los matices, los claroscuros, la flexibilidad, el derecho al librepensamiento y que todo lo ve en blanco y negro, en bueno y malo, en si no estás conmigo estás contra mí. Escribo lo anterior porque de pronto me irrita que por ser un crítico de esa seudo izquierda, se me quiera colgar el fácil sambenito de derechista. Tengo un largo historial de casi cuatro décadas de pensamiento progresista, milité activamente en uno de los principales partidos de la izquierda mexicana histórica (el PMT de Heberto Castillo y Demetrio Vallejo), conozco bien la historia de este país y la historia del mundo, por eso no me dejo deslumbrar fácilmente por líderes iluminados o caudillos trasnochados. Reconozco a los farsantes y a los demagogos, así se disfracen de izquierdistas y de defensores de eso que llaman pueblo. La geometría política se ha desconfigurado. La “izquierda” actual sigue hundida en los dogmas de la revolución mexicana y tiene mucho más que ver con el populismo de Luis Echeverría y José López Portillo que con el análisis reflexivo (y hoy en buena parte discutible) de la filosofía marxista, base teórica principal de la izquierda desde el siglo diecinueve. El mundo transita por caminos muy diferentes a los que pregonan AMLO y los suyos. El lopezobradorismo es uno de los movimientos más reaccionarios de la actualidad, porque se empeña en ir contra la historia. Por eso me parece tan criticable y mentiroso.

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