domingo, 29 de julio de 2007

Domingo en la tarde


Hacía mucho que no salía en domingo por la tarde. Ese día de la semana suelo pasarlo en mi casa y lo empleo mucho para trabajar. Tuve que ir a dejar mi recibo a las oficinas de Milenio (donde saludé a la siempre bella, sonriente, cálida y amabilísima Claudia Amador) y me fui en metro. Ya no me acordaba de cuán rara se siente la ciudad los domingos, en horas vespertinas. Eran como las cinco y media. Calles y avenidas muy solas, muy calladas. El metro (y el metrobús de regreso) con otro tipo de gente, con personas muy distintas a las que uno ve habitualmente entre semana, en esos mismos transportes. Como que el Distrito Federal es tomado por las sirvientas que ese día salen de paseo, por los albañiles que aprovechan su jornada de asueto, por familias de condición humilde que se ponen sus mejores galas para recorrer la inmensa urbe. Muchos chavitos de caras sonrientes y azoradas. Se siente otro ambiente. Más sencillo. Más relajado. Sin la tensión habitual del los días de trabajo y prisa. Hacía mucho que no lo percibía.

1 comentario:

Unknown dijo...

Un gusto saber que te haya "gustado" el domingo, yo por mi parte lo sufro horrores.