martes, 23 de octubre de 2007

En Tehuacán


A las once de la mañana arribé a la TAPO y a las once y cuarto llegó P (toda apresurada y linda). Apenas quince minutos después, abordamos el autobús con rumbo a la hermana república de Tehuacán, en el estado de Puebla. Salir del DF nos llevó cerca de una hora, debido a las obras del distribuidor vial que están construyendo en la calzada Ignacio Zaragoza (el camión nos dio un lentísimo tour por diversas colonias típicas de Iztapalapa e Iztacalco). Eso y luego una inesperada escala en el pueblo de Tecamachalco, ya en Puebla, fueron factores que hicieron que el periplo durara casi una hora y media más de lo normal. Así pues, llegamos a Tehuacán cerca de las cuatro y media. Nos recibió Elidiana Sánchez, la joven y amable profesora que me invitó a dar las pláticas, quien ya estaba muy preocupada por nuestra tardanza. Apenas hubo tiempo para ir a dejar las cosas al céntrico hotel “México”, donde nos hospedaríamos, y a las cinco en punto estábamos ya en el CEUT, primer centro universitario tehuacano donde me reuniría con los estudiantes. Fue una charla realmente buena. La mayoría de los cuarenta alumnas y alumnos que ahí estaban ya había leído mi novela “Matar por Ángela” y eso hizo que se diera un intercambio de preguntas y respuestas muy divertido y aleccionador, no sólo sobre la novela sino sobre “La Mosca”, mi columna en “Milenio”, Los Pechos Privilegiados y mi vida privada. Al final, me tomé fotos con todos y cada uno (una de esas fotos –tomada por P- ilustra esta reseña de martes) y firmé muchas copias de mi libro. Elidiana nos llevó a comer enchiladas al restaurante "Casa Vieja" y como a las ocho nos dejó en el hotel. P y yo descansamos un poco en la habitación y luego salimos a caminar por el muy limpio y bonito centro de la ciudad. Compramos un ponche (de raro sabor) y regresamos a ver la tele, platicar y demás. Un día cansado. Sin embargo, estar con P, tenerla tan cerca y sin interferencias (salvo su omnipresente celular), es cosa suficiente para tener una sonrisa dibujada en el rostro y en el alma.

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