martes, 8 de enero de 2008

A medianoche en la azotea


Hacía literalmente años que no subía a la azotea del edificio donde vivo. Lo hice hoy a la medianoche por una sugerencia loca de Míriam, quien vino a visitarme. A final de cuentas fue una buena idea. Hacía mucho frío a esas horas, al aire libre y ocho pisos arriba, pero el cielo estaba extrañamente despejado y se veían las estrellas como hacía mucho no era posible verlas. A pesar de los edificios que tapaban la vista, era posible contemplar algunas partes de la ciudad. Había casi un silencio alrededor. Habremos estado ahí unos cuarenta minutos. Fue una experiencia agradable.

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