miércoles, 9 de enero de 2008

Un cambio leve, sutil


No sé si lo noté desde el principio, cuando llegó a mi casa al filo de las tres de la tarde. Tal vez fue un poco después, luego de nuestra charla habitual para ponernos al tanto, uno al otro, de cómo van nuestras mutuas existencias. No sé si fue su reacción conmovida cuando le canté la canción –mitad en español, mitad en francés- que compuse ayer, que le compuse ayer. ¿Hubo en ese momento en sus ojos un brillo líquido y muy posiblemente salado que sin embargo translucía dulzura? Creo que sí. Más tarde me acompañó al súper y regresamos a comer, mientras veíamos una simplona pero divertida comedia romántica hollywoodense (resulta que a ambos nos gustan las comedias románticas hollywoodenses). Había en su mirada, en el tono de su voz, en su lenguaje corporal, pequeñísimos, sutiles detalles que denotaban que algo había cambiado en ella con respecto a mí. Un cambio hermoso, debo decir. Porque me hizo sentirla más cercana, más confortable, más en pacífica sintonía conmigo. Quizá todo sea fruto de mi imaginación, de mi deseo profundo porque así sean las cosas. Tal vez. Pero creo que no. Creo que lo que hoy percibí está sucediendo y es real.

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