domingo, 7 de octubre de 2007

De Hugo Chávez a la Reina del Pacífico


Una de las señales más claras de la decadencia de la izquierda mexicana se encuentra en los héroes a quienes sus huestes veneran. Si antes la figura inspiradora, el icono romántico por excelencia, era el Che Guevara, con toda su aura mítica y su fuerte personalidad seductora, ahora los izquierdosos nacionales buscan la luz en un personaje tan burdo, tan rupestre y anticlimático como el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, esa extraña combinación entre Fidel Castro, Tirano Banderas, El Charro Avitia y Polo Polo.
Perredistas, petistas y demás (incluidos varios priistas y hasta uno que otro panista) admiran a esa mala imitación de Donkey Kong y hasta se les hace genial que cante y que haya grabado un álbum con canciones rancheras mexicanas. Ya nada más falta que el PRD financie la salida del disco en nuestro país o que "La Jornada" lo regale a sus suscriptores.
Digo, si quieren admirar a alguien qué tal La Reina del Pacífico. Lo que sea de cada quién, qué prestancia la de esa mujer, qué garbo y personalidad. Yo no sé si su aprensión fue para levantar una distractora cortina de humo. Tampoco sé si la dama lava dinero de la droga o lava ropa (ella dice que se dedica a las labores del hogar), pero Sandra Ávila Beltrán rompe con el estereotipo de los narcos y eleva su imagen pública (por principio de cuentas, la doñita no vivía en Mocorito, vivía en Polanco). A partir de ahora, entre nuestros maffiosi tendrá que imponerse la moda metrosexual. No más sombreros vaqueros o cadenas de oro, no más botas o cinturonazos con hebilla de plata, no más música grupera. Lo chic tendrá que imperar en la moda otoño-invierno de los capos. Viajes a París, Madrid y Berlín, visitas a los modistos de Milán (dije Milán, no las tiendas Milano), conciertos en Londres y Nueva York.
La Reina del Pacífico ha marcado la nueva pauta. Congratulations.

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